El Gobierno sopesa apartar a Arancha González Laya después de verano

Tendrá una salida honrosa. Nadie en el PSOE se espera que su presidente, Pedro Sánchez, quiera hacer sangre desde un escenario público, sin embargo, ya hay quien asegura en el partido que el Ejecutivo afrontará una remodelación a finales de verano para encarar la recuperación económica y los dos años de legislatura restantes. Dentro de esa renovación, el PSOE espera apartar con honores (como hizo entonces con la exministra de Justicia, Dolores Delgado) a los ministros más controvertidos, como es el caso de Arancha González Laya, la titular de Exteriores. El PSOE lleva tiempo con esta ministra en el punto de mira dado que su gestión no ha salido como la ejecutiva socialista consideraba. Sánchez y los suyos sopesaban dos escenarios: mantenerse firmes hasta el final o abrir un punto de inflexión donde meter mano al Ejecutivo y renovarlo de cara a esa larga campaña electoral de dos años vista que se aproxime una vez lleguen las ayudas y se avance en las vacunas. Fuentes del PSOE apuntan a que Sánchez se ha decantado por la segunda opción. Y Laya está en el punto de mira.

La idea inicial al nombrar a Laya era darle al Ministerio de Exteriores un perfil económico. Vamos, que la titular fuera capaz de dar un enfoque empresarial a sus viajes para conseguir así buenos contratos y mejorar la economía española. El problema es que su activismo le ha pasado factura al partido de forma absolutamente innecesaria. ¿Por qué Laya se estrenó dando ayudas para defender los derechos LGTBI en Haití o para proteger a los afroamericanos de Perú? Y sobretodo, ¿por qué Laya se empeñó en acoger al líder militar del Frente Polisario Brahim Ghali a sabiendas de que generaría un conflicto diplomático con pocos precedentes (incluso después de que el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, le advirtiera del riesgo que suponía acoger a Ghali)? Laya ha generado problemas innecesarios al partido hasta el punto de que el PSOE se plantea apartarla delicadamente de sus funciones en cuanto acabe el verano.

Hasta hace una semanas, Laya se sentía segura en su palacio. Lo cierto es que lo que ha precipitado todo han sido los indultos que el PSOE concederá a los líderes del procés casi con toda seguridad. Los socialistas asumirán el desgaste electoral que ello supone e intentarán remontar y convencer a los suyos durante los próximos dos años. La idea es aprovechar la ola de la alta tasa de vacunación, así como las ayudas europeas, para mejorar su imagen y conseguir revalidar su cargo en La Moncloa. El problema es que antes ven necesario afrontar una remodelación en el Gobierno para evitar sorpresas innecesarias durante esos dos años. Sorpresas absolutamente incómodas y evitables como las que ha dado Arancha González Laya desde que cogió el asiento como ministra de Exteriores.

La idea es dar los indultos antes de verano, aguantar el chaparrón tras liberar a los presos catalanes y esperar a que la vacunación, el turismo, la recuperación económica y sobretodo el tiempo entierren el hecho de que Sánchez haya liberado a los líderes del procés en contra del criterio del Tribunal Supremo y previsiblemente del Constitucional también.

Robles no saldría por su gestión, sino por su forma de entrometerse en las decisiones de Sánchez

Una vez hayan pasado esos cuatro meses de rigor, el Gobierno buscará la forma de dar una salida honrosa a sus ministros, directores generales e incluso candidatos autonómicos incómodos para abonar el terreno. Sobre esos ministros que no gozan de la total confianza de Sánchez, desde el PSOE deslizan varios nombres, pero el de Laya es el que suena con más fuerza por su problemática gestión al frente de Exteriores. Pero junto a ella, hay otros nombres que se prevé que no renovarán sus cargos en caso de una nueva victoria socialista como es el de la ministra de Defensa, Margarita Robles. Son quinielas, dado que Robles no saldría por su gestión, sino por su forma de entrometerse en las decisiones de Sánchez (como con la renovación del Consejo General del Poder Judicial), pero esa remodelación del Gobierno se da por segura para finales de este verano de 2021.

Guaidó
La ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Arancha González Laya se reúne con el jefe de Gobierno del Reino de Marruecos, El Othman, en Rabat (Marruecos), a 24 de enero de 2020. – Ministerio de Asuntos Exteriores

Sobre cómo hacerlo, el Gobierno no pretende humillar a los suyos. De hecho, la idea que sopesan es apartarles con honores a otro cargo de importancia que haga que su salida del Ejecutivo parezca que haya sido decisión propia del ministro en cuestión. Vamos, lo mismo que se hizo con Dolores Delgado, con Josep Borrell o con cualquiera que en estos últimos años haya abandonado el Gobierno por una causa diferente. Otro ejemplo podría ser perfectamente el de Salvador Illa o las pretensiones que tenía el presidente con la titular de Industria y Turismo, María Reyes Maroto. El dónde irá a parar Laya es un misterio. El cómo, no tanto. Y sobre la seguridad de que Laya no renovará en Exteriores, eso no parece que nadie tenga dudas en la formación.

Laya lleva tiempo en el punto de mira del PSOE. La idea era que lo gestionara con un fuerte horizonte económico para conseguir contratos importantes (casi como lo que hacía el rey Juan Carlos I), pero lo cierto es que no ha traído más que dolores de cabeza al PSOE. Que utilizara la Agencia Española para la Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID) para causas o frentes particularmente cargados de ideología tenía un pase dado que no generaba escándalos nacionales. El problema y la guinda ha venido de la mano de la crisis con Marruecos, punto que ha puesto el foco en la carrera de Laya.