El PSOE se ha puesto manos a la obra. No quieren dejar nada al azar y el hecho de que haya sido la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la que haya dado la vuelta a la tortilla no ha sentado nada bien en Ferraz. Quizá por eso el Gobierno ha tomado varias decisiones trascendentales enfocadas a ganar las elecciones de 2023. La crisis de Gobierno proyectada para finales de verano (en la que cambiarán los nombres de algunos ministros) y la oportuna agenda programada por el Ejecutivo en puntos clave del país donde ganar votos dejan entrever que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha iniciado la campaña electoral más larga de la historia de España. Dos años para recuperar la pole en las encuestas que ha perdido e favor del líder del Partido Popular, Pablo Casado.
Este lunes, el Gobierno ha arrancado un despliegue cuanto menos curioso. Sánchez y la cuestionada ministra de Exteriores, Arancha González Laya, se han ido a Barcelona. El primero, a una entrega de la medalla conmemorativa del 250º aniversario de Foment del Treball a Javier Godó. Y la segunda, a un acto conmemorativo del 20º aniversario de Casa Asia, en el Palacio de Pedralbes para luego visitar el Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS). Esto solo de cara al presidente del Gobierno y la ministra de Exteriores, porque los otros ministros se han ido también a puntos clave donde hacer campaña soterrada.
Entretanto, la vicepresidenta de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, dirige sus esfuerzos de campaña a León, donde visita las instalaciones del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) para luego preparar un coloquio con alumnos de la Facultad de Económicas y Empresariales de la Universidad de León. Otro ejemplo de campaña soterrada en una provincia que los altos cargos del Gobierno no acostumbran a visitar. Pero no es la única dirigente del Consejo de Ministros que ha ido a Castilla y León a hacer precampaña soterrada.
La ministra de Industria y frustrada vicepresidenta de la Comunidad de Madrid, María Reyes Maroto, ha ido más allá y se ha marchado a una provincia que el presidente del Gobierno no acostumbra a pasar ni por error. La ministra Maroto ha ido a la sede de la empresa de fusión y laminación de aluminio LatemAluminium para luego reunirse en un tú a tú con el alcalde de Benavente y todos los agentes sociales de Zamora; provincia en cuya ciudad ha arrasado un alcalde de Izquierda Unida.
Pero esto no se queda aquí, hay más ministros que se han desplegado por la península para vencer y convencer. Dentro de este cúmulo de curiosas visitas tan bien planificadas en el territorio nacional, también hay que destacar la del ministro de Agricultura y Pesca. Luis Planas ha visitado directamente Jerez de la Frontera (en Cádiz) donde se ha reunido con la alcaldesa, María del Carmen Sánchez Díaz. Pero desde ahí, ha aprovechado el coche oficial para trasladarse a Sevilla donde preside la firma de sendos convenios para la financiación, construcción y explotación de las obras de modernización.
No es poco el territorio el que han cubierto desde el Gobierno para sus actos. Y que coincidan de esta manera unida a la crisis de Gobierno que se asoma para septiembre donde desfilarán los nombres de algunos ministros hace entrever lo que todos ya tienen claro: el Gobierno ha iniciado la campaña electoral más larga de la historia motivado por los buenos resultados que le auguran al Partido Popular los sondeos electorales. No hay ahora mismo estimación que mantenga la victoria sólida de los socialistas. Y todo porque Ayuso ha convencido a los votantes de dos cosas: que Ciudadanos se ha hundido y que el PP es la mejor alternativa para ellos. Con este mensaje, el PSOE se queda como segunda opción y la derecha tiene opciones de gobernar de la mano de Vox.
Con todo esto, el miedo también está dentro del PSOE por otras razones además de las evidentes. Que el PP pueda arrebatar el Gobierno a los socialistas en un par de años es una realidad, pero lo que llegará antes es el desfile de algunos ministros. Los más cuestionados temen que Sánchez (o mejor dicho, el jefe de gabinete de la Presidencia, Iván Redondo) pidan su cabeza para encarar la campaña más larga de la historia sin lastres. Y ya hay algunos señalados.
LAYA, EN EL PUNTO DE MIRA
Tendrá una salida honrosa. Nadie en el PSOE se espera que su presidente, Pedro Sánchez, quiera hacer sangre desde un escenario público, sin embargo, ya hay quien asegura en el partido que el Ejecutivo afrontará una remodelación a finales de verano para encarar la recuperación económica y los dos años de legislatura restantes. Dentro de esa renovación, el PSOE espera apartar con honores (como hizo entonces con la exministra de Justicia, Dolores Delgado) a los ministros más controvertidos, como es el caso de Arancha González Laya, la titular de Exteriores. El PSOE lleva tiempo con esta ministra en el punto de mira dado que su gestión no ha salido como la ejecutiva socialista consideraba. Sánchez y los suyos sopesaban dos escenarios: mantenerse firmes hasta el final o abrir un punto de inflexión donde meter mano al Ejecutivo y renovarlo de cara a esa larga campaña electoral de dos años vista que se aproxime una vez lleguen las ayudas y se avance en las vacunas. Fuentes del PSOE apuntan a que Sánchez se ha decantado por la segunda opción. Y Laya está en el punto de mira.