El ministro de Justicia es el enlace entre el Gobierno y el poder judicial. Pues bien, Juan Carlos Campo no parece estar ni por asomo a la altura de la situación. Se avecinan cambios en el Ejecutivo y habrá salidas del Consejo de Ministros. Y una de las más esperadas es la del titular de Justicia, Juan Carlos Campo. El Gobierno está a ciegas y no tiene a nadie que le sirva de enlace con el poder judicial en un momento en el que los indultos marcan una clara ruptura entre el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el Tribunal Supremo y el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Campo no se ha ganado los galones y Sánchez quiere a alguien con empaque que sea capaz de hacer de enlace con el poder judicial. Alguien que pueda abordar la renovación con mano en el CGPJ y con toque en el Gobierno, además de que goce de la confianza de Sánchez. Y ese alguien es el secretario general de Presidencia de Gobierno, Félix Bolaños.
Campo literalmente no ha servido de nada como ministro durante estos meses. Este es el resumen que hacen desde el Gobierno algunos de los dirigentes de Ferraz. En la renovación del Consejo General no ha sido capaz de prácticamente nada ni ha ayudado en cuestiones clave como los indultos y la relación a posteriori con el Supremo. De hecho, el equipo de Sánchez se siente completamente a ciegas en relación con el mundo de los jueces. Y todo porque su enlace, Campo, no ha sido capaz de mantener una relación estable con el CGPJ ni con el Tribunal Supremo. Se ha sumido en la irrelevancia absoluta después de que tomara la decisión de abrazar su parte política y dar una patada a su parte de magistrado.
El CGPJ realiza siete nombramientos con un amplio consenso de 18 vocalesPor esto y por mucho más, Campo tiene los días políticos contados. El Gobierno dejará el verano como amortiguador, pero después echará a su ministro de Justicia para coronar a Bolaños. El problema es que esto habla muy mal de un ministro que no ha movido un dedo por hacer fluidas las relaciones entre los jueces y el Gobierno, pero hay compañeros (díscolos con Sánchez) en Ferraz que quieren romper una lanza a favor de Campo y aseguran que tampoco es que el presidente del Gobierno se lo haya puesto fácil con decisiones como los indultos. Junto a esto, añaden que el PP y su enroque tampoco ha ayudado en nada a la labor de Campo, pero en cualquier caso asumen que está fuera.
Bolaños sabe desde hace semanas que será el próximo ministro de Justicia. El presidente del Gobierno se lo prometió en el instante en el que asumió que necesitaba abordar un cambio en el Ejecutivo, poco después de conocer el resultado de las elecciones en Madrid. La obsesión de Sánchez en estos momentos, al igual que al principio, es que quien tenga un cargo potente sea de su total confianza. Y Bolaños, junto al jefe de gabinete de Presidencia del Gobierno, Iván Redondo, son las manos derecha e izquierda de Sánchez. Félix sabe lo que tiene que hacer y ha aceptado la empresa con gusto.
Félix Bolaños llega al ministerio tan solo con dos objetivos: retomar y reencauzar la relación entre el Gobierno y el Poder Judicial y abordar la renovación del CGPJ antes de que la legislatura acabe. El primer punto viene a cuenta de que el Ejecutivo ha asumido que la decisión del Consejo de Ministros de conceder los indultos a los líderes del procés contribuirá a erosionar aún más la relación entre los dos poderes. Esto es así porque el tribunal sentenciador (que es nada menos que el Tribunal Supremo) no está de acuerdo con conceder los indultos; y pese a que su informe no es vinculante, la falta de respeto institucional no ha sentado nada bien entre los magistrados del Supremo. Y el segundo punto tiene que ver con las encuestas electorales y el peso que pueda o no tener el PSOE en el nuevo CGPJ, algo que tiene más importancia de la que parece para el Gobierno de Sánchez.
Las encuestas electorales dan al PP como ganador de los comicios
Respecto al primer punto, es una cuestión de reuniones, cafés y concesiones. Pero respecto al segundo, hay más tela que cortar que la que esperan. Las encuestas electorales dan al PP como ganador de los comicios. En cualquier caso, y teniendo en cuenta que esto no tiene por qué hacerse realidad a pies juntillas, lo cierto es que el Partido Popular previsiblemente obtendrá más peso en el Congreso del que tiene y complicará la postura del PSOE para hacerse con el presidente o presidenta del Supremo y la mayoría de los vocales. Vamos, que mejor hacerlo ahora y garantizarse la presidencia que arriesgarse a perder peso parlamentario y, con él, quedarse sin la presidencia del Supremo.
El Gobierno entiende que si el ministro de Justicia es capaz de allanar el camino en estos dos supuestos, estará todo hecho. El problema es que Campo no ha sido capaz ni de sentar en una mesa a comer al presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, y a su presidente. Al mismo tiempo, respecto a la renovación, tampoco es que Campo haya dado parte de cómo estaban las cosas en el CGPJ. Están a ciegas y tienen mucho que hacer. Y ahora Campo calienta, que sale del Consejo de Ministros más pronto que tarde.