Si el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, pasaba por sus horas más bajas a principios de año, cuando las cosas le vienen de cara tampoco parece saber cómo consolidar su liderazgo en la oposición. Los indultos a los separatistas le han enfrentado directamente con la patronal, con el PNV y con la Iglesia. Vamos, que el líder popular no solo no ha sabido cómo ensalzar su figura en un contexto en el que media España arde ante la concesión de los indultos a los separatistas, sino que tampoco convence a los suyos. Si había dudas sobre si el líder popular sería capaz de urdir una mayoría conservadora, parece que queda claro que solo lo hará con Vox. Ni la Iglesia, ni la patronal ni el PNV (partido bisagra que podría ayudar a convertir a Casado en presidente por presunta afinidad programática) parecen estar por la labor de ayudar a que Casado imponga un Gobierno liberal. Aún así, el dirigente popular sigue al frente de las encuestas viviendo de las rentas de la victoria de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
en Génova hay malestar porque siguen sin ver a Casado como «presidenciable»
Los aplausos del Congreso son solo fachada. Lo cierto es que en Génova hay malestar porque siguen sin ver a Casado como «presidenciable». Y ni el hecho de que vaya en cabeza en las encuestas parece cambiar este hecho. Muchos vítores al presidente del PP este pasado miércoles durante la comparecencia del líder socialista, Pedro Sánchez, pero la mayoría de ellos falsos. El gabinete del presidente popular entiende que Casado «colocó» algunos titulares, pero solo ha destacado su polémica definición sobre lo que fue la guerra civil. «La guerra civil fue el enfrentamiento entre quienes querían democracia sin ley y quienes querían ley sin democracia», ha comentado el líder del PP. Pase lo que pase, no parece colocar un titular a derechas que le haga resucitar de su irrelevancia política.
El malestar en Génova ya no es tanto enfado, sino cansancio y desidia. Todos en el PP han asumido que el secretario general, Teodoro García Egea, ha conseguido neutralizar a las posibles amenazas de Casado, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y al de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, y han asumido también que será Casado el candidato a las elecciones generales de 2023. «Con las encuestas de cara nadie le puede decir que no», aseguran desde Génova. El problema es que cada vez que su candidato hace una aparición pública ni vence ni convence. Y si encima se tiene en cuenta que no ha sabido arrastrar a su lado ni a la Iglesia ni a la patronal con motivo de los indultos, el daño está expuesto.
“Ha dicho una cosa muy grave: que la Guerra Civil fue un enfrentamiento entre los que querían democracia sin ley y los que querían ley sin democracia. Los golpistas se levantaron contra el pueblo español y la democracia. Un demócrata lo debería tener claro”, le ha espetado el diputado de Más País, Íñigo Errejón. Un mensaje que dejó claro que de todo lo que dijo Casado, lo único que ha trascendido ha sido esto. Aunque la lectura que hacen desde Génova es que el presidente popular no ha sido capaz de mantener un pacto de no agresión con el PNV, un partido con el que el PP históricamente ha sido capaz de llegar a más de un acuerdo concreto pro su afinidad ideológica en cuestiones económicas.
«Tengo que decirle que los indultados ni impulsaron la violencia, ni robaron, no son delincuentes. Yo diría que conoce usted algunos delincuentes algo más cercanos”, le ha comentado el diputado nacionalista vasco Aitor Esteban. Unas palabras que no han gustado en el PP no porque estén o dejen de estar de acuerdo (evidentemente no comparte nadie en la sede del partido las palabras de Esteban), sino porque no querían un enfrentamiento abierto con este partido que puede ser crucial para conseguir el apoyo necesario para gobernar con un PP al alza en las encuestas y en los sondeos electorales.
«El pago de estos indultos será su finiquito como presidente y el epitafio del PSOE constitucional”, ha comentado Casado. “Es usted presidente de España gracias a todos los que quieren destruirla, y eso es ya todo lo que es. No se puede caer más bajo”, ha subrayado Casado, quien ha recalcado también que el PSOE ha pasado de “manchar las togas con el polvo del camino a rebozarlas en el barro”. “Sus autoindultos legitiman un delito continuado, un error histórico que no resuelve nada más que su supervivencia en el poder unos meses más. Es decir, que salva un problema personal a costa de convertirlo en un problema de Estado. Qué valiente”, ha insistido. Pero a nadie en el PP le ha motivado el discurso de su líder.
NI IGLESIA NI PATRONAL
Primero fue la CEOE tras las palabras de su presidente, Antonio Garamendi, en las que aseguraba que los indultos serían «bienvenidos» si traen la normalidad. Estas palabras evidentemente no gustaron en el PP, pero Casado no fue capaz de atraer a su causa al resto de empresarios que componen la Confederación Española de Organizaciones Empresariales. Más bien, todo lo contrario.
Con un Garamendi tremendamente cuestionado por la opinión pública, el PP no consiguió que se ejerciera la presión suficiente desde la CEOE para que se desvincularan de las palabras de su presidente. De hecho, fue tal la nefasta diplomacia popular que solo consiguió que Garamendi fuera arropado por decenas de aplausos de quienes componen la CEOE por haber sido tan maltratado por la opinión pública y por los partidos que no entendieron bien sus palabras.
Junto al fiasco de las relaciones con la patronal, hay otra institución históricamente ligada al PP que no ha sido capaz de lanzar un mensaje de armonía con el partido de Casado. La Iglesia ha destacado por los comentarios en los que hablaba de concordia, de indultos y de otras cuestiones similares. El PP no ha sentido un apoyo o una cerrazón de filas en torno a su discurso, sino más bien todo lo contrario. Casado ni vence ni convence a nadie. Y en Génova se respira la desidia porque vaya a ser candidato a las próximas elecciones.
SOLO VOX
El peligro de esta situación es que Casado solo tiene un posible apoyo si quiere ser presidente del Gobierno esta década: el de Santiago Abascal. Al igual que el PSOE no tiene posibilidades de gobernar sin apoyos (pero tiene diferentes horizontes a los que mirar), Casado está condenado a entenderse con Vox. El problema no es tanto que sea así, sino que Abascal es perfectamente consciente de ello y no dudará lo más mínimo en presionar al PP. Ya lo hace (ahora insiste en que es necesario que Casado presente una moción de censura a Sánchez por la concesión de los indultos. Pero esto es ahora. Tras las próximas elecciones, habrá que ver qué exige Vox si el PP les necesita para gobernar.