La militancia clama por la vuelta de Pablo Iglesias ante el «deprimente» proyecto de Belarra

Parece que el proyecto de la secretaria general de Unidas Podemos, Ione Belarra, despierta poca (o ninguna) motivación entre los suyos. Desde la formación morada se sigue cada paso que da su antiguo líder de forma obsesiva. Se hace hasta el extremo de que un mero cambio en su Twitter es motivo de especulación. Pero lo que esconden todos estos comentarios es un sentir más generalizado que existe en el partido: el proyecto de Ione Belarra aburre, deprime y la militancia tiene la sensación de que la salida de Iglesias ha dado la estocada al partido. La sensación ya no es solo que el nuevo Podemos está condenado, sino que ni siquiera la elección de Iglesias para sucederle al frente de la candidatura, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, parece motivar a los suyos. Las encuestas electorales tras la salida del exvicepresidente apoyan esta falta de entusiasmo y el rumor ya se ha puesto encima de la mesa: ¿volverá Iglesias?

La salida del exvicepresidente ha dejado un partido completamente deprimido. Pero el problema ya no es solo que cualquiera eche de menos a Iglesias, sino que las encuestas acompañan esta sensación de que la etapa dorada de Podemos ha quedado atrás. Los sondeos auguran que la formación morada caerá prácticamente a la mitad. Ahora tienen 35 escaños y ya se hablan en los últimos sondeos de que el partido obtendría solo 19 si se celebraran ahora las elecciones generales. Por supuesto, estos datos alarman a quienes tienen fe en el partido, pero entienden que este hundimiento en los sondeos son el reflejo del sentir interno de la formación: la salida de Iglesias ha hundido a la formación y el proyecto de Belarra ha deprimido al resto.

la salida de Iglesias ha hundido a la formación y el proyecto de Belarra ha deprimido al resto

Los rumores internos del partido hablan de la vuelta de Iglesias. Todos los han escuchado, pero los más sensatos dentro de la formación entienden que esto no es más que un reflejo del deseo de la mayoría. Los proyectos de Iglesias pasan por la televisión, la producción y los programas audiovisuales, pero no por la política. Al menos es lo que desliza su entorno. Y quienes hablan del «retorno del jedi» como una posibilidad lo hacen solo porque analizan cada paso que da su antiguo líder con el carácter obsesivo que tanto ha caracterizado a algunos dirigentes del partido. Pero sea como sea, lo cierto es que los rumores en la formación no son más que eso. Y el entorno del referente morado asegura que no tiene ninguna intención de volver a la primera línea. Al menos de momento.

Mientras tanto, la designada por Iglesias para sucederle se ha puesto a otra cosa. Yolanda Díaz quiere ampliar las bases del partido a través de la sociedad civil y el potencial electoral del la formación porque entiende que no llegarán ni a ser llave de Gobierno si dejan las cosas tal y como están. El proyecto feminista de Ione y de la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha conseguido el efecto esperado (por los críticos) y ya Unidas Podemos es solo la sombra de lo que era. Lo que le faltaba a la formación para acabar de hundirse es que la secretaria general de Unidas Podemos fuera la candidata. Una realidad que ya se olía el propio Iglesias y que le impulsó a designar a Díaz como sucesora en vez de a Irene Montero.

Aún así, la salida de Iglesias dejó un vacío de poder que Belarra y Montero no han tardado en ocupar con el consiguiente resultado electoral que se refleja en los sondeos. La vuelta de Iglesias está encima de la mesa porque Podemos no parece afrontar los problemas políticos que debería. Pero sea como sea, el papel de Iglesias de momento será similar al de Albert Rivera. De hecho, el dirigente ni siquiera se ha atrevido a opinar sobre los grandes problemas del Gobierno en público para no condicionar a su partido. De momento, tiene una nueva vida fuera de Galapagar, según detallan los vecinos, y no quiere saber nada de la política.

YOLANDA, LA ELEGIDA

Mientras que la militancia de Unidas Podemos no deja de comentar entre sí que se sienten completamente abandonados tras la salida de Iglesias, la ministra de Trabajo se ha puesto las pilas para intentar recuperar la ilusión de una formación que se hunde por segundos. La izquierda empieza a arrastrar el desgaste y la erosión de dos años de gestión y no parecen levantar cabeza en las encuestas. La salida de Pablo ha acabado de hundir al partido y Yolanda intenta recuperar nuevos espacios de la sociedad civil para volver a conformar esa mayoría que consiguió que Unidas Podemos tuviera un peso considerable en el Congreso. Mantener a los actuales 35 diputados son básicos para que el proyecto del partido siga vivo. Y mientras Irene Montero se centra en aplicar aspectos afectivos y feministas a las «mates», la ministra de Trabajo pelea por recuperar espacios y confluencias que se han ido a otra parte tras la salida de Iglesias.

La ministra quiere que espacios como por ejemplo ese electorado que se fue al BNG y dejó a la formación morada sin representación en Galicia vuelvan al redil. La clave del éxito para Podemos es seducir a esos colectivos de izquierdas cargados de nacionalismo que se fueron después de que Podemos tocara moqueta. Pero lo cierto es que, sin ellos, el partido no tiene nada que hacer en las elecciones, tal y como aseguran los resultados de las encuestas.

Yolanda sabe que ella no motiva como Iglesias, pero también entiende que el problema está en la falta de unidad de la izquierda. Sea como sea, la ministra trabaja porque su candidatura tenga algo de sentido y que no pase a la historia (marcándose un Pablo Casado) como la candidata que ha obtenido los peores resultados electorales de la historia (por muy reciente que sea) de su partido. Yolanda Díaz trabajará en las comunidades autónomas para recuperar la confluencia de plataformas nacidas de la sociedad civil y hacer así que su candidatura tenga sentido y opciones. Y si ella no contempla el regreso de Iglesias, es algo sintomático de la realidad que vive un partido completamente arruinado a nivel electoral y con un proyecto que no parece levantar el voto a nadie. Para evitar la desaparición, trabajo. Este es el eslogan que se repite el equipo de Díaz.