El nombramiento de la exsenadora socialista Pilar Llop como ministra de Justicia pilló a más de uno a contrapié. La idea que circulaba por Ferraz era que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tenía intención de castigar a la senadora por su falta de compromiso con la candidatura a la Comunidad de Madrid. Sin embargo, el paso de los meses ha dejado claro que el PSOE apuesta por ella, a pesar de que sus primeras semanas en el cargo han dejado un mal sabor de boca en Moncloa. Llop no solo no ha sido capaz de hacerse con el control del ministerio (pues ha mantenido a la mayor parte del equipo de su predecesor, Juan Carlos Campo), sino que se ha encontrado con un muro de piedra al intentar convencer al Partido Popular para que renueve el Consejo General del Poder Judicial. Llop solo tiene el encargo de conseguir que el PP ceda y de momento los populares no han cedido ni un milímetro. La capacidad de la ministra está en entredicho a pesar de que nadie se plantea la posibilidad de que haya un nuevo cambio en el ministerio.
Al igual que José Manuel Albares solo tenía dos objetivos planteados por Moncloa a la hora de hacerse cargo del Ministerio de Exteriores, Llop vino con instrucciones claras. El PSOE sospecha que los populares quieren esperar a que se celebren las elecciones generales para ceder en la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Previsiblemente, el presidente del partido, Pablo Casado, obtendrá unos resultados electorales mucho mejores que le permitirán abordar la negociación con más peso parlamentario. El PSOE quiere abortar esa idea antes de que se haga realidad y Llop ha sido la elegida para intentar convencer al PP de que es necesario no tener un comportamiento anticonstitucional e interesado.
Llop directamente ha resaltado su enfado en público acusando al PP de «chantajear» al Gobierno con la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Lo que cuentan las fuentes del PSOE es que la ministra está algo superada tanto por el cargo como por los objetivos. El nombramiento de la senadora fue inesperado y ella no se ha atrevido siquiera a cambiar al equipo que asesoraba y apoyaba a su predecesor. Pero es que ahora, al ir a hablar con los populares para la renovación del Consejo General del Poder Judicial, se ha encontrado con un muro que la desespera, pues está viendo cómo el único encargo que tiene no sale adelante por el enroque popular.
Esto ha desesperado a una Llop sin ideas
Llop ha iniciado la ronda de contactos antes de que el mes llegara a su fin. No ha esperado ni a que acabaran las vacaciones para muchos. La respuesta de los populares ha sido que o se remodela el sistema de elección de vocales o que directamente seguirán enrocados. Esto ha desesperado a una Llop sin ideas que no sabe qué hacer para cumplir el único cometido que le encomendaron en el momento que llegó al ministerio. La renovación del Consejo General del Poder Judicial debe ser cuanto antes porque ya queda poco más de dos años para que se celebren las generales. Si Casado aguanta hasta ese momento, el PSOE habrá perdido una oportunidad de oro simplemente por la incapacidad de sus ministros de Justicia.
El cese de Campo fue muy claro. Cuando Sánchez le llamó para comunicarle que no continuaría al frente de Justicia todo fue muy frío. El problema era que el ministro no estaba siendo capaz de mantener a Moncloa bien informada de lo que ocurría en el Consejo General del Poder Judicial. Esta falta de interlocución, la inexistencia de un puente entre la presidencia y el Consejo, llevó a Campo al cese y a Llop a lo más alto de su carrera. Pero el problema es que la ministra se ha encontrado con el mismo problema con el que Campo había lidiado hasta ahora: el PP no muestra fisuras y el PSOE no sabe cómo presionar a Casado para que ceda. Ni el PSOE, ni la UE, que se preocupa muy de vez en cuando de la postura «anticonstitucional» para muchos del PP.
«Estamos ante una gran oportunidad de transformar nuestro sistema de justicia, una oportunidad que no vamos a desaprovechar y se lo puedo asegurar desde mi responsabilidad ahora como ministra de Justicia», ha insistido la ministra Llop poco después de llamar al PP para que participe en las negociaciones «sin chantajes» y con «sentido de Estado» y dejar de instalarse en ese bloqueo «tan perjudicial para la imagen de nuestro país».
Llop tiene una oportunidad al frente del ministerio como escaparate dado que Ferraz considera que la exsenadora podría aspirar a otros cargos políticos de relevancia porque cuenta con el apoyo (inicial) del presidente. El problema es que la ministra tiene que aprovechar su estancia para conseguir logros. Si no lo hace, puede que el partido no la coloque al frente de alguna importante candidatura como la de la Comunidad de Madrid, puesto para el que suena desde hace meses; y más después de que el presidente del Ejecutivo haya colocado en el Consejo de Ministros a una dirigente como Llop, hasta ahora poco conocida fuera de los círculos socialistas de la Comunidad de Madrid.