Más vale prevenir: Uno de cada tres vehículos siniestrados entre 2016 y 2020 tenía alguna avería previa

A mediados de agosto los atascos en la M30 (Madrid) desaparecen y los aparcamientos vacíos se cuentan de diez en diez. Lo que significa, inevitablemente, que son muchos los vehículos circulando más allá de la ciudad. En esta época, las aseguradoras redoblan las asistencias en carretera, según confirman las compañías consultadas. Y con el aumento de desplazamientos crecen también las averías.

Con un parque automovilístico envejecido, poner a punto el vehículo es una tarea esencial para evitar accidentes durante los trayectos. “Más allá de los contratiempos y el coste que suponen las averías, también hay que tener en cuenta el grave peligro que supone no tener el vehículo en perfectas condiciones”, advierte un portavoz de la Fundación Línea Directa.

Al menos el 35% de los vehículos implicados en siniestros entre 2016 y 2020 en carreteras españolas tenía algún tipo de anomalía técnica previa: frenos o neumáticos desgastados, fallos en la dirección u otros desarreglos no especificados en los partes del accidente. Este factor, a su vez, está relacionado con la antigüedad del vehículo, que protagoniza un mayor número siniestros conforme va cumpliendo años.

Si bien ni las anomalías previas ni el año de matriculación del vehículo tienen por qué ser las causantes directas del siniestro, concurren junto a otros muchos factores en el desencadenamiento de las colisiones. Por ejemplo, el estado de las carreteras, las condiciones ambientales y, sobre todo, el factor humano, que protagoniza entre el 75% y el 95% de los siniestros, según las aportaciones de la Dirección General de Tráfico (DGT).

Crecimiento de averías en vías interurbanas

Ricardo Grueso, mecánico de Madrid, le quita un poco de polvo a la rueda de la motocicleta que está reparando y descubre un desconchón en el centro, donde antes solían estar los dibujos del neumático. “¿Ves esto? -pregunta retóricamente-. Esto significa que la rueda va a reventar en algún momento porque está muy desgastada”.

Según Grueso, ahora casi nadie pasa por el taller antes de irse de vacaciones. Eso era antes, hace 20 años, según sus cálculos: “Ahora la gente prefiere gastarse el dinero en las vacaciones. Imagínate cuántos accidentes ocurren por tener la rueda así”.

De acuerdo con los datos de la DGT, casi 6 de cada 10 vehículos implicados en siniestros tenían los neumáticos desgastados. Sin embargo -advierten desde ese organismo público-, esta cifra recoge sólo las impresiones preliminares de los agentes de tráfico en una primera inspección del siniestro, por lo que podría ser considerablemente mayor.

Las aseguradoras, por su parte, hacen un inventario minucioso de las averías que se producen en carretera. Según los propios cálculos de la Fundación Línea Directa, “las faltas de mantenimiento más habituales en los coches accidentados son neumáticos desgastados (61%), frenada deficiente (8%), carga mal dispuesta (4%) y luces defectuosas (3%)”.

En general, el porcentaje de vehículos implicados en siniestros que tienen algún tipo de anomalía técnica era en 2020 del 31%. Un porcentaje que, en términos generales, ha disminuido desde 2016, cuando suponía el 39% del total de los accidentados. En cambio, una lectura pormenorizada por el tipo de vía muestra tendencias contrarias.

Mientras que el número de vehículos con anomalías previas involucrados en accidentes urbanos ha disminuido, en vías interurbanas la proporción ha ido creciendo lentamente. Eso ocurre incluso si se tiene en cuenta el descenso de siniestros que se produjeron en 2020 como consecuencia de la pandemia. Así, mientras que en 2016 un 27% de los vehículos siniestrados tenía algún tipo de anomalía, en 2020 era de un 29%.

Es aquí donde una rueda desinflada o unos frenos desgastados pueden tener consecuencias más graves. No es casualidad que sea en estas vías donde se concentren la mayoría de los accidentes mortales en España. Sólo en los agostos de los últimos 10 años, se producían 3 siniestros mortales al día fuera de ciudad.

Un parque móvil envejecido: grave factor de riesgo

En 2020 había censados en España unos 35 millones de vehículos, de los cuales 25 millones eran turismos, según datos publicados en el Anuario Estadístico General de la DGT. El 40% del total de vehículos a motor tenía más de 15 años. Esto sitúa la edad media de los turismos en España en los 13,5 años de vida, según los datos del Informe Anual de ANFAC del 2021, superando en dos puntos la europea.

Este fenómeno tiene un impacto diferencial en el territorio español, concentrando los automóviles más nuevos en las ciudades más grandes del país y los más antiguos en las zonas más rurales con una población más envejecida, según informaba el pasado año RTVE.

El envejecimiento de los vehículos en España también se refleja, de forma lógica, en la siniestralidad en carretera. Cuanto más antiguo es el vehículo, más siniestros protagoniza. Así, el 35% de los vehículos implicados en siniestros entre 2016 y 2020 tenían más de 11 años de antigüedad. Esa tendencia ha aumentado año a año de acuerdo con los datos de los anuarios de la DGT. Mientras que en 2016 estos representaban el 30% de los vehículos siniestrados, en 2020 supuso el 42%.

Existe, además, una correlación entre las anomalías técnicas que se dan en vehículos implicados en siniestros con víctimas y la antigüedad de los mismos. Es decir, las deficiencias técnicas que participan en la gestación de los siniestros son más pronunciadas conforme mayor es la antigüedad del coche. De los 115.749 vehículos siniestrados entre 2016 y 2020 con anomalías técnicas previas, un 46% tenían más de 11 años de antigüedad.

Es en los neumáticos donde se hace más evidente esta tendencia. En los siniestros con víctimas en los que los agentes de policía detectaron anomalías en los neumáticos, al menos el 44% tenía más de 15 años de antigüedad. Por ello, un portavoz de la Fundación Línea Directa aconseja “revisar en frío la presión y asegurarse de que cumple con la recomendación del fabricante”, y recuerda que “las ranuras deben tener una profundidad mínima de 1,6 mm, pero lo ideal es que sea de entre 2 y 3 mm”.

Conviene tomar en serio esas precauciones teniendo en cuenta que la tendencia no parece cambiar. Si bien, como demuestran las estadísticas de la DGT, en los años previos a la pandemia la matriculación de automóviles ascendió levemente, ahora el ritmo se ha ralentizado.

En cualquier caso, no se han recuperado las ventas de los años previos a la crisis financiera, años en los que se matriculó el grueso de los vehículos que actualmente está en circulación. Para RACE, las razones son múltiples, entre otras: la subida del precio de los carburantes, la inflación que limita el poder adquisitivo de los conductores o el reciente desabastecimiento de piezas debido al estallido de la guerra en Ucrania.

Ante este panorama, el Real Club del Automóvil reclama más apoyo institucional. “El coche se ha convertido en un bien de primera necesidad para muchas familias”, explica Nuria Alonso, responsable de Divulgación y Cooperación Institucional de la Fundación RACE.

Por el momento, el Gobierno central ha lanzado varias ayudas, como el Plan Moves III o Plan Renove, que priorizan la financiación de coches eléctricos e híbridos, al que se suman otras subvenciones autonómicas.

Pero hasta que estos avances tecnológicos se conviertan en una realidad para la mayoría de los españoles, toca prestar atención al mantenimiento de los vehículos antes de iniciar un trayecto largo. Aquí las opiniones de los expertos consultados convergen: revisar los puntos de seguridad del vehículo relativos a “la batería, sistema de dirección tracción y suspensión; niveles y densidades; iluminación, seguridad y confort; neumáticos y frenos”, abundan desde Axa. “Hay que tener presente que el mantenimiento correcto de un vehículo salva vidas”.