La ola de frío se cuela en los premios de Gerardo Seeliger: el encuentro entre Cospedal y Soraya

El escenario, el de más alto copete en Madrid: los salones del hotel Villa Magna, entre la Castellana y la calle Marqués de Villamagna. El anfitrión, el perejil de la mayor parte de las salsas que se cuecen por Madrid, Gerardo Seeliger. Puede que Madrid sea la ciudad donde no te encontrarás con tu ex (eso dice Isabel Díaz Ayuso), pero sí en la que te encontrarás de frente con tu némesis. El pasado martes, es lo que le sucedió a María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, veteranas enemigas íntimas dentro del núcleo duro del PP de Mariano Rajoy.

La ocasión eran los premios Madrid Open City Awards. Una de esas estupendas iniciativas que mantiene el incombustible Gerardo Seeliger, en esta ocasión con el objetivo de favorecer la captación de empresas y fomentar el tejido económico de Madrid. Loable empeño que tiene, por supuesto, el apoyo de las principales instituciones de la capital, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento. Si Seeliger está en ello, ya solo falta la llamada del relumbrón y el afamado canapé del Rosewood Villa Magna. Entre los premiados, desde el bosque Metropolitano de Madrid -en la persona de la vicealcaldesa, Begoña Villacís-, hasta el Teatro Real, Pharmamar o IE University. Por no faltar, no faltaba ni el Real Madrid, convertido en carne mortal en la persona de Emilio Butragueño, el encomendado por Florentino Pérez para estos asuntillos.

CARA A CARA, PERO DE LEJOS

Para sorpresa de algunos, allí apareció, deslumbrante, María Dolores de Cospedal. No era fácil verla, porque en la sala se apiñaba un gentío de gente notable, fruto del poder de convocatoria de Gerardo Seeliger. Pero para quien tiene ojo en estos temas, Cospedal siempre resplandece. Para cuando los incautos se habían repuesto de la sorpresa, llegó el campanazo: junto a un grupo de letrados de su bufete, Cuatrecasas, apareció Soraya Sáenz de Santamaría. También bien compuesta y quizás algo más arropada, porque entre la concurrencia había gente de su equipo de los tiempos de todopoderosa vicepresidenta del Gobierno.

Puede que el tiempo todo lo cure, en ese caso los cinco años que han pasado desde que compartieron banco azul no son suficientes. El frío glacial del vórtice polar entró de golpe en los confortables salones del Villa Magna. Toda la amabilidad y simpatía que derrocharon con los asistentes, se convirtió el glaciar distancia entre las dos otrora poderosas políticas.

Heridas que no se curan. Y un tiempo en el PP, el de la anterior dirección, que lejos de restañarlas, echó la sal del arrinconamiento y el ajuste de cuentas en los equipos de las dos derrotadas en las primaruas victoriosas de Pablo Casado.

REGRESA EL ‘SORAYISMO’

Hay nuevos tiempos en el PP, que parecen rescatar parte del sorayismo. Las incorporaciones de Íñigo de la Serna, para preparar el programa electoral, y de Borja Semper como portavoz suponen ya la rehabilitación casi total de la famosa foto de la pizza, en la que el equipo de primarias de Soraya Sáenz de Santamaría salía reunido en torno a una mesa de trabajo comiendo. De hecho, independientemente de este movimiento, Soraya Sáenz de Santamaría pudo encontrarse a alguna persona de su equipo en la concurrida sala de Villa Magna. La frialdad entre las jefas se transmite a la que ejercen con los miembros del equipo de su antigua rival. Gélidos no saludos.

BEGOÑA VILLACÍS Y SU BOSQUE METROPOLITANO

Por otro lado, el ramillete de premiados por estos Madrid Open City Awards, en su primera edición, disfrutó de la distendida convocatoria de Seeliger. No faltó, y fue haciendo un esfuerzo ya que estaba algo perjudicada de salud, Begoña Villacís, vicealcaldesa. Rutilante, para recoger el premio a su proyecto estrella de la legislatura, el Bosque Metropolitano, una corona forestal que rodeará la ciudad con efectos medioambientales positivos, como la absorción de CO2 o reducir el efecto “isla de calor”. Con mascarilla, recogió la distinción. La acompañaron en el estrado instituciones y empresas como el Teatro Real; el South Summit de la incombustible María Benjumea y su chaqueta roja; la Fundación telefónica; IE University; el Real Madrid, o el recinto ferial madrileño, IFEMA.

Nada de lo que sucedió la noche del martes en el Villa magna se entiende sin la figura del carismático Gerardo Seeliger. Quizás la faceta más desconocida de este hombre de negocios es que fue regatista olímpico por España en los JJOO de 1972. capaz de fichar a Esperanza Aguirre para su consultoría del momento (Seeliger y Conde), como de ser miembro activo de la gestión de un holding de los deportes y el márketing como es Adidas.

Con estos premios, y su organización Madrid Open City, Seeliger da un giro más a su trayectoria con la idea de potenciar la imagen empresarial de Madrid y las oportunidades de negocios en la Comunidad central del país. Capaz de sentar en la misma mesa a debatir estos premios a Begoña Villacís, Javier Fernández-Lasquetty y un periodista de El País.

La concurrencia fue desalojando el Villa Magna, con la imagen recuente en la retina de esta sdos mujeres, Sáenz de Santamaría y Cospedal, capaces de convertirse, una delante de la otra, en las reinas del mundo del invierno.