Pablo Casado, molesto por no estar en la foto de los presidentes del PP

Pablo Casado ha hecho saber a la dirección del PP su disgusto al verse excluido de la foto de los expresidentes junto a Alberto Núñez Feijóo en el gran acto de la Intermunicipal del partido celebrado en Valencia hace dos fines de semana. Esta foto, volver a reunir a José María Aznar y Mariano Rajoy, en concordia, se ha considerado un notable logro de Núñez Feijóo. Se trata de una imagen que habla mucho de los equilibrios internos y las diferentes almas del PP, en la que quedó ausente el ‘casadismo’.

“Pero, ¿queda algún ‘casadista‘?”, asegura con sorna un cuadro del PP, que fue cercano a la antigua dirección ‘popular’. Lo duro es que en realidad pocos echaron de menos al anterior presidente del partido, cuando hace menos de un año de su salida del despacho de la séptima planta de Génova. La actual dirigencia ha querido que su paso por la organización quede diluido, por más que los nombres notables, e incluso bazas de cara a los próximos comicios, son hijos de su mandato. Sin embargo, a los pocos días de caer del poder, el corrimiento de posición y afinidades y cierre de filas con Feijóo fue indisimulado. Fue terrible ver cómo casi cada cargo electo o secundario del partido desempolvaba viejas fotos suyas junto a Feijóo, o incluso esgrimía su afición a hacer el Camino de Santiago, como mérito político y cercanía al nuevo presidente gallego.

LA FOTO DE FEIJÓO

El caso es que la foto de Valencia fue esmeradamente preparada por Alberto Núñez Feijóo y su equipo más cercano. Como ha trascendido, las llamadas personales a José María Aznar y Mariano Rajoy fueron claves para conseguir que los dos grandes hombres del partido se presentaran juntos en Valencia. La importancia política de esta foto es capital, sobre todo de cara al orden interno. Las dos almas del PP.

Justa o injustamente, Aznar representa los valores más ideológicos del PP, hoy vinculados a la derecha de la formación. Algo paradójico, teniendo en cuenta que el presidente entre 1996-2004, en realidad obró el viaje del PP al centro. Aznar llegó hasta el punto de reivindicar la herencia de UCD, Adolfo Suárez, pactó con el nacionalismo catalán y el PNV, e incluso la figura del presidente republicano, Manuel Azaña. Pero lo cierto es que a día de hoy es visto como el brazo ideológico del PP. No como Mariano Rajoy, considerado el presidente que eliminó la ideología del partido, sobre todo en sus seis años y medio en el Gobierno.

Un años después de su llegada al poder, Alberto Núñez Feijóo acusa por un lado el fin del llamado ‘efecto Feijóo’ (un frenazo en las encuestas, que fueron siempre muy favorables) y por otro el desgaste de gobernar un partido en shock desde que perdió el Gobierno de la nación en una moción de censura que triunfó de manera absolutamente inesperada. Con Rajoy se logró un poder inmenso, tanto por estar al frente del Gobierno del país, como por el enorme control territorial en ayuntamientos y autonomías. Hoy, aunque el PP ha ganado con mayoría absoluta en Andalucía y casi en Madrid, y dispone de amplias bases de poder como el Ayuntamiento de la capital, hay una sensación de orfandad institucional que se agrandó en los tiempos de Pablo Casado.

La referencia a José María Aznar y a Mariano Rajoy, en el imaginario ‘popular’, son dos victorias por mayoría absoluta, la hegemonía en España de las siglas. Acertado o no, la de Pablo Casado son los 66 diputados de sus primeras generales y grandes decepciones como las de Cataluña o la amarga victoria en Castilla y León justo antes de la gran crisis que lo desalojó de la séptima planta de Génova.

LA NUEVA VIDA DE PABLO CASADO

Pablo Casado vive apartado de los asuntos orgánicos del PP, aunque mantiene contacto con su círculo más cercano de colaboradores. Se deja ver poco por restaurantes y reuniones en Madrid y está empleado en un fondo de inversión. Hasta se ha mudado de domicilio. Quien ha hablado con él asegura que mantiene un aire de nostalgia relacionada con la figura del “primer ex no presidente” de la historia del PP. Unos recuerdos dolorosos para él y para buena parte de su equipo directivo en Génova.

Casado fue el gran ausente de Valencia, No solo físicamente, sino por la falta de presencia de su rastro político. Las caras que encumbró Casado, muchas aún en ejercicio y candidatos, renegaron antes o después de su cercanía, muy estrecha en algún caso. De quien nadie se acordó (tampoco Casado al mostrar su malestar) es de Antonio Hernández Mancha.

Es cierto que él no estaba y eso le molestó. Pero aún más cierto es que la senda política que inició está metida en el último cajón de Génova. Una muestra evidente y clamorosa es el desistimiento anunciado por Alberto Núñez Feijóo al recurso en el Constitucional por la ley de plazos del aborto. Feijóo marca así una etapa sin dogmatismos, alejado de planteamientos muy conservadores y, entienden en la cúpula de Génova, superados por la sociedad. El dirigente gallego está centrado en ganar unas elecciones generales que para él son el Rubicón. En contra de lo que le sucedía a Pablo Casado, que planteó una estrategia de supervivencia en Génova por si no ganaba las Generales a Pedro Sánchez, Feijóo ya ha anunciado que si no gana, se volverá a casa.

Es decir, “puerta grande o enfermería”.