Las nueces son un fruto seco y un superalimento saludable que puedes disfrutarlas en cualquier momento del día. Puedes agregarlas a tu yogur o avena para el desayuno, llevarlas contigo como un snack en la tarde, o agregarlas a una ensalada para el almuerzo o cena. También puedes incorporarlas en tus recetas de panes, pasteles y postres para añadir un toque de sabor y nutrición. Además, hay una gran variedad de tipos de nueces disponibles en el mercado, cada una con sus propios beneficios para la salud.
Por ejemplo, las nueces de Brasil son ricas en selenio, un mineral esencial que puede ayudar a proteger contra el daño celular y reducir el riesgo de enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer. Las almendras son una excelente fuente de calcio, que es esencial para la salud de los huesos, y las nueces pecanas contienen una gran cantidad de antioxidantes que pueden ayudar a proteger contra el daño celular. Si aún no estás convencido de incorporar nueces en tu dieta, aquí te presento algunas razones por las que deberías hacerlo sí o sí.
2Estudio del IISPV revela beneficios en el desarrollo cognitivo de los adolescentes

El consumo de nueces es conocido por sus beneficios para la salud en general, pero ¿sabías que también que consumir este fruto seco puede tener un impacto positivo en el desarrollo cognitivo y psicológico de los adolescentes? Un estudio liderado por el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili (IISPV) revela que comer nueces de forma habitual puede contribuir a la maduración de los adolescentes en estas áreas.
Los resultados son realmente sorprendentes, ya que los adolescentes que consumieron nueces durante al menos 100 días vieron aumentada su capacidad de atención, mejoraron su comportamiento en clase y también mostraron un aumento de las capacidades relacionadas con la inteligencia fluida.
Este tipo de inteligencia es inherente al estado biológico de la persona y no está influenciada por el aprendizaje, lo que significa que puede ser una medida de la maduración cerebral. Los investigadores evaluaron la inteligencia fluida utilizando tests cada vez más complicados, en los que los adolescentes debían descubrir patrones y resolver problemas.