En la cumbre de la OTAN se ha colado la preocupación por el cambio climático. El evento organizado en julio de 2023 para los representantes miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte tenía como objetivo tratar la incorporación de Suecia a la organización de defensa y cuestiones relacionadas con la guerra entre Ucrania y Rusia. Sin embargo, entre los puntos de interés, el cambio climático ha encontrado su lugar dentro de un encuentro de una de los principales sectores que más contaminación producen y que más afectan a los efectos del calentamiento global.
Según la OTAN, cuando las temperaturas ascienden a los 50 grados, los helicópteros «no pueden despegar debido al aire más caliente y menos denso». Por este tipo de cuestiones, la OTAN ha querido darle un lugar en el debate al cambio climático y ha elaborado tres informes de los efectos de este fenómeno sobre los ámbitos de seguridad en los que trabaja esta organización. En este sentido, la OTAN ha hecho estas publicaciones con la intención de que «los aliados comprendan mejor el impacto del cambio climático en el entorno estratégico, las misiones y las operaciones de la OTAN, y la adaptación de sus fuerzas armadas necesaria para mantener la eficacia operativa».
Además, para materializar la preocupación del órgano por los efectos climáticos sobre la seguridad y sus misiones, dentro de la agenda presidencial de los dirigentes, dejaron un hueco de 25 minutos antes de la rueda de prensa oficial del Secretario General para realizar un «Memorándum de Entendimiento Operativo del Centro de Excelencia en Seguridad y Cambio Climático de la OTAN». Con este reducido acto la OTAN da un paso más para contrarrestar los efectos del calentamiento global sobre sus propias estrategias. Sin embargo, por mucho que planteen su preocupación, la realidad es que la OTAN exigió a los países miembros el aumento de gasto en Defensa y en armamento que, según un estudio del Centro Delas de estudios por la paz, supone un aumento en los impactos medioambientales militares.
La OTAN: el hiper consumidor de combustibles fósiles
La OTAN está haciendo un esfuerzo estratégico y de mirada para plantear el cambio climático como un eje dentro de sus objetivos. Sin embargo, desde hace décadas los informes estratégicos de la OTAN sobre “seguridad climática” subrayan la necesidad de adaptarse a fenómenos meteorológicos extremos, no a prevenirlos. Sus principales preocupaciones se centran en cómo afecta la subida de la temperatura a la productividad de las misiones o al funcionamiento de sus equipos, a la vez que alertan de que el cambio climático supone «un peligro para la seguridad».
Pero la realidad científica sitúa la actividad militar de Estados Unidos, el principal inversor y miembro de la Alianza Transatlántica, como la responsable de la emisión de 212 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) durante 2017. Un dato que se desprende del mismo informe del Centro Delas, donde también señalan que el conjunto de los principales países exportadores de armas, como son China, Reino Unido, España, Israel, Italia o Turquía entre otros, son los responsables de generar el 67,1 % de las emisiones mundiales de CO2.
Los «ecotanques» de la OTAN
Entre todas las preocupaciones por la seguridad y por el «enfrentamiento» al cambio climático, la OTAN también ha dedicado un lugar al estudio de la reducción de su impacto sobre el medioambiente. En este sentido, uno de los informes publicados en esta cumbre se centra en «la introducción de políticas y procedimientos relevantes en sus fuerzas armadas mientras reducen su huella ambiental». En este sentido, en 2022 el secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, afirmó que la OTAN pretende reducir «las emisiones que causan el efecto invernadero en al menos un 45% para 2030 y, a cero, para 2050».
Pero más allá de las declaraciones oficiales, la OTAN está haciendo grandes aportaciones militares a la guerra de Ucrania, tanto en la construcción como en la venta de material armamentístico al país de Zelensky. En concreto, Los tanques con los que está participando en este conflicto destacan por el alto consumo de combustible y por la alta huella de carbono que dejan. Por un lado, los Leopard 2 alemanes consumen 500 litros de Diesel a los 100km. Por otro, The Wall Street Journal informó de que los tanques enviados a Ucrania desde EEUU estaban armados con proyectiles de uranio empobrecido, tal y como había pedido el Pentágono.
Así, la OTAN deja claro, tanto con sus informes como con sus acciones, que su preocupación por el cambio climático está relacionada con cómo afecta a sus misiones en territorios donde las temperaturas no permiten una correcta ejecución o con la seguridad. Más allá de cómo perjudica a sus objetivos, la OTAN está muy alejada de los objetivos medioambientales planteados por los países de la Alianza fuera de materia de Defensa.