El Sahel, uno de los puntos destacados en la agenda exterior española

El Sahel y la crisis que esta atravesando dicha región desde hace más de 15 años no son ignorados por las políticas exteriores españolas desde hace tiempo. Las noticias que llegan de Níger estos días y la escalada de la influencia rusa en los últimos años en los países del llamado ‘África francés’ están tensionando la zona y haciendo tambalear los intereses de Francia y la Unión Europea en una región asolada por el hambre y el terrorismo de corte islámico.

Y es que el Sahel desde hace más de 10 años es vital para las políticas internacionales de España, especialmente desde 2011, cuando cayó el líder libio Muamar el Gadafi. El asesinato del dictador supuso una diáspora por el Sahel de los diversos grupos mercenarios, especialmente Tuaregs, que estaban al servicio de Gadafi. Estos grupos conectaron con los yihadistas y delincuentes de la zona y convirtieron la región en un polvorín y en una de las prioridades políticas de España en materia de seguridad.

Con este caldo de cultivo España dejó de ignorar lo que allí se estaba ‘cociendo’ hacía algo más de una década. Una zona donde las mafias del trafico de personas campaban a sus anchas con cierta complicidad de las autoridades locales. Unas mafias que comenzaban a explotar las rutas migratorias que conducían a cientos de personas desesperadas desde la costas de Senegal y Mauritania a territorio español, especialmente en las Islas Canarias.

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Desierto del Sahel y sus duras condiciones de vida

Este hecho hizo que el Sahel ignorado hasta este momento en la historia de España tomase mucha importancia tras las llegadas masivas de migrantes procedentes de países como Senegal, Malí, Níger o Burkina Faso. La opinión pública española comenzó a familiarizarse con estas nacionalidades y con las travesías en cayucos o embarcaciones precarias que llegaban a las costas de Canarias o Andalucía, después de duras travesías por el desierto y por el mar por parte de estas personas que huían de una de las regiones más pobres del mundo.

Entonces el estallido de las diferentes crisis migratorias forzó acuerdos bilaterales entre España y Unión Europea con los países neurálgicos en la salida de embarcaciones para controlar los flujos migratorios llegados al territorio español, una situación que se sigue hasta ahora, especialmente en las costas de Senegal y Mauritania donde la Guardia Civil española ayuda en la vigilancia de esos movimientos y adiestra a los militares y policías de estos países para combatir a estas mafias.

El SAHEL VITAL PARA LAS POLÍTICAS DE SEGURIDAD DE PEDRO SÁNCHEZ

La región, como ya hemos comentado, es vital para las diferentes políticas de seguridad y control migratorio que está aplicando Pedro Sánchez desde que asumió la presidencia de España. Como muestra de todo esto es que el primer viaje de Pedro Sánchez al extranjero tras la pandemia mundial de 2020 tuvo como destino Nuakchot, capital de Mauritania, en el marco de la Cumbre Internacional sobre el Sahel, que se celebró allí.

El viaje tuvo una gran carga simbólica y mostró la prioridad que el Ejecutivo español da a las difíciles circunstancias que se viven en la zona, envuelta en un conflicto religioso y social desde el 2012 y que estos últimos años se ha agravado notablemente, a esto hay que sumar que países como Malí, Burkina Faso o el propio Níger ya forman parte de la órbita rusa y han despertado un fuerte sentimiento anti francés y anti Unión Europea.

Consecuencia de esto, es la casi desaparición del G5 del Sahel, una entidad compuesta por Mali, Burkina Faso, Níger, Chad y Mauritania, que contaba con el apoyo de Francia, antigua potencia colonial de la zona, para controlar la situación prebélica que se da en estos países y que a día de hoy está inactivo y al borde de desaparecer como organización por el ya comentado sentimiento anti francés que hay en la zona.

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Militares de Burkina Faso en su lucha contra el yihadismo

Para apoyar al G5 del Sahel el ejército galo llegó a tener a cerca de 6.000 soldados desplazados que contaban con el apoyo de unos 500 efectivos españoles entre soldados y guardias civiles que tenían como principal misión luchar contra el terrorismo.

La presencia de españoles y franceses, que en muchas ocasiones eran los únicos europeos desplazados a la zona, mostraba la importancia que para estos dos países tiene lo que sucede en la región. También su presencia y sus ayudas económicas ponen en valor la importancia que tiene la zona para la Unión Europea en diversos temas como seguridad y lucha contra el terrorismo yihadista, fortalecimiento de la transnacionalización de las fronteras y freno de las migraciones, así como del tráfico de personas y nuevas rutas para el tráfico de armas y drogas.

Las cifras de esta crisis se están desbordadas en estos últimos años. A los más de 20.000 muertos que se ha cobrado el conflicto, se suman los más de cinco millones de desplazados que ahora mismo hay en el Sahel hacinados en diferentes campos de refugiados entre Níger, Mali y Burkina Faso. Además, según informa Médicos sin Fronteras y Unicef, otros ocho millones de habitantes de la región están en riesgo de hambruna severa, a los que habría que sumar los que surjan del incipiente conflicto de Sudán.

ORIGEN DEL CONFLICTO

La situación actual de Níger y sus consecuencias energéticas para Francia son la gota de una situación que se generó a principios del año 2012, tras la caída de Muamar el Gadafi en Libia. Después de su derrocamiento, miles de mercenarios tuareg abandonaron suelo libio y pasaron a la zona del Sahel donde su convivencia nunca ha sido tranquila con los débiles gobiernos locales al no reconocer ninguna autoridad.

Entonces los diferentes grupos de tuaregs iniciaron una revuelta armada en el norte de Mali, reclamando un estado propio y poniendo seriamente en jaque al gobierno maliense que contó con la ayuda militar de Francia para sofocar la sublevación. Pero esta coalición, a pesar de derrotar en un inicio a los rebeldes tuaregs, no pudo frenar la extensión del conflicto al resto de países de la región y a la pérdida del norte del Malí, totalmente controlado por las milicias Tuaregs adscritas a Al Qaeda en su mayoría y que quieren conformar un estado independiente.

Esa expansión contó con la porosidad de las fronteras y la debilidad política de los gobiernos en las zonas desérticas del Sahel. El conflicto cuenta con grupos armados autóctonos de cada país que tienen como aliados a los principales actores terroristas del mundo. En un extremo está Al Qaeda en el Magreb Islámico y en otro el Estado Islámico en el Gran Sáhara, marca del Daesh en la zona, que también están enfrentados entre si.

Una situación realmente complicada para una zona con especial interés para Francia y España en materia energética y de seguridad. Los numerosos intereses económicos que Francia –España en menor medida–, tiene en sus excolonias del Sahel: oro, gas, petróleo y pesca son alguno de los sectores donde el país galo tiene fuertes intereses y que marcarán futuras acciones de los gobiernos galos. Los próximos meses serán vitales en una de las regiones cuyo crecimiento demográfico es muy fuerte y cuya desestabilización puede verse reflejada en la frontera sur española y de la UE. 

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Mujeres desplazadas por la hambruna y el terrorismo en el Sahel