Santiago Abascal intenta aplacar el ruido interno mientras es comparado con Rosa Díez y Albert Rivera

¿Correrá Vox el futuro que sufrieron UPyD o Ciudadanos? Algunas voces en el centro-derecha especulan con que en esta legislatura la formación ultraderechista podría caminar a la desaparición, a pesar de formar parte del Gobierno de Comunidad Valenciana, Aragón o Extremadura.

Santiago Abascal hace oídos sordos a los pronósticos más pesimistas y parece centrase en lamentar que Francina Armengol haya sido designada como presidenta del Congreso ya que, según él, «está mucho más cerca de la investidura de un gobierno de destrucción nacional, un gobierno que acuerde conceder a los golpistas el referéndum de autodeterminación».

El líder de Vox se muestra abierto a apoyar al PP de Alberto Núñez Feijóo «para evitar un gobierno de destrucción nacional, que recupere la normalidad democrática y que recupere la neutralidad de las instituciones».

Eso sí, Abascal está dolido con su expartido porque le ha dejado sin presencia en la Mesa: «No parece que impedir que la tercera fuerza política de España esté en la Mesa del Congreso de los Diputados sea precisamente recuperar la normalidad democrática y la neutralidad de las instituciones».

«Nosotros vamos a volver a hablar con el Partido Popular para entender qué es lo que quieren hacer y si están de verdad dispuestos a hacer un esfuerzo para evitar ese gobierno de destrucción nacional», añadió.

SIN FACCIONES

La marginación en las listas de las generales de Víctor Sánchez del Real y Rubén Manso, y especialmente la dimisión de Iván Espinosa de los Monteros, ha abierto grietas internas en Vox para alegría de exdirigentes como Macarena Olona.

Santiago Abascal ha intentado aplacar el ruido interno: «He leído en los medios de comunicación hablar de facciones, desde facciones liberales, hasta facciones nacional-católicas, falangistas, incluso facciones preconciliares. Me gustaría poder ver en esas informaciones un solo asunto programático en el que un diputado de Vox, un dirigente de Vox, haya manifestado discrepancias con las medidas que Vox presentó en Vistalegre, con la Agenda España o con el programa de Vox en estas elecciones generales».

El líder de la formación ultra dice que «en Vox cabe todo el mundo que quiera defender la unidad nacional, que quiera defender la libertad de los españoles en todos los órdenes, también en el económico. La libertad de los padres para escolariza a sus hijos, que quiera defender las fronteras, que quiera combatir la inmigración ilegal y que quiera defender la soberanía energética. Los que quieran sembrar división y discordia, o los que apuesten por los personalismos, evidentemente, no tienen cabida en Vox».

No parece querer tenerla Rubén Manso, que pronostica que «muchos de los votantes de Vox votarán a partir de ahora al PP, por aquello del voto útil o del mal menor. Otros muchos se quedarán en la abstención o el voto en blanco. El conjunto de fuerzas no nacionalistas a la derecha del PSOE perderá votantes, salvo que el PP se sacuda sus complejos y entienda que sólo no agradando a la izquierda actual y sus enloquecidos aliados puede volver a gobernar para hacer lo que hay que hacer».

«Y lo que hay que hacer es parar, primero, y reducir, después, el Estado hasta fijarlo en lo que son sus funciones, porque más allá de ellas se convierte en un obeso gigante de apetito desenfrenado que devora a quien tiene que servir: la vida, la libertad individual y la propiedad», añade.

Manso dice que «Vox será el primer partido de la derecha no convencional que fracasará en Europa por haber optado por ser lo que sus enemigos le decían que era. Como algunos adolescentes, ha decidido castigar a sus padres comportándose de manera irresponsable, porque Vox tenía una responsabilidad de la que ha dimitido».