El PSOE vira su veleta para contentar a Junts

Todo vale en el PSOE para tratar de amargar la investidura del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Los socialistas de Pedro Sánchez tratarán de amarrar sus opciones con el inestimable apoyo de Junts, cuyos votos son decisivos para encumbrar a uno u a otro. Los ‘populares’ hablarán con los independentistas liderados desde Waterloo por Carles Puigdemont, pero no negociarán ni tampoco exigirán su voto para obtener el asiento en La Moncloa.

Desde la bancada ‘popular’ tienen clara esta postura desde el desafío independentista de Artur Mas, mientras que el PSOE ha hecho girar su veleta y poner rumbo hacia terrenos desconocidos y peligrosos al depender de grupos que buscan la ruptura con España.

El PSOE inició la exploración por estas tierras pantanosas en 2006, con José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Ejecutivo. En la Generalitat, por su parte, se situaban Pasqual Maragall y José Montilla con el Estatuto de Cataluña encima de la mesa como principal promesa. Aquel texto, tumbado en 2010 por el Tribunal Constitucional, fue el inicio del levantamiento del movimiento independentista, todo con el fin de mantener el poder a toda costa. «Apoyaré el Estatut que apruebe el Parlamento de Cataluña», afirmó el entonces líder socialista.

DEL ESTATUT A LOS INDULTOS, LA VELETA DEL PSOE

En ese texto se incluía que el catalán fuera la única lengua vehicular o que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña era la máxima autoridad judicial, por encima del Tribunal Supremo y del Constitucional. También se exigió la disposición adicional tercera, que establecía una inversión en infraestructuras similar al PIB que aporta Cataluña al total de España.

«Papel mojado», según sentenció el TC. La corriente nacionalista dentro del PSC prosiguió después de aquel varapalo e incluso diputados de la formación, como Meritxell Batet, a la postre presidenta del Congreso, fue expedientada y multada por no seguir las directrices del partido, mientras la formación aprobaba su apoyo a la aplicación del artículo 155 de la Constitución tras el 1-O. Los socialistas se comportaron entonces como un partido de Estado ante el desafío separatista, pero el cambio radical llegó en 2018, un año después.

La llegada de Sánchez cambió las tornas en la distanciada relación con Junts y ERC con el PSOE. Los cambios en la acusación del juicio del procés, los indultos y las reformas del Código Penal son una muestra de ello. Todo ello, por la premura de llegar a un acuerdo y poder gobernar en España. Los socialistas, no obstante, no han satisfecho el apetito devorador de los independentistas y éstos exigen ahora una ley de amnistía, entre otras prebendas, para otorgar su necesario apoyo al PSOE.

PUIGDEMONT EXIGE AL PSOE LA AMNISTÍA

Los socialistas confían en una derrota del PP en la investidura de Alberto Núñez Feijóo. Será en la decisiva segunda vuelta cuando los votos de Junts decidirán, siempre y cuando no haya sorpresa con el PNV. Los ‘populares’ penden de cuatro escaños, pero el PSOE espera que tanto los nacionalistas vascos como los catalanes otorguen la victoria cuando Sánchez se presente, siempre y cuando el Rey Felipe VI así lo designe.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y líder del PSOE, pone a España en venta con la deuda
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y líder del PSOE, pone a España en venta con la deuda

En la hipotética derrota de Feijóo, el PSOE escenificará que ha derrotado al PP, pese a que los ‘populares’ obtuvieron 16 escaños de diferencia. Los socialistas buscarán todo subterfugio para dar todas las opciones a Sánchez y reeditar el Gobierno. Por el momento, las conversaciones con Junts van muy despacio, demasiado lento. Puigdemont no tiene ninguna prisa a la hora de dar la orden de apoyar al PSOE y exige la amnistía. Eso sí, hay contactos entre ambas formaciones.

JUNTS YA HA ARRANCADO LOS APOYOS DEL PSOE

Junts ha dado gestos de acercamiento, así como el PSOE, que ha aceptado entregar diputados para acallar las voces más críticas del independentismo y de paso las posibles críticas internas, ausentes en este intercambio de asientos para entregar a Junts diputados por Lleida y Tarragona. Ni García-Page ni Vara han levantado la voz, como tampoco lo ha hecho el aragonés Lambán. Todo ello, con el objetivo de alcanzar La Moncloa a toda costa.

el PSOE tendrá que utilizar la vía de la confrontación para agitar a los suyos y mantener la tensión

El relato ganador de Sánchez tras perder las elecciones se ha impuesto en el seno del PSOE, que se ha autoerigido como el líder de las fuerzas progresistas y de izquierdas, con los derechistas del PNV y la derecha exacerbada catalana que consagra Junts. De hecho, a nivel económico los programas llegan a ser antagónicos.

Sin posibilidad de acuerdo en la economía ni tampoco en la ideología, la única vía para atraer a los independentistas pasa irremediablemente por la amnistía para Puigdemont y un referéndum acordado con el Estado. Esta opción no se quiere ni ver en pintura encima de la mesa de negociación, más tras la aplicación del 155. No obstante, el Gobierno en funciones entraría en una espiral judicial con incierto resultado.

SÁNCHEZ LLEVA EL BARCO DEL PSOE A RUMBO DESCONOCIDO

Y es que, para la amnistía es necesaria una condena y Puigdemont no está por la labor de pisar una prisión en España. El caso sangrante fue el de los indultos, que ha pasado factura en las urnas al no lograr los escaños del pasado.

En caso de obtener la amnistía, Junts y Puigdemont tendrán una nueva baza para mostrar su músculo ante los de ERC de Oriol Junqueras. De esta forma, el PSOE tendrá que utilizar la vía de la confrontación para agitar a los suyos y mantener la tensión para tratar de exhibir un poder que no tiene. Por un lado, ha perdido en el Senado, con una aplastante mayoría absoluta para el PP, y los ‘populares’ han ganado un gran poder autonómico.

Tan sólo les queda ahora La Moncloa para exhibirlo y en caso de perderlo, los socialistas entrarían en una espiral de destrucción, donde las críticas internas sí tendrán una mayor repercusión. Un giro de veleta que podría tener un doble filo y en vez de amarrar la nave en aguas cristalinas podría llevar el barco hacia el arrecife y sus rocas.