La Guardia Civil no tiene ni para folios

La Benemérita está bajo mínimos. La situación de sus cuarteles, de sus dependencias y de sus condiciones laborales se mezclan con la falta de material de todo tipo, llegando al extremo de no tener ni folios en las oficinas, de tener que reutilizar sobres o de que unos zapatos de uniforme puedan tardar hasta dos años en llegar. Estas son algunas de las condiciones en las que tienen que trabajar día a día el personal de la Guardia Civil, uno de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que viven dependientes de dos ministerios: el de Interior, regentado por Fernando Grande-Marlaska y el de Defensa, con Margarita Robles al mando.

En cada parte del país, el problema de material que tienen varía. Mientras que en Málaga, estos uniformados han informado esta semana que no cuentan con la vestimenta adecuada para ayudar a vaciar las casas de barro y agua, consecuencia de la DANA que ha calado al país; otras zonas como la Valencia tienen que repartirse los folios licitados entre siete compañías diferentes, teniendo que viajar a Sagunto varios días a la semana solo para poder tener hojas de papel. Esta situación es la que relata el secretario de comunicación de la Asociación Unificada de Guardias Civiles de Valencia, donde asegura que la falta de material de oficina es algo que «siempre ha pasado» pero que en los últimos dos años «la situación ha ido a peor».

Desde esta asociación, justifican esta falta de material con que «no están licitando» desde las instituciones. Aseguran a Moncloa.com que se trata de «una cuestión económica», ya que «los precios han subido, pero el presupuesto sigue siendo el mismo». Así, como consecuencia de la falta de inversión, la Guardia Civil de Valencia tiene que enviar a los juzgados «todos los oficios en un mismo sobre». Una falta que también se nota en material tan básico como son los bolígrafos, los sobres o las carpetas.

Uniformes que no llegan y coches del año 2000

La benemérita no solo nota el abandono en las oficinas, también en la vestimenta que necesitan y que corresponden a su puesto. En lugar de poder tener acceso a pantalones, botas, camisetas o gorras cuando lo necesitan, la Dirección de la Guardia Civil creó un programa interno llamado Alfil con el que los agentes acumulan puntos que pueden cambiar por material. Así, desde la institución dan un tiempo de uso al uniforme, de tal manera que si un Guardia Civil necesita un pantalón o una gorra antes de lo que estipula ese tiempo, no se le concede.

Aunque desde la AUGC aseguran que se trata de «una buena iniciativa», también relatan que el problema se encuentra en que «no hay vestuario desde los últimos tres años», por lo que aunque un agente tenga puntos y haga un pedido, puede estar esperando su material reglamentario hasta dos años. Además, a esta falta de uniforme se une la flota de coches, que aunque muchas ya han sido renovadas, hasta este año contaban con vehículos que fueron fabricados hace veinte años.

Unas dependencias con muebles de segunda mano

Junto a la falta de material y de uniformes, la Guardia Civil cuenta con unas dependencias que desde la AUGC definen como «tercermundistas». Al entrar a un cuartel o a una comisaria se puede apreciar a simple vista que las paredes no están limpias y que el mobiliario es antiguo y que está en mal estado. El día que los organismos oficiales o los juzgados renuevan su decoración, es un momento «de suerte» para la Benemérita y es que, desde la AUGC, informan a Moncloa.com que los muebles de sus dependencias son «los que van a tirar de otros edificios públicos». Por tanto, en lugar de contar unas oficinas «decentes y renovadas», la Guardia Civil va cambiando su mobiliario con los muebles de segunda mano de otras instituciones.

Así, este cuerpo de las Fuerzas y Cuerpo de Seguridad del Estado tienen que trabajar en condiciones de precariedad, con linternas que tienen que pagar de su propio bolsillo para poder hacer bien su trabajo o sin los conocidos «lazos», grilletes de un uso que facilitan una intervención en el caso de tener que esposar a más de una persona. Toda esta falta de material se une a la precariedad laboral, a turnos interminables, a perdidas de días de descanso o a la ausencia de plantilla, cuestiones que se alejan de unas condiciones laborales dignas para que la Guardia Civil pueda ejercer su trabajo de una manera eficiente y correcta.