Cinco agentes de la Guardia Civil y otro más de la Policía Nacional fueron brutalmente agredidos en la pasada madrugada del viernes al sábado en Castro Urdiales. El hecho recuerda demasiado al ataque producido en Alsasua, donde jóvenes la emprendieron contra los agentes de la Benemérita sin mediar provocación ni altercado alguno previo.
Los seis uniformados salían de una celebración de Navidad, como las miles que se convocan al sur y norte de España, pero esta iba a ser muy diferente. Eran las 4.00 de la madrugada, todos ellos con ánimo alegre, festejando la llegada de la Navidad y hablando por las calles del municipio cántabro. Todos ellos se dirigían a su domicilio, a dormir y descansar de una buena velada, hasta llegar al cruce de García Basoco con S.XX.
Allí, un tipo con el odio en las venas junto a otros dos jóvenes salieron a su paso para comenzar a insultar y amenazar a los agentes. Los propios gendarmes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional trataron de calmar los ánimos con buenas palabras e incluso dos de ellos logran separar momentáneamente la tensión.
DE INSULTOS A USAR EL CINTURÓN CONTRA LA GUARDIA CIVIL
Para ello, los agentes de la Guardia Civil se identificaron como tales verbalmente. Tras considerar que han controlado la situación, continúan la marcha, dando la espalda a los agresores. Un error fatal. «Picoletos de mierda», «hijos de p…, chivatas, perros», «sois unos p… perros, os vamos a reventar», fueron algunos de los insultos que recibieron. Los jóvenes que acompañaban al agresor salieron corriendo en busca de más ayuda para pelear contra los agentes, el corpulento, por su parte, se quedó allí esperando el momento preciso para propinar el fuerte golpe.
Con el cinturón en la mano y la hevilla por fuera, golpeó sin más a un agente rompiéndole el tabique. Otro de los agentes trató de quitar el cinturón y reducir al agresor, pero debido a su envergadura pudo zafarse y continuar la pelea. Instantes después, la calle se llenaba de gente con ganas de sangre de los agentes de la Guardia Civil. «Ahora sí que tenéis un problema», espetaban desafiantes.
LA AMENAZA A LA GUARDIA CIVIL: AHORA SÍ QUE TENÉIS UN PROBLEMA
El agente que trató de reducir a quien rompió la nariz a su compañero se alejó momentáneamente de la zona para pedir ayuda a una compañera y que llamara a la patrulla.
Del local comenzaron a salir entre siete u ocho personas. Entre tres de ellos, incluyendo al gran corpulento ‘Aitor’, acorralaron al agente y el violento soltó su mano envuelta con el cuero y la hevilla de hierro contra su cara. Tal fue el brutal ataque que la primera víctima estuvo un tiempo sin consciencia, bañado en un gran charco de sangre y con una pérdida de la noción del tiempo y el espacio.
No contentos con ello, prosiguieron dando patadas y puñetazos a quien ya no tenía consciencia alguna. El compañero que contemplaba todo desde apenas diez metros corrió a socorrerle abalanzándose sobre él y protegiéndole con su propio cuerpo de los golpes. La salvaje agresión continuó, esta vez con el objetivo puesto a quien estaba encima. Puñetazos y patadas en los costados, pero esta vez sin poder identificar a los autores de esta vil agresión a agentes de la autoridad.
UNA LLAMADA Y UNA NARIZ ROTA EN CASTRO URDIALES
En ese momento y tras una llamada a emergencias, aparecieron sus compañeros del acuartelamiento. Éstos tuvieron que emplearse a fondo para reducir al corpulento y violento hombre. Al menos tres agentes, según señalan fuentes policiales consultadas por este medio.
Desde abajo, en el suelo, el protector del compañero con el tabique roto veía como era detenido el corpulento hombre, aunque éste había intentado de nuevo golpear a otro de los uniformados con tricornio, quienes vestían de paisano en el momento de los hechos.
El agente con el tabique roto contempló la escena de la detención, mientras sus compañeros realizaban el protocolo para trasladarle primero al ambulatorio y de ahí al hospital para que fuera atendido por los facultativos sanitarios.
La Guardia Civil ha detenido a cuatro de los asaltantes de esta agresión, mientras cinco guardias civiles tuvieron que ser atendidos por lesiones. Tres de los arrestados, según las mismas fuentes, son del pueblo cántabro, mientras que otro es de Vizcaya. Las víctimas se encontraban fuera de servicio y estaban a tan solo un centenar de metros del cuartel. Tan solo unas horas después de la detención, el juez ha imputado por supuestos delitos de atentado contra la autoridad, de odio, lesiones y desórdenes públicos.
OBJETIVO: LA GUARDIA CIVIL
Este hecho recuerda a la noche del 14 al 15 de octubre de 2016, cuando el teniente Óscar Arenas y el sargento Álvaro Cano fueron a tomar unas cervezas junto a sus parejas en el pueblo de Alsasua. Con una pregunta empezó todo. «¿Tú eres madero?», cuestionó uno de los clientes al teniente.
El grupo de chavales inició la pelea de la misma forma que este pasado sábado. «Hijos de p…, picoletos», a los que se añadieron «cabrones y txacurras». De ahí a las amenazas pasaron solo segundos: «Esto os pasa por venir aquí, os vamos a matar por ser guardias civiles…», mientras llovían puñetazos y patada, tal y como detalló el Tribunal Supremo en su sentencia.
Una vez fuera del bar, de nuevo las amenazas e insultos. «Teníais que estar muertos, dale más fuerte al puto perro», profirieron los agresores. Para sacarles del bar comenzaron a realizar un pasillo diabólico, propinando patadas y puñetazos. En total, 25 desalmados contra dos guardias civiles.
LAS AMENAZAS SE REPITEN CONTRA LA GUARDIA CIVIL
No obstante, lo peor estaba fuera. Allí esperaba una multitud a los dos agentes. Los golpes siguieron en una agresión sin precedentes. Se escuchó «al teniente hay que reventarlo», «txakurras» e «hijos de puta». Las amenazas también: «Os vamos a matar por ser guardias civiles» o «esto es lo que os va a pasar cada vez que bajéis de allí».
La salvajada tan solo tuvo ocho culpables, cuyas condenas oscilan entre el 1 año y medio a 9 años y medio a los ocho de Alsasua. Como ha ocurrido este sábado, los delitos a los que se enfrentaron son atentado a agentes de la autoridad, lesiones, desórdenes públicos y/o amenazas.
A pesar de los insultos, ninguno de los acusados tuvo que afrontar penas mayores al no considerarse la agravante de discriminación. La sentencia estima que no se podía aplicar y subraya que los hechos probados son execrables y reflejan una motivación abyecta en cuanto refieren que la agresión se produjo al constatar que las víctimas eran miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. No obstante, hubo dos votos particulares que sí consideraron válida esta aplicación.