Desde los áridos desiertos de Marruecos hasta los animados mercados de Túnez, el cuscús es un platillo versátil que ha conquistado paladares alrededor del mundo. Este grano de sémola de trigo es como un lienzo en blanco para los cocineros, listo para absorber los aromas y sabores de las especias y caldos en los que se cocina.
Pero, lo que realmente transforma al cuscús es la creatividad con la que se fusiona con otros ingredientes, resultando en experiencias culinarias que trasladan al comensal a exóticos destinos con cada bocado.
1UN VIAJE AL CORAZÓN DE MARRUECOS

La cocina marroquí es conocida por su rica combinación de sabores y especias. El cuscús tradicional de Marruecos suele disfrutarse durante el día grande de la semana: el viernes. Cocinado con un caldo de carne y verduras, es un festín que invita a la familia a reunirse alrededor de la mesa. Dentro de la olla, el cuscús se cocina al vapor, sobre un guiso especiado de carne de cordero, pollo o ternera, junto con zanahorias, calabaza y garbanzos, absorbiendo la esencia de cada añadido. Para un toque aún más auténtico y exótico, se corona con pasas y almendras tostadas, que añaden dulzura y textura al plato.
La preparación de este plato es un arte que requiere paciencia y precisión, pues el cuscús debe estar ligero y separado, nunca apelmazado. Esto se logra remojando y trabajando los granos entre las manos con aceite y un poco de agua, para después cocerlo al vapor varias veces hasta su punto perfecto. La esencia del cuscús marroquí no solo reside en sus ingredientes, sino en la dedicación que se refleja en cada grano perfectamente cocido.