A partir de 1994 se comenzó a ver en las pantallas de cine al actor Skeet Ulrich con papeles pequeños, pero que le servían para vivir bien, pero lejos de un reconocimiento masivo como tal. Su salto más grande se dio cuando fue parte de la saga de ‘Scream’, que incluso hasta el 2023 le dio trabajo con su entrega número 6. Sin embargo, varios años antes de la primera que hizo (1996), su vida era muy distinta y tiene una historia perturbadora.
La carrera de Skeet Ulrich tuvo mucho éxito gracias a ‘Scream’ pero cabe destacar que desde antes ya había hecho algunos papeles que lo metieron de lleno en la industria, como cuando trabajó como el hermano de Sharon Stone en ‘Condenada’. Sin dudas su salto a la fama se dio en el film del género terror slasher, haciendo el papel del novio maligno de Neve Campbell. Antes su vida era muy distinta…
La vida de Skeet Ulrich no siempre fue tan positiva como tras hacer ‘Scream’
Fue el propio actor estadounidense quien se encargó de contar la dura historia de su infancia, lejos de la buena vida que tiene ahora que es una estrella de cine. «Mi hermano y yo cuando teníamos 6 y 4 años fuimos secuestrados por nuestro padre biológico, al que no conocíamos a la mitad de la noche», comenzó contando Skeet Ulrich en una reciente entrevista.
Tras esto dio algunas precisiones más: «Es algo muy raro. Toda mi familia es de la parte de Nascar, pilotos de carrera, de ese ambiente. En los 70 no se hacía mucho dinero con eso y estaban mucho tiempo fuera. Mi padre biológico llegó y nos metió en una camioneta de mudanza y nos llevó a Miami».
La cruda anécdota de lo que le tocó vivir cuando estaba con su padre
Lo curioso de esta historia es que en realidad Skeet Ulrich nunca estuvo con su papá realmente. «Nos dejó con la mujer con la que estaba casado y ella nos odiaba y nos fuimos mudando por 4 años con distintas personas, sin que nuestra madre nos encuentre«, comenzó contando.
Además, hubo una parte aún peor en la infancia del ahora exitoso actor de Scream. «La esposa de él nos dejó con su padre, que era como un tipo de la Marina. Si no comíamos con el tenedor tal como nos pedía él, nos golpeaba. Debíamos masticar 32 veces para que no nos golpee con su cinturón. Mi mamá me encontró porque tuve una cirugía a corazón abierto, con 25% de posibilidades de sobrevivir», finalizó.
