El mito más temible sobre el espacio incluye cadáveres y huesos humanos. Según este mito, en el cosmos se esparcieron restos de astronautas que murieron en una misión y que, como es obvio, no pudieron ser rescatados.
De acuerdo a esta teoría, en el espacio quedaron flotando los trabajadores que seguían con sus trajes especiales y que, de acuerdo a la alta gravedad del lugar, rebotaron en diferentes planetas e incluso en la Luna. Estas versiones fueron estudiadas por especialistas quienes, por el momento, no arrojaron resultados al respecto.
El mito sobre huesos humanos en la Luna
El mito sobre los restos de humanos que están esparcidos en el espacio, no fue confirmado pero las versiones de diferentes conspiranoicos aseguran que los restos de astronautas que quedaron en el éter, podrían haber chocado contra ella. De esta manera, los huesos de estos hombres habrían quedado esparcidos en la Luna.
Aunque no hay evidencia empírica de este postulado, sí se realizaron estudios para comprobar qué pasaría con el cuerpo humano en el espacio en caso de muerte. El proceso de descomposición sería diferente en estos lugares debido a que la gravedad permite que la sangre no se acumule. Las condiciones climáticas en lugares como la Luna, donde las temperaturas de frío y calor son extremas, influyen en la natural descomposición del cuerpo por lo que, según expertos, el cuerpo humano permanecería casi igual.
Del mito a la realidad: el único hombre que fue enterrado en la Luna

Eugene Merle Shoemaker fue un físico y astrónomo estadounidense que trabajó tanto en el Servicio Geológico de Estados Unidos, como en el Instituto Tecnológico de California. Esta persona llevó adelante estudios que contribuyeron a la investigación en esta materia y descubrió que los cambios geológicos repentinos podrían deberse a la caída de un meteorito procedente del espacio.
Por este motivo, la búsqueda de asteroides en la órbita de la Tierra se convirtió en una de sus obsesiones. Es por esto, que el lugar donde yacen sus restos no es sorpresivo. Tras su muerte en un trágico accidente de tráfico en Australia, la sonda espacial Lunar Prospector esparció sus cenizas en la Luna. Los restos fueron llevados en el vehículo lunar Prospector, de la NASA, y fueron contenidos en una cápsula de 8 centímetros de largo y siete de diámetro, envuelta en una funda de aluminio sellada al vacío que también llevaba grabado con láser su nombre y sus fechas de nacimiento y muerte.