El término “pincho” resuena en la gastronomía española con una fuerza innegable. Originario del País Vasco, el pincho se ha expandido por todo el territorio, representando la esencia de la cocina en miniatura. Es una tradición arraigada en los bares y tabernas de España, donde cada región ofrece su versión única. Ya sea una simple rebanada de pan con un pequeño trozo de tortilla o una sofisticada elaboración con ingredientes premium, el pincho es una experiencia de la gastronomía que ningún visitante puede perderse.
Uno de los pinchos más icónicos es la croqueta, un bocado que ha conquistado el paladar de todos los que tienen la fortuna de probarlo. La croqueta, con su exterior crujiente y su interior cremoso, se ha convertido en un símbolo de la cocina casera española. Prepararla en casa puede parecer una tarea compleja, pero con los ingredientes y pasos adecuados, es posible lograr una croqueta perfecta que rivalice con la de los mejores bares de tapas.
El arte de la masa: la base de la croqueta

Para preparar este pincho, el primer paso es dominar la bechamel, la base que da vida a la croqueta. Una buena bechamel requiere de harina, mantequilla y leche en las proporciones justas. Comenzar derritiendo la mantequilla en una sartén a fuego medio, para luego añadir la harina y remover hasta obtener una mezcla homogénea. Poco a poco, se incorpora la leche caliente, sin dejar de batir, hasta conseguir una textura suave y sin grumos. Este proceso es crucial, ya que una masa bien hecha garantizará que el pincho tenga ese interior cremoso tan característico.
Una vez lista la bechamel, es momento de añadir el ingrediente estrella que dará sabor a la croqueta. Tradicionalmente, se utiliza jamón serrano, aunque las variantes son innumerables: pollo, bacalao, espinacas, o incluso queso. Incorporar el jamón finamente picado a la masa y dejar enfriar por completo. Este es un paso fundamental, ya que la masa necesita reposar antes de poder formar las croquetas.
El rebozado: el toque final del pincho

Con la masa ya fría, llega el momento de formar las croquetas, un paso decisivo en la creación del pincho. Con las manos, se moldean pequeñas porciones de masa en forma ovalada o redonda, según la preferencia. A continuación, se pasan por harina, huevo batido y finalmente por pan rallado. Este triple rebozado es lo que le dará a la croqueta su característico exterior dorado y crujiente.
El último paso consiste en freír las croquetas en abundante aceite caliente, asegurándose de que el aceite esté a la temperatura adecuada para que el pincho no absorba demasiada grasa. Una vez doradas por todos lados, se retiran y se dejan escurrir en papel absorbente. El resultado es un pincho perfecto, crujiente por fuera y suave por dentro, ideal para compartir en cualquier ocasión.
Las croquetas, más allá de ser un simple pincho, son una obra maestra de la cocina española que se disfruta en cada bocado. Al preparar esta receta en casa, no solo se recrea un sabor tradicional, sino que también se mantiene viva una de las tradiciones más queridas de España.