En la provincia de Salamanca, existe un refugio serrano donde el verano adquiere una melodía distinta, una donde el murmullo constante del agua fresca acompañando el paseo se convierte en la banda sonora de una escapada inolvidable. Candelario, con su estampa de postal y su singular arquitectura, no es solo un pueblo bonito más de la geografía española; es una experiencia sensorial, un viaje a un tiempo donde la vida transcurría a otro ritmo, y donde la sabiduría popular supo integrar la naturaleza en el día a día de una forma asombrosamente armónica y bella.
Este enclave, declarado Conjunto Histórico-Artístico, es mucho más que piedra y madera bien conservadas. Es la promesa de un respiro del calor estival, un lugar donde las famosas ‘regaderas’ que recorren sus empinadas calles no son un mero adorno, sino el corazón palpitante de una comunidad que ha sabido preservar su esencia a lo largo de los siglos. Descubrir Candelario es adentrarse en un laberinto de encanto, donde cada rincón cuenta una historia y cada sonido del agua invita a la calma y al disfrute pausado, una joya en Salamanca.
EL MURMULLO CONSTANTE: LAS REGADERAS QUE DAN VIDA A CANDELARIO, EN SALAMANCA
Lo primero que llama la atención al poner un pie en Candelario, y lo que sin duda lo distingue de cualquier otro pueblo de la sierra de Béjar, en Salamanca, son sus ‘regaderas’. Estos ingeniosos canales de agua cristalina, que descienden directamente de la montaña, serpentean a lo largo de las calles empedradas, flanqueando las casas y creando un ambiente único de frescor y sonoridad. No son un capricho estético, sino una solución ancestral a las necesidades de la vida en la montaña, utilizadas antaño para la limpieza de las vías, el riego de pequeños huertos y, por supuesto, para mantener a raya el calor.
Pasear por Candelario es seguir el curso de estas aguas vivas, que parecen cantar al compás de los pasos del visitante. El sistema de regaderas es un ejemplo de ingeniería popular, una red perfectamente integrada en el urbanismo que demuestra el profundo conocimiento del entorno y el respeto por los recursos naturales que tenían sus antiguos pobladores. Hoy, este legado no solo define la identidad del pueblo, sino que se ha convertido en uno de sus principales atractivos turísticos, un espectáculo visual y auditivo que cautiva a quien lo experimenta y un orgullo para Salamanca.
UN PASEO POR EL TIEMPO: EL LEGADO HISTÓRICO DE ESTE RINCÓN DE SALAMANCA
Candelario no es solo agua; es historia viva grabada en cada piedra. Su casco antiguo, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1975, es un testimonio excepcional de la arquitectura popular serrana, con sus casas de gruesos muros de granito, grandes balconadas de madera y las características ‘batipuertas’, unas medias puertas exteriores que permitían ventilar las viviendas y protegerlas de la nieve en invierno, al tiempo que impedían la entrada de animales. Recorrer sus calles es como retroceder varios siglos, a una época de arrieros y chacinera tradición.
La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, con su robusta torre y su retablo barroco, y la ermita del Humilladero, a la entrada del pueblo, son paradas obligatorias que hablan del fervor y las costumbres locales. Pero es el conjunto urbanístico en sí mismo, la armonía de sus construcciones adaptadas a la difícil orografía del terreno, lo que realmente fascina. Cada rincón, cada plaza, cada fuente, cuenta una parte de la rica herencia de este singular municipio de la provincia de Salamanca, que ha sabido conservar su autenticidad con orgullo.
MÁS ALLÁ DEL AGUA: ARQUITECTURA SERRANA Y TRADICIONES VIVAS EN PLENA SIERRA DE SALAMANCA
La arquitectura de Candelario está intrínsecamente ligada a su pasado económico, especialmente a la industria chacinera que le dio fama en toda Salamanca y más allá. Las casas tradicionales, a menudo de tres plantas, estaban diseñadas para facilitar todo el proceso de la matanza y curación de los embutidos. Los sótanos se usaban como bodegas, las plantas bajas para la vida familiar y la elaboración, y los amplios desvanes con sus balconadas corridas, bien ventilados, eran los secaderos perfectos para jamones, chorizos y lomos que luego se comerciarían por toda España.
Esta tradición aún pervive, y aunque la actividad industrial ya no es la de antaño, la calidad de los embutidos de Candelario sigue siendo reconocida. Además de su legado chacinero, el pueblo conserva otras costumbres, como la celebración de su original boda tradicional, un evento que atrae a numerosos curiosos. Las festividades locales, los trajes típicos y la artesanía son también manifestaciones de una cultura rica y arraigada, que complementa la belleza paisajística y arquitectónica de este tesoro de la sierra de Salamanca.
SABOR Y NATURALEZA: LA EXPERIENCIA COMPLETA EN TU ESCAPADA A ESTA JOYA DE SALAMANCA
Una visita a Candelario no estaría completa sin deleitarse con su gastronomía, donde los productos de la matanza son los reyes indiscutibles. Degustar un buen plato de jamón ibérico de la zona, unas patatas ‘meneás’ con torreznos, o el contundente calderillo bejarano, son placeres que satisfacen el paladar más exigente y reconfortan el cuerpo tras un día de exploración. Los restaurantes y mesones del pueblo ofrecen una cocina tradicional, honesta y sabrosa, basada en ingredientes locales de primera calidad, que reflejan la esencia de Salamanca.
Pero Candelario es también un punto de partida ideal para los amantes de la naturaleza y el senderismo. Enclavado en las estribaciones de la Sierra de Béjar, perteneciente al Sistema Central, su entorno ofrece múltiples rutas que se adentran en bosques de castaños y robles, ascienden a miradores con vistas espectaculares o siguen el curso de gargantas y arroyos. La cercanía a la estación de esquí de La Covatilla amplía las posibilidades de ocio en invierno, convirtiendo a este pueblo de Salamanca en un destino atractivo durante todo el año.
CANDELARIO TE ESPERA: CÓMO PLANIFICAR TU VIAJE AL CORAZÓN SERRANO DE SALAMANCA
Llegar a Candelario es relativamente sencillo, situado a unos 75 kilómetros al sur de la ciudad de Salamanca y a unos 20 kilómetros de Béjar. La mejor opción es el vehículo particular, ya que permite mayor flexibilidad para explorar los alrededores. Una vez en el pueblo, lo ideal es aparcar en las zonas habilitadas a la entrada y recorrerlo a pie, pues sus calles empinadas y estrechas no están pensadas para el tráfico rodado intenso, y solo así se puede disfrutar plenamente de su encanto y de sus famosas regaderas.
Es recomendable llevar calzado cómodo y, dependiendo de la época del año, ropa de abrigo, ya que al estar en la montaña las temperaturas pueden variar considerablemente. Para el alojamiento, Candelario ofrece una buena variedad de casas rurales con encanto, pequeños hoteles y apartamentos turísticos que permiten vivir una experiencia auténtica. No olvides consultar la agenda local, ya que a lo largo del año se celebran diversas festividades y eventos culturales que pueden enriquecer aún más tu visita a este rincón mágico de Salamanca