Hay algo más desagradable que abrir la puerta de la lavadora y que el temido olor a humedad invada toda la casa. Para quienes creen que basta con pulsar el botón de inicio y olvidarse, la palabra clave es lavadora, un electrodoméstico que requiere bastante más mimo del que se suele pensar. En realidad, esos gases malolientes no aparecen de la nada, tienen detrás descuidos habituales que, con el tiempo, convierten la colada en un tormento para el olfato y para la ropa.
Quienes ignoran estos mantenimientos básicos suelen sufrir las consecuencias en silencio, resignados a convivir con prendas recién lavadas que no huelen a limpio. La suciedad, los restos de detergente, y el moho encuentran un hogar perfecto en las zonas menos visibles de la lavadora, especialmente cuando no se cuida el filtro, el cajetín y el interior del tambor. Al final, todo suma para que esa fragancia desagradable acabe apoderándose hasta del cuarto de baño más impecable.
3LAVADOS DE MANTENIMIENTO: EL CICLO EN VACÍO QUE TU LAVADORA RECLAMA

Uno de los grandes secretos para combatir la peste es programar un lavado de mantenimiento en vacío, sin ropa y a alta temperatura. El objetivo no es limpiar prendas, sino el interior del tambor y los conductos que, con cada uso, acumulan bacterias, hongos y restos de detergente que tienden a pegarse en zonas poco visibles. Aquí es donde entra en juego el vinagre blanco o el bicarbonato de sodio, grandes aliados en esta cruzada doméstica.
El procedimiento es sencillo: colocar un buen chorro de vinagre blanco o un par de cucharadas de bicarbonato en el tambor y seleccionar un programa largo, a máxima temperatura. Con este simple gesto, se elimina el 80% de los olores sin gastar productos caros, además de prevenir atascos y aumentar la vida útil del aparato. Haciendo esto cada uno o dos meses, la lavadora deja de ser un nido de sorpresas desagradables y la colada vuelve a ser una experiencia agradable.