Los huevos rotos son uno de esos platos que conquistan por su aparente sencillez, pero que esconden pequeños secretos que marcan la diferencia entre lo corriente y lo sublime. Crujientes, cremosos y cargados de sabor, se han convertido en un clásico de la cocina española que triunfa tanto en tabernas como en hogares. Y no es para menos, pues cuando están bien hechos, los huevos rotos despiertan una nostalgia que abraza el paladar.
Detrás de su nombre hay una técnica muy específica que conviene respetar. Porque no se trata solo de freír unas patatas y echarles un huevo encima. Los huevos rotos exigen mimo, buenos ingredientes y, sobre todo, saber jugar con las texturas. La patata debe estar en su punto, el huevo no puede estar cuajado del todo, y la combinación con jamón, chorizo o incluso pimientos, si se desea, debe integrarse con equilibrio. A continuación, les enseñaremos cómo preparar unos huevos rotos perfectos.
1Ingredientes para unos huevos rotos deliciosos

La calidad de los ingredientes es fundamental para que los huevos rotos brillen. Se necesitan patatas harinosas, como las Monalisa o Kennebec, que garanticen un interior tierno y un exterior crujiente al freírlas. Los huevos, mejor si son frescos y camperos, con yemas intensas que aporten untuosidad. Y, por supuesto, un buen aceite de oliva virgen extra será imprescindible tanto para freír como para dar ese aroma profundo tan característico.
Además, los huevos rotos admiten múltiples acompañamientos. El clásico es el jamón ibérico, que se añade justo al final para que su grasa se funda con el calor residual del plato. También se puede optar por chorizo picante, morcilla, pimientos verdes fritos o incluso setas salteadas. Lo importante es que cada ingrediente potencie el conjunto, sin robarle protagonismo al trío básico de patatas, huevos y aceite.