Los huevos rotos son uno de esos platos que conquistan por su aparente sencillez, pero que esconden pequeños secretos que marcan la diferencia entre lo corriente y lo sublime. Crujientes, cremosos y cargados de sabor, se han convertido en un clásico de la cocina española que triunfa tanto en tabernas como en hogares. Y no es para menos, pues cuando están bien hechos, los huevos rotos despiertan una nostalgia que abraza el paladar.
Detrás de su nombre hay una técnica muy específica que conviene respetar. Porque no se trata solo de freír unas patatas y echarles un huevo encima. Los huevos rotos exigen mimo, buenos ingredientes y, sobre todo, saber jugar con las texturas. La patata debe estar en su punto, el huevo no puede estar cuajado del todo, y la combinación con jamón, chorizo o incluso pimientos, si se desea, debe integrarse con equilibrio. A continuación, les enseñaremos cómo preparar unos huevos rotos perfectos.
2El paso a paso para lograr el punto perfecto

El primer paso para unos huevos rotos bien hechos es pelar y cortar las patatas en bastones medianos. Se fríen lentamente en abundante aceite hasta que estén tiernas por dentro, y al final se sube la temperatura para lograr el dorado exterior. Es clave escurrirlas bien y salar justo al sacarlas, para mantener su textura crujiente sin apelmazarlas.
Los huevos se deben freír aparte, con el aceite bien caliente pero sin que llegue a humear. La clara debe cuajarse rápidamente mientras la yema se mantiene líquida, y esa, precisamente, es la magia de los huevos rotos. Una vez listos, se colocan sobre las patatas, se añade el acompañamiento elegido y, con cuchillo o tenedor, se “rompen” para que la yema se mezcle con el resto y cree una salsa natural irresistible.