En un emotivo acto de reconocimiento, Carlos Lesmes, expresidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial y una figura señera en el ámbito jurídico español, recibió un premio de la Fundación Marqués de Oliva. Durante su discurso, el homenajeado no solo expresó su gratitud, sino que también aprovechó la tribuna para realizar una contundente defensa de la independencia judicial en España, en un momento que describió como de «auténtico acoso» a la justicia.
El evento, organizado por el Grupo Merca2, congregó a destacadas personalidades, autoridades, miembros del jurado, familiares y compañeros de judicatura, sirvió de marco para que el jurista compartiera su perspectiva sobre la importancia de los valores empresariales, culturales y humanísticos que la Fundación promueve. Con humildad, el galardonado reconoció no estar familiarizado con este tipo de premios, dado el «cierto aislamiento» en el que, a su juicio, viven los jueces. Sin embargo, tras indagar en los objetivos de la Fundación, encontró un profundo sentido en el reconocimiento a la labor jurídica, destacando la intrínseca unión entre el derecho y el mundo de los negocios, así como la política.
LA FORTALEZA INSTITUCIONAL COMO PILAR DE LA RIQUEZA
Citando al filósofo escocés Adam Smith y su obra «La riqueza de las naciones», el expresidente enfatizó que el factor más importante para la prosperidad de una nación es la fortaleza institucional. «Que hay leyes que rigen los negocios, que esas leyes son claras, que esas leyes se aplican y que cuando hay conflictos hay unos jueces que los resuelven con independencia y con imparcialidad», afirmó, subrayando cómo la seguridad jurídica es indispensable para el desarrollo de negocios lícitos y generadores de riqueza. «Sin seguridad jurídica los negocios no se desarrollan», sentenció.
Con más de cuarenta años dedicados a la judicatura, incluyendo casi nueve al frente del Tribunal Supremo y el Consejo del Poder Judicial, el jurista compartió sus dos grandes vocaciones: su familia y el servicio a la justicia, a la que considera «la mejor forma de servir a España«. Reconoció que durante su trayectoria ha enfrentado «situaciones muy diversas, turbulencias, inquietudes, acosos a la justicia».
El discurso tomó un tono más grave al abordar la situación actual. Hizo referencia a la reciente publicación de un libro titulado «La justicia amenazada», de un colega presente en el acto, como reflejo de la preocupación existente. Recordó la grave crisis institucional que sufrió España hace unos años, la más importante en los últimos 80, donde los jueces fueron llamados a restablecer el orden jurídico. Sin embargo, lamentó que, por cumplir con su deber, algunos de esos jueces fueron «insultados», sus casas atacadas y difamados incluso desde el Congreso de los Diputados.
En los últimos meses, señaló, la situación se ha repetido con jueces que investigan casos de corrupción, quienes han sido igualmente «acosados, insultados, llamados ignorantes, prevaricadores y unas cuantas cosas más». A pesar de este panorama, el expresidente se mostró optimista: «Les diré que la justicia española resistirá y que la independencia de nuestros jueces quedará preservada».
DEFENSA DE LOS TRES PILARES DE LA INDEPENDENCIA JUDICIAL
Su optimismo, explicó, se asienta en tres razones fundamentales:
- La Constitución Española: Destacó que la Carta Magna consagra la justicia como un valor fundamental, un deseo y un servicio. El artículo 117 de la Constitución establece que la justicia emana del pueblo y se administra en nombre del rey por jueces y magistrados «independientes, responsables, inamovibles y sometidos únicamente a la ley».
- La Pertenencia a la Unión Europea: Subrayó que la Unión Europea es una «unión en el derecho», donde el respeto al Estado de Derecho y a la independencia judicial es un requisito indispensable. Aquellos países que no lo respetan, advirtió, son «incompatibles con la propia Unión Europea».
- Los Jueces Españoles: Finalmente, el más poderoso de los argumentos, según el jurista, son los 5.600 jueces españoles, «hombres y mujeres que con profesionalidad y con sentido del servicio procuran una sociedad más justa, más igualitaria, más libre, que reconocen y tutelan derechos, que aseguran la convivencia entre todos y que obligan a los poderes públicos a someterse a la ley y al derecho».
Concluyó su intervención afirmando que, si bien él era reconocido como defensor del Estado de Derecho, los verdaderos defensores son esos 5.700 jueces que cada día se esfuerzan por «hacer una España mejor». Su discurso resonó como un firme recordatorio de la importancia de salvaguardar la independencia judicial como pilar esencial de la democracia y el progreso.
