martes, 8 julio 2025

Windows 11 tiene un ‘modo secreto’ que acelera tu ordenador como si fuera nuevo y Microsoft no lo anuncia

El sistema operativo Windows es el corazón de millones de ordenadores en todo el mundo, una herramienta tan omnipresente que a menudo damos por sentada su agilidad inicial. Sin embargo, todos hemos experimentado cómo, con el tiempo, esa sensación de velocidad se desvanece y da paso a una frustrante lentitud, convirtiendo tareas sencillas en una prueba de paciencia. Lo que muchos usuarios desconocen es que esta degradación del rendimiento no siempre se debe al envejecimiento del hardware o a la falta de espacio en el disco. A menudo, el culpable se esconde a plena vista, en la propia configuración del sistema operativo, esperando a ser descubierto para devolverle a nuestro equipo la vitalidad perdida.

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La solución no pasa por costosas ampliaciones de componentes ni por formateos drásticos que nos obligan a empezar de cero. Existe un ‘modo secreto’, una serie de ajustes internos que, aunque están al alcance de cualquiera con un mínimo de curiosidad, permanecen ocultos a la vista del usuario medio. Microsoft no publicita activamente esta optimización, probablemente para asegurar la máxima recolección de datos y la compatibilidad con un abanico enorme de dispositivos. Pero desactivar estos procesos en segundo plano es la clave para liberar una cantidad sorprendente de recursos y hacer que nuestro PC funcione, de nuevo, como el primer día. La promesa es tentadora: una máquina más rápida, más ágil y, en definitiva, bajo nuestro completo control.

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¿QUIÉN ROBA LOS RECURSOS DE TU ORDENADOR SIN QUE TE DES CUENTA?

Fuente Pexels

En las entrañas de cada instalación de Windows se libra una batalla silenciosa por los recursos de tu máquina. Los contendientes principales son dos: la telemetría y los servicios en segundo plano. La telemetría es el mecanismo mediante el cual Microsoft recopila de forma anónima, información sobre cómo utilizas el sistema y las aplicaciones, con el objetivo teórico de mejorar la experiencia y solucionar errores. Aunque su intención pueda ser noble, esta recolección y envío constante de datos consume ancho de banda de internet, ciclos de procesador y, en definitiva, ralentiza el conjunto del sistema operativo sin que nos percatemos de ello en el día a día, pero su efecto acumulado es innegable.

Por otro lado, los servicios en segundo plano son pequeños programas que el sistema operativo ejecuta de forma continua para gestionar tareas específicas. Hablamos de funciones como la cola de impresión, la gestión de faxes o la actualización de mapas, entre decenas de otras. El problema reside en que muchos de estos servicios, se ejecutan de forma predeterminada aunque nunca los vayas a necesitar, consumiendo memoria RAM y ciclos de procesador de manera constante. Desactivar estos ‘vampiros’ de recursos es el primer paso para recuperar el control y la velocidad, una acción que el propio Windows permite pero no facilita, dejando al usuario la responsabilidad de explorar las profundidades de su configuración.

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