Abandonados en el desierto para morir: la guerra olvidada de Ifni, la última y amarga gesta del Ejército español en África

Una guerra silenciada que costó cientos de vidas y que el franquismo intentó borrar de los libros de historia. El desgarrador testimonio de jóvenes soldados de reemplazo, abandonados a su suerte en un desierto hostil.

La historia de Ifni es uno de esos secretos incómodos que España guardó bajo llave durante décadas, un eco de disparos en el desierto que la dictadura silenció con un manto de olvido. Fue nuestra última guerra colonial y, probablemente, la más desconocida. Mientras el país intentaba proyectar una imagen de paz y prosperidad, el franquismo ocultó deliberadamente un conflicto armado sangriento que se llevó por delante la vida de cientos de jóvenes. ¿Por qué se nos ocultó la verdad sobre esta contienda?

Aquel final de los años 50 fue un punto de inflexión para el territorio de Ifni, un enclave que de repente se convirtió en un infierno para miles de compatriotas. Imagina recibir una carta que te envía a cumplir el servicio militar a un lugar del que apenas has oído hablar. De un día para otro, miles de jóvenes españoles fueron enviados a luchar sin apenas preparación en una guerra no declarada, una emboscada de la historia de la que muchos nunca regresarían.

UN SECRETO A VOCES EN PLENA DICTADURA

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Todo estalló en noviembre de 1957, cuando nadie lo esperaba en la Península. La agresión contra Ifni no fue una simple escaramuza, sino una ofensiva a gran escala perfectamente organizada. Mientras la propaganda oficial hablaba de paz, el Ejército de Liberación Marroquí lanzó un ataque coordinado y masivo sobre las guarniciones españolas, cercando la capital, Sidi Ifni, y aislando los puestos del interior. La sorpresa fue total y las primeras horas se convirtieron en una lucha desesperada por la supervivencia en aquel enclave africano.

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El Gobierno no podía permitirse que la opinión pública conociera la existencia de una guerra en toda regla. La contienda en Ifni se gestionó con un secretismo absoluto, convirtiendo el conflicto en una especie de fantasma informativo. En una España sin libertades, la censura impedía que la prensa nacional informase sobre la verdadera magnitud de las bajas y la precariedad de la situación de nuestras tropas. Las familias solo recibían noticias vagas o, en el peor de los casos, la notificación de una muerte «en acto de servicio».

¿HÉROES O VÍCTIMAS DE UN IMPERIO EN DECADENCIA?

La realidad sobre el terreno era una mezcla de coraje, inexperiencia y abandono. La guerra de Ifni fue, por encima de todo, una guerra de soldados de reemplazo, de chicos que cambiaron el arado o el taller por un fusil que apenas sabían manejar. Lejos de la épica imperial que vendía el régimen, la mayoría de los combatientes eran chicos de apenas veinte años cumpliendo el servicio militar obligatorio, arrojados a una de las contiendas más duras que recuerda nuestro ejército contemporáneo.

Frente a ellos, en el campo de batalla de Ifni, se desplegaron también las unidades de élite del Ejército español, como la Legión y los paracaidistas, cuya llegada fue crucial para evitar un desastre aún mayor. Sin embargo, la experiencia de estas tropas de choque contrastaba dramáticamente con la bisoñez de los reclutas que defendían los pequeños fortines. Esta diferencia marcó el devenir de muchos combates, donde el valor de los jóvenes conscriptos a menudo no fue suficiente para suplir su falta de instrucción militar.

EL INFIERNO SE LLAMABA TILUIN, TELATA Y TAFURUT

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Los combates más cruentos de la guerra de Ifni no se libraron en grandes batallas campales, sino en la defensa agónica de pequeños puestos aislados en mitad de la nada. Los relatos de los supervivientes hablan de un asedio constante. En aquellos blocaos, los soldados españoles sufrieron la sed, el hambre y un aislamiento asfixiante, resistiendo durante días ataques de un enemigo mucho más numeroso y que conocía el terreno a la perfección. La lucha en el desierto se convirtió en una prueba de resistencia inhumana.

La ayuda tardaba en llegar o, en algunos casos, nunca llegó. La defensa de estos fortines en el interior de Ifni es el capítulo más amargo de esta historia, el que mejor define el sentimiento de desamparo de la tropa. Mientras combatían en un territorio hostil, la sensación de haber sido abandonados por el mando en Madrid minó la moral de los soldados, que sentían que luchaban en una guerra olvidada por todos. Su sacrificio, sin embargo, fue un ejemplo de coraje que la historia oficial prefirió ignorar.

CUANDO EL MUNDO MIRABA HACIA OTRO LADO

La guerra de Ifni se libró también en el tablero de la diplomacia internacional, un tablero en el que la España de Franco tenía muy pocas fichas que mover. En plena era de la descolonización, la presencia colonial española en África era un anacronismo mal visto por las grandes potencias. Por eso, cuando estalló la violencia, España se encontraba diplomáticamente aislada y no recibió apoyo de las potencias occidentales, que veían el conflicto como un problema interno de un régimen autoritario que les resultaba incómodo.

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Las alianzas de la Guerra Fría jugaron un papel decisivo en este abandono. Ni Francia ni Estados Unidos querían un enfrentamiento directo por un trozo de desierto cuya importancia estratégica era relativa. De hecho, Estados Unidos prefería no enemistarse con Marruecos, un aliado estratégico en el norte de África, por lo que presionó a España para que buscara una solución negociada y cediera el territorio. La soledad de España en este conflicto fue absoluta, una evidencia más del ocaso de su viejo imperio.

LA CICATRIZ QUE NADIE QUISO RECORDAR

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El conflicto finalizó oficialmente en 1958, aunque la tensión perduró durante años hasta la cesión definitiva del territorio en 1969. La retirada de Ifni se hizo de forma discreta, casi clandestina, cerrando un capítulo sin honores ni reconocimientos públicos para quienes allí lucharon. A su vuelta, los veteranos regresaron a casa con la orden implícita de no hablar de lo que habían vivido, cargando con el peso de sus recuerdos en una sociedad que desconocía su sacrificio. La memoria histórica del conflicto fue enterrada.

Aquellos jóvenes que fueron enviados a morir al desierto se hicieron viejos esperando un gesto, una palabra de agradecimiento que raramente llegó. La última gesta africana del Ejército español se convirtió en una nota a pie de página en los libros, un recuerdo borroso eclipsado por otros eventos de la época. Sin embargo, sus historias personales componen un relato colectivo de valentía y olvido que España tardó décadas en atreverse a escuchar, la crónica de una guerra que nos negamos a recordar.

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