«El zumbido en tus oídos no es ‘cosa de la edad’, es la primera señal de que vas a quedarte sordo (y la culpa es de esto que haces cada día)», advierte Salvador Fuentes (33), otorrino

Ese zumbido que escuchas en el silencio no es una manía tuya, es una señal real de tu cuerpo. La verdadera causa podría no estar en tus oídos, sino en tus hábitos diarios más comunes.

La idea de quedarse sordo suele asociarse a un futuro lejano o a accidentes acústicos, pero la realidad es que el primer aviso es mucho más sutil y común de lo que imaginas. ¿Escuchas a veces un zumbido que nadie más parece notar? Salvador Fuentes, un joven otorrino de 33 años, advierte que ese pitido no es “cosa de la edad”, sino una advertencia que tu sistema auditivo te está enviando directamente antes de que el deterioro avance. Esta es la primera señal de un problema de audición que muchos ignoran.

Ese molesto sonido fantasma, según explica el doctor Fuentes, es la antesala de un diagnóstico que nadie quiere recibir. Lo más alarmante es que la culpa no es solo de los auriculares a todo volumen, sino de algo que haces cada día sin darte cuenta y que está relacionado con tu estilo de vida, ya que, como él mismo afirma, el estrés crónico y la hipertensión están dañando tus oídos de forma irreversible. Una realidad que nos obliga a prestar atención a esa silenciosa pérdida auditiva.

ESE PITIDO INOCENTE QUE ESCONDE UNA VERDAD INCÓMODA

Ese sonido que solo tú escuchas tiene un significado mucho más profundo de lo que crees.
Ese sonido que solo tú escuchas tiene un significado mucho más profundo de lo que crees. Fuente Freepik.

Mucha gente convive con los acúfenos pensando que son una simple molestia sin importancia, un peaje de la vida moderna. Sin embargo, lo que realmente ocurre en tu cabeza es una especie de llamada de auxilio de tu cerebro, dado que los acúfenos son en realidad un ‘sonido fantasma’ que el cerebro genera al dejar de recibir información sonora en ciertas frecuencias. Es la evidencia de que tu capacidad para escuchar ya está sufriendo una deficiencia auditiva que no deberías pasar por alto.

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Ese pitido es, por tanto, la consecuencia directa de una lesión en el oído interno. Cuando las células ciliadas, responsables de transformar las vibraciones del sonido en impulsos eléctricos, se dañan, tu cerebro intenta compensar la falta de estímulos de las frecuencias que ya no oye bien, creando esa ilusión sonora. Si no actúas, el siguiente paso es un camino que te acerca a quedarte sordo y a perder tu preciada salud del oído para siempre.

NO, LA CULPA NO ES (SOLO) DE LOS CONCIERTOS

Es fácil culpar al ruido externo, pero los peores enemigos de tu audición a menudo ya viven contigo. Durante décadas, hemos asociado la sordera a la exposición a ruidos fuertes: maquinaria industrial, música a un volumen ensordecedor o explosiones. Si bien es un factor de riesgo innegable, cada vez más especialistas alertan de que el daño auditivo está más ligado a factores fisiológicos internos de lo que se creía. Una hipoacusia puede empezar a gestarse en el más absoluto de los silencios.

Por eso, si llevas una vida tranquila y aun así percibes ese zumbido, no estás volviéndote loco ni es algo que debas normalizar. La clave está en entender que tu sistema auditivo es extremadamente sensible a los desequilibrios de tu cuerpo, y que cualquier alteración en la circulación sanguínea puede afectar a las delicadas estructuras del oído interno. Este enfoque cambia por completo la forma en que debemos proteger nuestra capacidad para oír bien, que es más frágil de lo que pensamos.

EL ASESINO SILENCIOSO DE TU OÍDO: ¿VIVES ESTRESADO?

Tu ritmo de vida frenético podría estar desconectando, literalmente, tu capacidad para escuchar el mundo.
Tu ritmo de vida frenético podría estar desconectando, literalmente, tu capacidad para escuchar el mundo. Fuente Freepik.

¿Te has parado a pensar cómo reacciona tu cuerpo ante la presión diaria del trabajo, las preocupaciones personales y la falta de descanso? El estrés crónico dispara los niveles de cortisol, la conocida como «hormona del estrés», que no solo te provoca ansiedad, sino que desencadena una vasoconstricción que reduce el flujo de sangre y oxígeno al oído interno. Es un ataque directo y silencioso que va mermando tu sistema auditivo dañado día tras día, sin que te des cuenta.

Este mecanismo convierte al estrés en uno de los grandes culpables de que miles de personas jóvenes empiecen a desarrollar problemas auditivos que antes solo se veían en edades avanzadas. No es una exageración: tu estado emocional y mental tiene un impacto físico real y, en este caso, las células sensoriales auditivas mueren por esa falta de irrigación y no se regeneran jamás. El camino para quedarse sordo a causa del estrés es lento, pero implacable si no se le pone freno.

LA PRESIÓN QUE TE ESTÁ DEJANDO SIN ESCUCHAR EL MUNDO

Al igual que el estrés, la hipertensión arterial es otro enemigo invisible que ataca directamente a tu capacidad de oír. Cuando tu presión arterial es constantemente elevada, los finísimos vasos sanguíneos que nutren la cóclea, el corazón de tu oído, sufren un daño progresivo. Es como intentar regar una flor delicada con una manguera a presión: la fuerza del flujo sanguíneo daña las paredes de los capilares y provoca microlesiones, que con el tiempo se vuelven irreparables y conducen a una pérdida de audición.

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Muchas personas que acabarán siendo diagnosticadas con un cuadro severo de hipoacusia ya tenían la hipertensión como una condición de base que no supieron o no quisieron controlar. Ignorar las revisiones médicas o pensar que «no es para tanto» es un error fatal, porque este deterioro auditivo es una de las consecuencias menos conocidas de la presión arterial alta. Escuchar ese zumbido es, en muchos casos, la primera alerta de que tu salud cardiovascular está afectando a algo tan vital como tu conexión sonora con el entorno. Un aviso de que puedes acabar sordo.

CUANDO EL DAÑO ES IRREVERSIBLE: ¿QUEDA ALGUNA ESPERANZA?

La prevención es la única herramienta real contra un deterioro que no tiene marcha atrás.
La prevención es la única herramienta real contra un deterioro que no tiene marcha atrás. Fuente Freepik.

Una de las verdades más duras que Salvador Fuentes y otros otorrinos transmiten a sus pacientes es la irreversibilidad del daño. Una vez que las células ciliadas del oído interno mueren, no hay tratamiento ni cirugía que pueda resucitarlas, al menos con la tecnología actual. Por eso, cualquier estrategia debe centrarse en la detección precoz, porque proteger las células que aún funcionan es la única vía para frenar el avance de la sordera. Escuchar a tu cuerpo es, literalmente, la clave para no dejar de escuchar.

Así que, la próxima vez que el silencio de la noche se vea interrumpido por ese pitido agudo, no lo ignores. No es una fantasía ni una anécdota. Podría ser la última llamada de atención de tu cuerpo antes de que el daño sea mayor y te veas abocado a un futuro en silencio, un futuro en el que te hayas quedado sordo. La solución no está en un fármaco milagroso, sino en revisar esos hábitos diarios, gestionar el estrés y controlar tu presión arterial con la misma seriedad con la que cuidas cualquier otra parte de ti.

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