La Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio (TEDAE) junto a PWC muestran en un preciso informe como la industria relacionada con el sector de Defensa ha emergido estos últimos años de entre la turbulencia económica con una fortaleza sin precedentes, consolidándose como un posible pilar irrenunciable de la soberanía tecnológica y de la base industrial del país, para un futuro cercano
Este nuevo nuevo informe de PwC, elaborado para TEDAE, destapa la magnitud de su huella: en 2024, el sector no solo superó por primera vez las cifras de actividad económica previas a la pandemia de COVID-19, sino que inyectó un impacto total de 21.919 millones de euros en el Producto Interior Bruto (PIB) nacional, lo que representa el 1,4% de toda la riqueza generada en España.
Los datos del informe, un auténtico mapa de la complejidad y diversidad económica española relacionada con la alta tecnología, y colocan a esta industria, caracterizada por su intensa inversión en I+D+I, en el centro de la estrategia nacional. No se trata solo de cifras de negocio; realmente es una contribución directa a la autonomía nacional, al desarrollo de capacidades críticas y a la estabilidad económica en un contexto global cada vez más volátil. Un momento que nuestros gobernantes deberían aprovechar
El sector ha demostrado un crecimiento explosivo y en continuo aumento tras los últimos acontecimientos geopolíticos que afectan directamente a la Unión Europea. La facturación consolidada alcanzó los 16.153 millones de euros en 2024, un avance del 16,2% con respecto al ejercicio anterior. Este ímpetu de recuperación estuvo liderado por dos subsectores clave: la Aeronáutica civil, que experimentó un crecimiento del 19,4%, y la Defensa terrestre, con un espectacular repunte del 42,1%, reflejando la necesidad de actualizar y modernizar los sistemas de seguridad y defensa en línea con los compromisos internacionales de España.

UN MULTIPLICADOR DE RIQUEZA CON RENDIMIENTO 2.2X
La verdadera importancia de la industria de Defensa reside en su efecto multiplicador. El informe de PwC subraya que la actividad del sector tiene un impacto expansivo excepcional en el conjunto de la economía española. Por cada euro de PIB generado directamente por estas industrias, se generan 2,2 euros adicionales en la economía nacional. Este arrastre se produce a través de los efectos indirectos, dinamizando la cadena de valor de miles de proveedores, y los inducidos, derivados del consumo de los empleados del sector.
La magnitud del impacto se entiende mejor al compararla con el resto de la economía productiva: los 21.919 millones de euros aportados por este sector equivalen al 12,9% del PIB de toda la industria manufacturera española, demostrando su peso específico en la producción de alto valor añadido.
OCHO VECES MÁS INNOVACIÓN
Si la recuperación económica es crucial, la capacidad de generar conocimiento y tecnología propia es estratégica. En este ámbito, este tipo de industria se erige como la verdadera forja de la innovación en España, según remarca el citado informe.
En 2024, el gasto total generado en Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+I) en la economía fue de 2.614 millones de euros, con un gasto directo que ascendió a 1.466 millones de euros, marcando un crecimiento del 23,5% respecto al año anterior. La clave reside en la intensidad: la tasa de inversión en innovación de las empresas de Defensa es más de ocho veces superior a la media del conjunto de la industria española, dedicando el 14,4% de su facturación a estas actividades frente al 1% del promedio industrial. Esta intensidad no solo garantiza la competitividad, sino que es vital para la soberanía tecnológica, asegurando que España no dependa exclusivamente de terceros países para sus capacidades críticas de seguridad y defensa.
Además, el sector es un actor global de primer orden. Su carácter exportador es notable, con ventas al exterior que sumaron 9.931 millones de euros, lo que supone que el 61% de su facturación consolidada proviene de mercados internacionales. Con un crecimiento del 20% en las exportaciones y un superávit comercial positivo de 5.554 millones de euros, el sector no solo equilibra la balanza comercial, sino que proyecta la imagen de la tecnología española en todo el mundo, con Europa (70,2%), Asia y Norteamérica como principales destinos.

EMPLEO DE CALIDAD Y COHESIÓN TERRITORIAL
Más allá de los grandes números macroeconómicos, el impacto social de la industria es profundo y se traduce en empleo de alta cualificación. En 2024, las industrias de la rama de Defensa sostuvieron 260.049 puestos de trabajo en España, un aumento del 20,6% interanual.
El sector se caracteriza por generar empleo de alto valor añadido y mejor remunerado. Su efecto arrastre en el mercado laboral es también significativo: por cada puesto de trabajo directo (que asciende a 75.281), se generan 3,5 empleos adicionales en la cadena de valor (indirectos e inducidos), sumando más de 180.000 puestos que dependen indirectamente de la actividad del sector. Este empleo se concentra en perfiles altamente cualificados, con una masa salarial que supone el 63% del impacto directo en el PIB.
Geográficamente, aunque las comunidades de Madrid, Andalucía y País Vasco concentran cerca del 80% de la actividad, el informe destaca que la industria tiene una presencia tangible en las 17 comunidades autónomas. Las PyMEs, que representan el 70% de las empresas asociadas a TEDAE, juegan un papel crucial en esta diversificación, asegurando el desarrollo tecnológico en regiones con menor concentración de las grandes corporaciones.

RETORNO FISCAL Y DESAFÍS PARA EL FUTURO
La solidez económica del sector se traduce directamente en un retorno fiscal sustancial. La actividad de Defensa contribuyó con 7.400 millones de euros a la recaudación fiscal total en 2024, el equivalente al 2,5% de los ingresos tributarios en España. Al igual que con el PIB, el efecto multiplicador fiscal es de 2,2 euros recaudados por cada euro directo, siendo los impuestos asociados al empleo (IRPF y Cotizaciones Sociales) la principal fuente de esta recaudación, con más de 5.547 millones de euros.
Sin embargo, el sector no está exento de desafíos, muchos de ellos impuestos por las megatendencias globales como el cambio climático, la disrupción tecnológica y la fragmentación geopolítica.
La necesidad de asegurar la autonomía nacional obliga a mantener la presión inversora en I+D+I. Al mismo tiempo, el sector compite por asegurar personal altamente cualificado, enfrentándose a la escasez de talento STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), un reto demográfico que debe abordarse con urgencia. Finalmente, la resiliencia y la sostenibilidad se imponen como factores críticos, obligando a las empresas a adaptar sus cadenas logísticas y a responder a las nuevas demandas operativas de las Fuerzas Armadas, que desempeñan un papel cada vez mayor en la intervención ante emergencias generadas por el cambio climático.
Este tipo de industria es, en definitiva, mucho más que un conjunto de empresas: es un motor de crecimiento, un generador de empleo de calidad y una garantía de seguridad y competitividad para España en el escenario global de la alta tecnología.