El que tenga que haber una salida verde a la crisis es algo que estĂ¡ encima de la mesa del Gobierno. Si hay algo que ha conseguido la crisis del coronavirus es que los Ăndices de contaminaciĂ³n hayan bajado de forma drĂ¡stica. Y desde el Ejecutivo se quieren aprovechar dicha coyuntura para meter mano a todo aquello que contamine, empezando por el coche privado.
Todo pasa por reducir los niveles de contaminaciĂ³n en las grandes ciudades invitando a los ciudadanos a no coger su coche privado para ir a trabajar o para cualquier otra tarea. La M-30 de la capital se convirtiĂ³ en un vergel de atascos cada dĂa que emitĂa grandes cantidades de CO2 a la atmĂ³sfera y que contribuĂa a generar la famosa boina contaminante de Madrid. Es por eso que una de las principales medidas que sopera tomar el Gobierno es invitar a los Ayuntamientos a que establezcan un lĂmite de velocidad mucho mĂ¡s bajo del establecido en las vĂas mĂ¡s transitadas, que rondarĂa los 50 kilĂ³metros por hora en el caso de esta vĂa.
Pero no solo la M-30 ha inspirado los planes que sopesa el Gobierno. TambiĂ©n el hecho de que se necesiten mĂ¡s espacios para otras actividades ha motivado la idea de recortar espacios que hasta ahora pertenecĂan al vehĂculo privado. La vicepresidenta del Gobierno Teresa Ribera ha anunciado en una entrevista al diario El PaĂs que las terrazas de los bares y restaurantes tendrĂan su espacio necesario para poder abrir al 50% de su aforo con la distancia de seguridad exigida. Y ese espacio serĂa a costa de las carreteras, no de las aceras.
Esta medida abre un nuevo marco de acciĂ³n. Cortar carriles y utilizarlos para uso peatonal o para otro tipo de actividades no es algo nuevo, la exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena ya lo hizo con la Gran VĂa, pero ahora esa idea podrĂa convertirse en un plan de acciĂ³n que recortara espacio al vehĂculo privado para dĂ¡rselo a los peatones, los negocios y, cĂ³mo no, las bicicletas y los patinetes.
La movilidad es algo muy necesario. Fundamental para cualquier ciudad. Y es ahĂ donde entra ese vehĂculo privado que tanto contamina. Desde el Gobierno, el principal escollo que se plantean es cĂ³mo sustituir aquello que aporta el coche privado por alternativas ecolĂ³gicas. Y eso pasa por fomentar el transporte pĂºblico y el uso de medios alternativos como bicicletas, patinetes y los servicios de moto y car sharing, es decir (y por no alimentarnos de anglicismos), de los coches elĂ©ctricos y las scooter que plagan algunas de las principales ciudades.
Si las grandes capitales estuvieran dotadas de unos carriles bici lo suficientemente eficientes, puede que se redujera en gran medida la contaminaciĂ³n. Pero el problema real que tienen es que la mayorĂa de las personas que cogen el coche para ir a trabajar a la ciudad no suelen ser residentes de la propia urbe, sino de zonas perifĂ©ricas. Y es ahĂ donde entrarĂa una vieja iniciativa en la que deberĂan entrar de pleno los consistorios: la de crear aparcamientos disuasorios en la periferia; una promesa que siempre ha planeado por la capital y que a dĂa de hoy sigue incumplida.
AsĂ pues, el plan verde del Gobierno pasa por atacar el coche privado. Por quitarle espacio, limitar su velocidad en las vĂas mĂ¡s transitadas a no mĂ¡s de 50 kilĂ³metros por hora y en disuadirle para que se queda fuera de la ciudad, en un pĂ¡rking que no cueste excesivamente caro. De ser asĂ, el transporte pĂºblico, las bicicletas, los patinetes y otro tipo de vehĂculos elĂ©ctricos ganarĂan peso para convertir las ciudades en espacios menos contaminantes.