Pablo Iglesias aplaude al rey, pone de ejemplo la demonizada Constitución del 78, firma acuerdos con el PSOE en los que traga con las directrices económicas de la Unión Europea y dice que aceptará que la Carta Magna siga fijando los límites territoriales del Estado español.
Poco o nada queda del ímpetu de Podemos, que exigía a gritos proceso constituyente, apuntaba al Ibex 35 (con cuyos representantes ahora se fotografía sonriente), denunciaba el anacronismo de la monarquía y vomitaba contra los privilegios de una casta de la que ahora parece formar parte.
Cierto es que los morados han conseguido ciertas limosnas sociales (subida de 50 euros mensuales del SMI) y que lograrán derribar parte de la reforma laboral del PP, aunque la estructura seguirá firme. Todos estos ejemplos de incoherencia han provocado que la izquierda más ortodoxa se rearme ante la carrillización de Iglesias.
El líder morado ejerce de escudero sin fisuras del PSOE, que ha vuelto a 1982. Hace casi cuatro décadas la derecha mediática sobreactuaba porque Felipe González iba a nacionalizar la banca, pero los socialistas se plegaron a los EEUU (OTAN), se mancharon con el crimen de Estado (los GAL), robaron (Filesa) y destrozaron la industria pesada española (reconversión industrial).
IGLESIAS QUIERE VOLVER AL 82
El pasado 7 de enero Pedro Sánchez era investido presidente con dos votos contrarios que proceden de la izquierda. Y es que las CUP catalanas se muestran contrarias al PSOE. Los diputados Mireia Vehí y Albert Botran rechazaron la investidura y recibieron una reprimenda del histórico dirigente nacionalista gallego Xosé Manuel Beirás.
Pero se da la paradoja de que Beirás tampoco se fía de este Gobierno: «Este no es un Gobierno de izquierdas. De hecho, Pablo Iglesias habla de Gobierno progresista. El progresismo es una cosa y la izquierda otra. El objetivo de la izquierda es transformar a fondo el sistema, ir a la raíz de los problemas y para ello está la vía revolucionaria».
El exaliado de Iglesias seguía: «Podemos ya renunció a mucho de lo que era, a su ideario y diseño programático iniciales, los del 15-M, las plazas, etc. No estamos ante el Podemos que hablaba de una alternativa de gran coalición de izquierdas en las elecciones de diciembre de 2015″.
LOS ANTICAPIS CONTRA IGLESIAS
Anticapitalistas ha roto con Podemos en varios territorios y en las próximas horas anunciará su ruptura con los morados a nivel estatal. El eurodiputado Miguel Urban dejó claro que no está de acuerdo con el acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos.
«Ninguna de las medidas del acuerdo de Gobierno de coalición pone en cuestión ese régimen del 78 que el 15M sí ponía. Ni siquiera el techo de déficit o las reglas económicas que se dictan desde Bruselas. De hecho, Nadia Calviño esta semana ha estado en Bruselas hablando de los presupuestos con la Comisión Europea antes de que se discutan en el Parlamento, diciéndoles que no se preocupen, que se va a cumplir el techo de déficit»,. explica.
Urban afirma que «todo eso parece llevar a una línea que no va a modificar sustancialmente los pilares de lo que puede ser el régimen del 78. Otra cosa es que de repente antes de ayer se acordó la subida del salario mínimo. ¿Eso es bueno o malo? Es bueno. Y hay que decirlo. ¿Eso cuestiona los pilares del 78? No. Es bueno para la gente que cobra el salario mínimo que va a cobrar mejor. Hace unas semanas se subieron las pensiones. ¿Es lo que pedía el movimiento por las pensiones públicas? No. Es mejor que lo que había, sí. El tema es en dónde ponemos la línea de nuestras expectativas».
PACTISMO
Curiosamente en esta bolsa de ‘enemigos’ del tándem PSOE-Unidas Podemos no están tres partidos nacionalistas muy mal vistos en Madrid: Esquerra Republicana de Catalunya, Euskal Herria Bildu y Bloque Nacionalista Galego.
Estas tres fuerzas han desbloqueado el Congreso para alegría de Sánchez y ahora preparan sus respectivas elecciones autonómicas en las que podrían cerrar acuerdos con los socialistas y las marcas aliadas de Podemos.
Menos pactistas están algunos sindicatos con el Gobierno. Es el caso de Comisiones Obreras, que intentará ejercer de contrapeso, y tres centrales autonómicas: la vasca ELA, la catalana Intersindical y la gallega CIG.
EL PROYECTO
Urban asegura que no votaría a Sánchez con tal de que no hubiera un Gobierno alternativo de derechas: «No, no. Yo apuesto, y esa era la hipótesis con la que nace Podemos, de no subordinarnos al partido socialista. Entonces, yo no tengo problemas en gobernar con el PSOE, sino que tengo problemas para gobernar en minoría con el partido socialista. Y a tener que cumplir el programa del partido socialista y no el nuestro».
«Creo que se rompe la hipótesis por la que nació Podemos y se crea otra hipótesis, pero no es con la que nosotros nacimos. Y tampoco tengo ningún problema en gobernar. Incluso comprendo que muchas veces hay que tragarse sapos. El problema es decir que esos sapos están ricos. Nos estamos acostumbrando a vender los sapos como si fueran buena comida y no lo es. Y creo que eso es un problema», añade.
En Anticapitalistas no apuestan por el mal menor que llevó a posiciones conservadoras al PCE y es por ello que quieren lanzar una nueva fuerza estatal aliada con las CUP catalanas y otras fuerzas menores. Teresa Rodríguez podría liderar el proyecto y Urban está a la espera.
Ambos quieren aprovechar que con su mejorada posición mediática no se repitan los desastrosos resultados electorales (alrededor de 20.000 votos) que cosechó Anticapitalistas en las europeas de 2009 y las generales de 2011.