La derogación de la reforma laboral de 2012 del Partido Popular es una de las medidas estrella que el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos quiere llevar a cabo desde el día 1 de legislatura. En la tarde de ayer, se conocía primero el acuerdo entre EH Bildu y Podemos en el que se hablaba de derogación íntegra de dicha reforma y horas más tarde, la rectificación de los socialistas.
En lo que va de legislatura, no es la primera vez que hay desavenencias entre los socios de Gobierno, provocando así algún que otro roce entre partidos. Sin ir más lejos, el pasado mes de marzo, ambas formaciones tuvieron sus más y sus menos a la hora de aprobar la ley presentada por el Ministerio de Igualdad sobre las libertades sexuales.
Esta vez, el primero en alzar la voz ha sido el vicepresidente segundo Pablo Iglesias. La formación que lidera y EH Bildu llegaron a un acuerdo para que los vascos apoyasen la última prórroga del estado de alarma impuesto por la alerta sanitaria del covid-19. Dicho acuerdo incluía la derogación íntegra de la reforma laboral de 2012, algo que no terminó de gustar, entre otros partidos, al PNV.
Apenas tres horas más tarde del anuncio del acuerdo, el PSOE daba marcha atrás asegurando que la reforma no sería íntegra, sino parcial. Este gesto significaría un nuevo desplante de la administración socialista a Unidas Podemos, y Pablo Iglesias ha sido claro con que «lo firmado es lo acordado. El acuerdo entre los tres partidos es derogar íntegramente la reforma».
UN PRESIDENTE CON ESCASOS APOYOS
Con el pacto con EH Bildu, las relaciones con el principal partido vasco, el PNV, se han debilitado. Esta crisis llega en un momento crucial puesto que el próximo 12 de julio se celebrarán elecciones autonómicas en el País vasco. Ante la firma del acuerdo de la derogación de la reforma laboral entre ejecutivo y la izquierda abertzale, la desconfianza por parte del partido de Andoni Ortuzar es total.
Por otra parte, y, siguiendo con la línea independentista, el PSOE ha resquebrajado su pacto con ERC por su acercamiento a Ciudadanos. Gabriel Rufián dejaba latente su malestar con el Gobierno al que ha amenazado con la posibilidad de retirarle de forma permanente su apoyo en esta legislatura, debilitando así la mayoría de la investidura.