El 10 de junio Vox se abstuvo en la votación del Congreso para aprobar el ingreso mínimo vital. El partido de Santiago Abascal demostraba una vez más sus dificultades para construir un discurso social que complemente a su nacionalismo.
Pero los gurús que rodean a Abascal son conscientes de que fenómenos electorales como Donald Trump o Marine Le Pen no se comprenden sin advertir su capacidad para atraer a los votantes entre las clases trabajadoras.
El populismo conservador, tan de moda, se fundamenta en mezclar argumentos ideológicamente adversos como el neoliberalismo económico con un proteccionismo ante la inmigración pobre (no contra los futbolistas extranjeros).
EL SINDICALISMO DE ABASCAL
Vox no cree en los sindicatos, cree que son unos parásitos subvencionados y unos engranajes de la izquierda política. Pero aun así Abascal ha apoyado el nacimiento de Solidaridad, que en sus primeros compases se está empeñando en demostrar que las condiciones laborales de la clase trabajadora no son su prioridad.
Y es que Solidaridad parece no haberse enterado de la mal llamada economía colaborativa que destroza los derechos del trabajador, quizás porque Vox, a pesar de su españolismo discursivo, cuenta con elementos dóciles hacia el colonialismo trumpista.
Solidaridad se ha estrenado asegurando que nacerán de las cuotas de sus afiliados, Vox lo hizo con donativos enviados desde un país tan escasamente ibéricos como Irán. Y su primera perfomance ha sido cargar contra Pedro Sánchez a la entrada de la Puerta del Sol.
¿: las protestas estaban motivadas por asuntos políticos.
APOLÍTICOS, VERSIÓN ABASCAL
El apoliticismo siempre es ultraconservador y Solidaria no iba a ser menos. Y es que a pesar de que Abascal prometió en el Congreso que en España habría «un sindicato que representará los intereses de los trabajadores españoles. Habrá una alternativa sindical que no estará al servicio de partidos políticos o ideologías».
En realidad Solidaria se ha estrenado como reo de los intereses de Vox, deseoso de llevar su aversión hacia el Gobierno a las calles. Cierto es que Abascal ha acertado al apoyar la creación de un sindicato conservador.
Y es que, hasta la fecha, miles de españoles se afilian a sindicatos de signo progresista a pesar de encontrarse en sus antípodas ideológicas. Pero al menos estos sindicatos ‘rojos’, con sus luces y sombras, han demostrado su capacidad para conseguir mejoras en las condiciones laborales de los españoles.
Veremos si Solidaria, amén de enseñar rojigualdas, es capaz de aparcar su obsesión antigubernamental para ofrecer un tipo de políticas encaminadas a mejorar un asunto que no es del interés de Vox en el Congreso: las condiciones laborales de los españoles.
LA ESTRELLA SINDICAL DE VOX
Al frente de Solidaria se encuentra el diputado andaluz Rodrigo Alonso Fernández, miembro del área más liberal de Vox y famoso por arrancar carteles de CGT en el Parlamento andaluz y por haber triplicado la deuda per cápita de una localidad almeriense cuando fue concejal de Hacienda.
El sindicato, dado de alta en un inmueble ‘fantasma’ ubicado en una zona VIP madrileña donde están radicadas sesenta sociedades, ha arrancado dejando claro que no van a tener fácil ser asimilados por una clase trabajadora a la que Vox, hasta la fecha, solo proporciona un aliento rojigualdo.
DESTROZAR EL ESTADO DEL BIENESTAR
El primer anuncio de Solidaria demuestra por dónde van sus tiros. El sindicato apadrinado por Abascal pretende elevar el Salario Mínimo Interprofesional hasta los 1.500 euros… a costa de que el trabajador se quede con unas cotizaciones sociales que serían hurtadas al Estado.
Esta ocurrencia económica neoliberal, inasumible para un país demográficamente envejecido como España, conllevaría sangrantes recortes en los puntales del Estado del bienestar: Sanidad, Educación y Pensiones. Aunque, cierto es, Vox siempre ha mostrado su indisimulado interés en privatizar este trío de derechos… quizás para convertir Vallecas en Detroit.