Los obispos han tachado de «anacrónico» que el Gobierno quiera convertir el Valle de los Caídos en un cementerio civil, defienden la permanencia de la Cruz como «signo de reconciliación» y de los monjes benedictinos, y se muestran «preocupados» porque la Ley de Memoria Democrática «quiere escribir una especie de historia oficial».
Así lo ha indicado el secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, este jueves 1 de octubre en la rueda de prensa posterior a la reunión de la Comisión Permanente de la CEE.
«Resulta anacrónico hablar de cementerios civiles», ha opinado, añadiendo que en la actualidad, «los cementerios parroquiales acogen a todos los que quieren ser enterrados, creyentes y no creyentes, personas que tienen una comprensión de la vida de una forma u otra».
A los obispos les «preocupa» la Ley de Memoria Democrática pero no solo por el Valle de los Caídos sino, sobre todo, porque consideran que «es grave querer escribir una especie de historia oficial y que quiera luego hacerse pauta educativa».
«La ley tiene varios aspectos, uno hace referencia al Valle de los Caídos, es importante, pero la gravedad de otros aspectos de la ley me parece de mayor relevancia, en el sentido de que siempre es grave querer escribir una especie de historia oficial y que quiera luego hacerse pauta educativa», ha subrayado.
El obispo ha recordado que en los años 70 del siglo XX él estaba cercano a la Junta Democrática, encabezada por el partido comunista, y gritaba por las calles ‘amnistía y reconciliación’, pero ha subrayado que el «corazón» de la propuesta era «de reconciliación, de mirar adelante».
«Nos parece grave sobre todo en la actual situación que se quiera hacer una enmienda a la transición democrática en lo que tuvo de reconciliación», ha subrayado Argüello.
Respecto a la gran Cruz que preside el Valle de los Caídos, los prelados la entienden como «un signo de reconciliación» y, por ello, creen que debe permanecer, aunque se «resignifique» el lugar. También piden que permanezca la basílica y la comunidad de monjes benedictinos para mantener el culto.
«En ese lugar, incluso resignificado y acogiendo diversas perspectivas, sigue habiendo un templo, una basílica en la que se ore por el eterno descanso de los difuntos, en la que la eucaristía sea referencia de esperanza para aquellos que quieran consolar su dolor. Si hay cruz, si hay basílica, es importante que haya una comunidad que mantenga el culto en la misma», ha subrayado.
EXEQUIAS E INHUMACIONES
En la reunión de la Comisión Permanente, los obispos han estudiado, entre otros asuntos, el borrador de la ‘Instrucción pastoral sobre el acompañamiento en la muerte y el duelo. Anuncio de la Vida eterna. La celebración de exequias e inhumaciones’, en el que trabajan de manera conjunta las Comisiones Episcopales para la Doctrina de la Fe y para la Liturgia.
El texto se presentará en la Asamblea Plenaria de noviembre y desarrollará cinco puntos: el sentido de la muerte del cristiano; el sentido de las exequias cristianas; sentido y significado de la inhumación y de la incineración; normas sobre la inhumación y de la incineración; y la pastoral con ocasión de la enfermedad, muerte y exequias de los cristianos.