La guerra entre Abascal y Ortega Smith por el control de Vox se recrudece

  • Santiago Abascal ha hecho pública su falta de sintonía con Javier Ortega Smith
  • El líder de Vox aseguró que no está de acuerdo con el cambio de calles en Madrid
  • Ortega Smith calla ante el palo público
  • Santiago Abascal mira con recelos a Javier Ortega Smith y quiere evitar que partidarios de su compañero se hagan con el control de Vox en algunas provincias. El líder del partido ya no oculta que tiene una falta de sintonía con el que ha sido uno de sus principales apoyos.

    Y para muestra, un botón: Ortega Smith consiguió sacar adelante la eliminación de Largo Caballero e Indalecio Prieto gracias a que Ciudadanos y el Partido Popular equipararon a un régimen democrático como la II República con una dictadura fascista como la de Francisco Franco.

    Y Abascal fue rotundo: «En el Ayuntamiento de Madrid conseguimos el otro día a propuesta de Vox con el apoyo de PP y Ciudadanos que se retiraran las calles y estatuas a Largo Caballero y a Indalecio Prieto. Y he de decir que a mí esto es algo que no me gusta».

    VOX Y LA HISTORIA

    Abascal añadió en Es Radio: «Creo que quien ha formado parte de la historia de España debe estar ahí, sea Indalecio Prieto, Largo Caballero o Francisco Franco. Nosotros no deberíamos entrar en esa guerra de quitar calles y tal. Ahora bien, si la izquierda nos viene con una Ley de Memoria totalitaria a nosotros nos van a tener enfrente y les vamos a dar de su medicina».

    Aun así aseguró que quiere seguir haciendo frente a la izquierda en materia histórica: «No nos vamos a callar ni vamos a estar con la mano tendida permanentemente al que nos quiere morder, al que nos quiere ilegalizar y al que nos quiere meter en la cárcel».

    OTRA BATALLA INTERNA… Y NO ES EN VOX

    No solo Vox vive un pulso interno. Y es que la pelea de Izquierda Unida va camino de recrudecerse después de que el PCE haya asegurado que quiere acabar con IU: «Izquierda Unida sigue siendo el instrumento político a través del cual el PCE realiza su política de convergencia con todos los que se proponen la ruptura con el régimen del 78 para conseguir la mayor unidad popular posible».

    «El PCE mantiene la apuesta por la unidad actual en torno al espacio de Unidas Podemos y propone su ampliación, trascendiéndolo de una mera alianza electoral a un proyecto de convergencia política donde quepan todos los actores que se reclamen de izquierdas y suscriban un programa de garantía de los derechos de los trabajadores frente a las políticas neoliberales», añaden.

    El partido liderado por Enrique Santiago, que apoyará a una candidatura alternativa a Alberto Garzón en la próxima Asamblea General, asegura que «Izquierda Unida debe seguir avanzando en su caracterización como movimiento político y social pero resulta necesario construir un nuevo instrumento político que, recogiendo a la actual militancia y las experiencias de IU, la supere de una manera dialéctica y no burocrática».

    «La militancia comunista debe participar activamente en Izquierda Unida, haciéndolo compatible con la participación en las plataformas o espacios unitarios más amplios. Solo con la participación de los comunistas se podrán sintetizar de manera dialéctica nuestras propuestas con las del resto de integrantes de Izquierda Unida así como dirigir y hegemonizar el proceso para su superación. Necesitamos estructuras más flexibles, órganos más ágiles, más coordinación y menos dirección y mayor participación de las bases en la toma de decisiones», añaden.

    CONSOLIDACIÓN

    El partido que lidera Santiago, aliado de Pablo Iglesias frente a Alberto Garzón, dice que afronta «el objetivo de la reorganización de la izquierda desde el convencimiento de avanzar hacia una consolidación estratégica de la unidad popular y con el reconocimiento de que no somos el actor hegemónico en el actual espacio que padece además de acusadas debilidades organizativas y sociales».

    «La propuesta de convergencia tiene que sostenerse en la construcción de alianzas con otras organizaciones políticas, con los sectores más avanzados del movimiento sindical, con los movimientos sociales y con el ecologismo y el feminismo para construir una alternativa común. Para forzar la ruptura democrática y abrir un proceso constituyente, se necesita la más amplia convergencia social, política y cultural que tenga una clara y unitaria referencia institucional basada en alianzas estables y organizadas democráticamente», añaden.

    Y siguen: «Nuestro objetivo de configurar un espacio político unitario como reflejo de la unidad popular solo será creíble si conseguimos una fuerza plural, democrática y cohesionada que ponga en marcha las soluciones para los problemas de la gente, dando certidumbres y seguridad a la clase trabajadora».

    «El PCE asume dos tareas inmediatas: impulsar y facilitar los espacios de convergencia y participar activamente en la elaboración de cómo debe ser ese nuevo instrumento político que represente a la unidad popular«, concluyen.