El Gobierno se está acostumbrando a decretar el estado de alarma para violar sistemáticamente los derechos de los ciudadanos con tal de contener la pandemia. Parece que los avisos y la disciplina española no son suficientes y el Ejecutivo ya se plantea alternativas. Una de ellas, propuesta por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, es la de aplicar un toque de queda de 0.00 a 6.00 de la mañana. Sin embargo, los hosteleros advierten de que esto puede suponer una mayor ruina para ellos por una sencilla razón: les están rascando minutos de consumo que para ellos supone la supervivencia econímica.
Ahora los bares y los restaurantes están obligados a cerrar a las 0.00. Pero tal y como relata Mario González, propietario del restaurante El Reventón en la sierra madrileña, que le hayan quitado esas dos horas de madrugada ya le supone pérdidas importantes. De hecho, sobrevive a duras penas para pagar a sus empleados y los gastos del restaurante. Ahora, con este toque de queda, la gente no se iría a las 0.00, sino antes para cubrir ese espacio de tiempo que tardarían en llegar a sus casas antes de que la policía se ponga a repartir multas por estar donde no se debe. Y esos minutos suponen no solo pérdidas directas, sino indirectas por desincentivar el tomarse algo por las noches.
González teme que esto repercuta más sobre sus ingresos. Si ya tiene a la policía local todos los días frente a su puerta controlando que cumple los requisitos impuestos por el Gobierno a través de un estado de alarma, no se quiere imaginar cómo reaccionaría la gente si sabe que a partir de las 0.00 horas esos agentes pueden multarles por el mero hecho de estar en la calle. Una realidad que González teme que pueda desincentivar el consumo y que la gente salga. Más pérdidas y pagarán siempre los mismos.
El caso de este hostelero de un municipio madrileño no es aislado. Él tuvo la mala suerte de comprar el restaurante en marzo y no poder abrir hasta junio con las correspondientes restricciones ya impuestas. Ahora ve como para sobrevivir tiene que hacer malabares. Y las terrazas ya no son una excusa, pues estamos en otoño y el frío y las lluvias llegan con muchas ganas.
No es de extrañar que ante las medidas propuestas por Sanidad, los hosteleros se hayan organizado. De los que viven del mundo de la noche ni hablamos, pues directamente habrán entrado en quiebra la mayoría en cuestión de meses, siempre que esto siga así. Pero que hayan surgido iniciativas como Madrid Sin Futuro para defenderse de las medidas del Gobierno dice mucho de la realidad que viven los hosteleros en este país.
El Ejecutivo no quiere que la gente salga. No se fía de que los encuentros sociales propicien una nueva ola sobre esta segunda ola de contagios de coronavirus. Es por eso que cada medida busca desincentivar que salgan. Restaurantes sí, pero después de la cena, a casa, que en la calle a partir de las 0.00 no debe haber nadie. Con estas medidas, parece que Sanidad está deseando cortar el ocio nocturno sin decirlo abiertamente.
No se han aumentado en ningún caso ni el personal sanitario ni los rastreadores. El Gobierno se ha centrado en prevenir, lo cual es algo positivo, pero a costa de un sector económico que ha pagado el pato de todo esta crisis que aún sigue dando fuertes coletazos.
El Gobierno aún no tiene claro si aplicará el toque de queda o no, para hacerlo necesita decretar otro estado de alarma más y debe coordinarse con todas las comunidades autónomas. Francia ya lo ha aplicado, solo falta por ver si el Ejecutivo quiere seguir aplicando medidas extraordinarias y violar los derechos de los ciudadanos para frenar una pandemia que ha azotado a todo el planeta.