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El covid-19 por un momento detuvo el mundo, ¿cuál es el porvenir de los actuales modelos de trabajo?
Cuando en el amanecer de la actual pandemia por covid-19 nos vimos con suficiente tiempo libre para entregarnos a juegos de casino online y apuestas online, ponernos al día en series y películas, experimentar platillos nuevos o cultivamos huertas de interior. Si los gobiernos no estaban preparados, qué decir de las empresas, aunque oficinas, fábricas, escuelas deberían ser los primeros lugar en contar con programas de emergencia para la identificación y contención de este tipo de brotes virales con la menor afectación posible a las actividades.
La situación fue particularmente crítica para España, el quinto país de la Unión Europea peor preparado para el trabajo a distancia, como ha indicado la Universidad Complutense en un estudio reciente. Según concluye el mismo documento, hasta 30% de los empleos en territorio español podrían realizarse sin necesidad de asistencia a un centro de trabajo específico.
Estamos en un punto de inflexión que obliga a la redefinición de los modelos de trabajo. El coronavirus puso de relieve el desplazamiento esencial para ciertas profesiones (personal médico, trabajadores de limpia, repartidores, encargados en comercios de insumos básicos) y la trivialidad que hay en los traslados de otras.
Además, debe considerarse que el covid-19 es apenas uno en una larga lista de peligros inminentes: cambio climático, niveles en los océanos, contaminación, por no mencionar los escollos de índole económico-social que se vislumbran a futuro. El trabajo presencial está fuertemente arraigado en nuestra cultura y será una mentalidad que no cambiará de la noche a la mañana, pero quizá toca la hora de preguntarnos: ¿Qué tanto necesitamos una oficina? ¿Y qué beneficios deja el teletrabajo?
Ya el solo hecho de prescindir de la transportación al trabajo sería una contribución a aliviar problemáticas ambientales y de movilidad con grandes ventajas laborales. En lugar de tener empleados que llegan desganados por la logística que les conlleva el viaje a la oficina, se estaría propiciando mayor satisfacción profesional. Un estudio del Harvard Business Review revela que la gente desde casa cumple sus tareas con una eficacia 13% mayor que quien opera desde una oficina y, según investigación de Gallup, las posibilidades de sentirse comprometido con un empleo aumentan 33% con tres o cuatro días de teletrabajo.
Tendríamos que modificar también la tradicional medida de rendimiento a partir de un horario, para centrar el peso en las tareas cumplidas. Con las actuales plataformas para la organización y control de un equipo de trabajo, la verdad es que el control del tiempo presencial pasa a ser una vigilancia desfasada. Mientras el empleado cumpla con la tarea requerida el sabrá si lo hace en “horarios de oficina” o si pasa las madrugadas despierto, si el objetivo se cumple, todo camina.
Asimismo se ha visto que los índices de ausentismo y renuncias bajan en la modalidad de trabajo remoto. La posibilidad de trabajar desde casa aumenta la posibilidad de que un empleado no tenga inconveniente en realizar sus labores aun con malestares de salud, al evitarse el estrés de acudir a una oficina e interactuar con los compañeros.
Esto último es digno de destacar, porque, seamos honestos, ¿cuánto tiempo en la oficina no es tiempo perdido? ¿Cuánto nos quitan las distracciones con los colegas? En el hogar es probable que tengamos a los críos o que la vecina toque a pedirnos un poco de azúcar, pero con la planeación adecuada puede ser la solución para evitar frenos bruscos a la productividad y, de paso, evitar que las oficinas se vuelvan focos de infección.