‘Mank’, la obra de Fincher en Netflix que aspira a petarlo en los Oscar

El pasado 20 de noviembre se estrenaba en salas ‘Mank’, y el 4 de diciembre en Netflix, la última película del prestigioso director David Fincher que trae un marchamo de gran obra y una de las favoritas a los Oscar. Para los que conozcan a Fincher, es uno de los mejores directores que existen y quizá se sientan sorprendidos o decepcionados. Y no porque la película sea mala -al contrario, si no lo es se acerca a obra maestra-, sino por la densidad y complejidad de la propuesta. Pero para los cinéfilos, sin duda es un film no sólo para verlo y revisionarlo, porque se nos escaparán muchas cosas en un único pase.

Vamos a mostrar muchas cosas de ‘Mank’ y del director, para que tengas elementos y motivación para ver una de esas películas que acaban siendo clásicos modernos, y no sólo por su propio corte clásico y rodado en blanco y negro. Y decimos motivación, porque su estreno en Netflix ha sido bastante decepcionante. Lastrado por un lado por la complejidad de la propuesta y por otro el aluvión de estrenos navideños, no ha tenido una gran audiencia, más dada en estas fechas a un cine familiar y divertido.

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Gary Oldman, el alma de ‘Mank’

Mank
Gary Oldman es Mank

Lo mejor de una interpretación es que cuando la ves no te imagines a otro actor o actriz en ese papel. Y eso pasó con Gary Oldman en ‘Mank’, protagonizado e interpretando a Herman J. Mankiewicz. Es el alma de la historia no sólo porque es el protagonista y quien escribe el guión en la película, sino porque su presencia es constante en cada fotograma y su labia inunda la pantalla no sólo físicamente sino en ideas y referencias que para los cinéfilos serán una mina y para los menos tendrán que verla más veces o tirar de Google. Gary Oldman nunca defrauda en sus interpretaciones, sean más o menos histriónicas o contenidas. Siempre gusta, pero aquí compone sin duda su mejor papel y obviamente está en las quinielas para ganar el Oscar. Ya lo obtuvo por su interpretación de Winston Churchill pero tras capas y capas de maquillaje y prótesis. Aquí va a «pecho descubierto» y es un trabajo perfecto para ganar la estatuilla por esa mezcla que tanto gusta a la Academia de persona conflictiva, alcohólica, carismática, transgresora pero simpática y encima guionista del cine clásico.

Además, el elenco que le acompaña, sin ser estrellas puesto que es un film para lucimiento de Oldman y de homenaje al cine y no a los actores, es tan acertado como inspirado en las actuaciones. Desde Amanda Seyfried como Marion Davies, hasta Tom Pelphrey (que interpreta a Joseph L. Mankiewicz), Arliss Howard (Louis B. Mayer), Charles Dance (Hearst) y Tom Burke (Orson Welles). Es sobre todo una película actoral, con ampulosos diálogos donde se da mucha, a veces demasiada información entre tanta aparente verborrea, y todos están a la altura. Aquí no se trata de grandes movimientos de cámara sino de planos precisos y al servicio de la historia, donde los intérpretes lo son todo.