jueves, 12 diciembre 2024

La investigación en cáncer puede tener años de retraso por el cierre de laboratorios

El cierre de los laboratorios durante los meses del confinamiento por el coronavirus va a tener una repercusión negativa en la investigación del cáncer, dado que en la actualidad no se ha llegado a recuperar al 100 por ciento la actividad que tenían antes de la pandemia.

Así lo ha señalado la directora científica del CIBER de Cáncer (CIBERONC), Anna Bigas, quien ha asegurado que el año 2020 ha sido «muy problemático» para la investigación oncológica dado que los laboratorios han estado cerrados durante «un mínimo» de tres meses.

«Cerrar un laboratorio, aunque sea por un corto periodo de tiempo, tiene una gran repercusión en la investigación, ya que en muchos casos, como por ejemplo cuando se estudia con células o animales, los experimentos son a largo plazo», ha señalado la doctora, con motivo de la celebración, el próximo 4 de febrero, del Día Mundial Contra el Cáncer.

Y es que, por ejemplo, en ocasiones se trabajan con muestras «muy valiosas» de pacientes que, si se paraliza el trabajo, ya es prácticamente imposible volverlo a recuperar. Además, en los casos en los que sí se puede, como por ejemplo los tumores que se cultivan ‘in vitro’, se puede tardar un año en volver a recuperarlos en el nivel en el que se encontraban antes del cierre del laboratorio.

Dicho esto, Bigas ha lamentado la inexistencia de un programa de rescate financiero para recuperar los proyectos de investigación que se han perdido durante el confinamiento. «Todos estos procesos y ensayos son muy costosos y tampoco se ha obtenido la financiación adecuada para volver a restituirlos. De hecho, todo el mundo ha tenido que usar los fondos que normalmente tienen para sufragar los problemas que ha generado el cierre por la pandemia», ha enfatizado.

RETOS EN LA INVESTIGACIÓN DEL CÁNCER

Por otra parte, la directora científica del CIBERONC ha detallado los principales retos que, a su juicio, presenta actualmente la investigación del cáncer, entre los que ha destacado la búsqueda de nuevas herramientas que permitan detectarlo precozmente.

«Esto se puede abordar desde muchos ámbitos pero el que a nosotros más nos concierne es un diagnóstico molecular precoz. Hemos avanzado y seguimos trabajando en poder detectar esas alteraciones que nos sirven para decidir si un tumor será de mejor o peor pronóstico», ha explicado.

Se trata, prosigue, de un reto sobre el que queda «muchísimo por mejorar» pero que incidirá «muy directamente» en la calidad de vida y en la vida de los pacientes. Del mismo modo, la doctora ha subrayado también la importancia de conocer qué terapia es la mejor que se puede aplicar en cada tipo de tumor y con cada alteración.

«Tenemos muchas estrategias terapéuticas disponibles y a veces no sabemos muy bien si serán las ideales. Por ejemplo, y aunque cada día tenemos más opciones de tratamiento en el campo de la inmunoterapia, todavía nos falta recorrido para saber en qué tumores y en qué pacientes realmente funcionan», ha zanjado.