Ignacio Aguado, capitán del Titánic, hunde el barco y deja a su plantilla en InfoJobs

Están casi todos cesados. El exvicepresidente de la Comunidad de la Comunidad de Madrid debe tener ya la cuenta premium de LinkedIn después de haber conseguido que la afluencia a la red social para buscar trabajo se haya disparado gracias a los directores generales y cargos intermedios de Ciudadanos. Los dirigentes más escurridizos, como el director de Márketing de Metro de Madrid, Miguel Oliver, se han escondido en la maleza para sobrevivir a pesar de pertenecer a un partido que ha sido expulsado del gobierno de la Comunidad de Madrid, pero otros que no han sido tan espabilados, como Javier García Vilumbrales, han tenido que irse a Valencia para encontrar trabajo en una universidad privada.

El caso del director de márketing de Metro es el de un resiliente que sabe sobrevivir a toda costa a base de esconderse en la maleza y escapar al corte de cabezas. De momento, Miguel Oliver ha aparcado su pasión por el deporte con tal de mantener su elevado sueldo público al frente de un puesto para el que no ha estudiado nada similar. Como él, hay otros cargos como el de Nuria Platón como asesora de prensa que también se han cambiado de equipo (en este caso desde la Consejería de Transportes (controlada por Ciudadanos) a la de Educación (manejada por el PP) con tal de mantener su salario público. Pero no es la tónica general. Lo normal es que la falta de madurez de Aguado se haya traducido en hacerse una cuenta nueva de LinkedIn y se hayan puesto la aureola en la foto de perfil de #OpenToWork.

Un ejemplo de los que no han sabido moverse y han acabado en la calle es el de Javier García Vilumbrales, un «experto en comunicación con más de 20 años de experiencia» que ahora imparte clases de ese área en la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir; concretamente es profesor de un máster de marketing político y comunicación institucional. Tras varios periplos chupando de las arcas públicas como director de comunicación de la Consejería de Ciencia, Universidades e Innovación de la Comunidad de Madrid o de la Consejería de Educación, Vilumbrales se ha visto abocado a tirar de contactos por haber prescindido de sus servicios. El caso este «experto» no es único, pues las andanzas e Aguado han dejado a muchos a las puertas de InfoJobs.

Hay otros directores generales en la línea de Vilumbrales que han estado menos espabilados que Oliver, solo que en este caso se niegan a declarar en su LinkedIn que ya no trabajan en ese goloso puesto que se lucra de la administración pública.  Este es el caso de Nuria Santos, exsubdirectora de relaciones institucionales del Metro a quien Oliver invitó a salir del puesto porque el apasionado del deporte quería colocar en su lugar a otra mujer que contaba con su estrecha confianza: la afamada nueva subdirectora Cristina Sánchez Masa.

Todos estos directores generales son solo algunos ejemplos de los muchos que han inflado el paro o que ya tiran de contactos para encontrar un nuevo puesto que llene sus bolsillos. Lo cierto es que el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCAM) nunca ha reflejado tantos nombres de personas que mandaban al paro. Y todo es por la gracia de un candidato de Ciudadanos que no fue capaz de estar a la altura para mantener la cohesión en un gobierno de coalición. Si preguntas a cualquiera de estos directores, los ánimos están caldeados a la hora de opinar sobre su propio partido. Y mejor ni hablar de Aguado, quien después de provocar una ruptura de la coalición ha desaparecido del mapa.

AGUADO NO PIERDE DINERO

El exvicepresidente al menos ha garantizado su puesto. No al frente de la Comunidad de Madrid, pero al menos ha conseguido que las cuotas de los afiliados de Ciudadanos le paguen las facturas después de que la presidenta de la formación naranja, Inés Arrimadas, le haya incluido en el núcleo del partido. Inexplicablemente y ante el considerable enfado de toda la cúpula de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, Aguado se ha buscado un hueco entre los «mandamases» de la formación naranja como premio de Arrimadas por no permitirle presentarse como candidato a las elecciones de la autonomía por su mala relación con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

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Aguado ha dejado sin trabajo a una buena cantidad de cargos intermedios y altos de la administración pública porque nunca entendió que tras sus pataletas y falta de madurez para tratar con Ayuso había una buena cantidad de puestos de trabajo que dependían del buen hacer. Es por eso que el nombre del exvicepresidente es casi como el de Voldemort dentro de Ciudadanos y dentro de los círculos de las personas que han perdido su puesto de trabajo por los berrinches de quien ahora no sale ni en pintura. El innombrable.

Es un sálvese quien pueda y Aguado ha salvado a los suyos, en especial a su chica de confianza, Esther Ruiz, una diputada naranja que presume de tener estudios superiores con un curso de unas pocas horas y que cuesta 150 euros. El resto están a otra cosa. Oliver a sobrevivir con el Marca bajo el brazo como director de Márketing de Metro y Vilumbrales para explicar a sus alumnos de la universidad valenciana cómo ser un buen profesional de la comunicación (es de entender que será para que no te despidan, algo en lo que sí que tiene experiencia contrastada).

En cualquier caso, el problema es dónde está Aguado y por qué su papel en la campaña de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid será nulo. Sea cual fuere la razón, lo cierto es que Aguado ha hecho una bomba de humo que ha irritado a todos, tanto a los pocos supervivientes que saltan de un partido a otro para no desprenderse de lo público como a los que ahora sopesan si hacerse LinkedIn Premium.