Irene Montero se inventó el término «portavoza» para tratar de justificar lo injustificable. La Real Academia Española tildó la osadía como una «provocación inútil«, pero el lenguaje inclusivo ha venido para quedarse, o eso creen los socialistas y progresistas. Esta imposición llega ahora a los libros de texto escolares. Uno de los últimos ejemplos es un libro de Historia que pregunta, al más puro estilo la ministra de Igualdad del Gobierno, «¿quiénes eran los visigodos y las visigodas?».
No es el único ejemplo que ha aparecido en los últimos días. En otro texto sobre la unidad religiosa aparece esta neolengua, que ha recibido una lluvia de críticas en redes sociales. En el escrito, se presenta la Inquisición como un arma para «asegurar el predominio del cristianismo» con la misión de juzgar a «los sospechosos y sospechosas» de herejía; o que en 1492 se instó a «todos los judíos y judías» a convertirse al cristianismo. «Los nuevos cristianos y cristianas -prosigue el texto- recibieron el nombre de conversos y conversas». También desdobla el plural de musulmán, con «musulmanes y musulmanas».
Montero no encontró ni el apoyo de su marido, Pablo Iglesias, para defender su ‘palabro’. Al líder de Podemos y candidato a las elecciones del 4 de mayo tildó de «raro» el sonido de la palabra «portavoza», al tiempo que ha evitado pronunciarla. La ministra de Igualdad cogió el testigo de la exministra Bibiana Aído, quien acuñó el término «miembras«, o el de la también exministra Carmen Romero, que profirió «jóvenas«. Estas palabras de nuevo acuño fueron dichas en 2008 y 1993, respectivamente.
Todo para tratar de introducir un lenguaje inventado y evitar utilizar la enriquecida lengua española, cuyo protector criticó con dureza y afilada pluma esta transgresión. De hecho, Montero se basó en un vocablo femenino para tratar de reafirmarlo. Y es que, «voz» es siempre femenino.
ADRIANA LASTRA APLAUDIÓ A MONTERO
La cultura progresista aplaudió hasta con las orejas y repitió el palabro hasta la saciedad, pese al hazmerreír de la oposición. Adriana Lastra, portavoz del PSOE, dio paso a Margarita Robles, ministra de Defensa, con un «yo a mi portavoza la llamo portavoza». Y tan pancha se quedó.
Este adoctrinamiento ha sido criticado por la oposición al Gobierno en bloque. Vox es el partido que critica con mayor dureza el uso de este lenguaje en los libros de textos. La formación liderada por Santiago Abascal y por Rocío Monasterio en Madrid ha pedido retirar este tipo de términos de los documentos oficiales.
A juicio de la formación conservadora, «entorpece» a la Administración, además de suponer un coste para la administración. En una proposición no de ley, Vox ha pedido la exclusión de «todos» los documentos oficiales de la Administración General del Estado y organismos públicos.
La propia Monasterio ha pedido a los suyos que le llamen «presidente» y no presidenta. Así lo ha indicado en numerosos mítines de campaña, especialmente en los últimos días donde el pin parental y su posicionamiento contrario al lenguaje inclusivo han sido una de sus banderas para arengar a los seguidores.
VOX, LA OPOSICIÓN AL LENGUAJE INCLUSIVO
Vox ha interiorizado que el cargo de presidente se puede utilizar para ambos sexos indistintamente, incluidas a las mujeres que lo ostentan en el Congreso y Senado, o Comisiones de ambas Cámaras. Todas estas interpelaciones han tenido respuesta desde las posiciones progresistas.
Los de Santiago Abascal se han hecho eco de las críticas de la Academia de la Lengua francesa contra el uso de este lenguaje, como también de la RAE en su informe para adaptar la Constitución de 1978, cuya modificación debería ser aprobada y refrendada por todos los españoles.
En los libros de texto aparecen términos utilizados por una sociedad esteriotipada, que trata ahora de limpiar sutilezas sexistas y machistas, pero en el caso del libro de Historia, la editorial se ha cubierto de gloria, más cuando deberían cambiarse todas las enciclopedias, libros y textos referidos únicamente en el masculino plural para referirse generalmente a todas las personas, mujeres y hombres.