Irene Montero, sobre el acoso en su chalet: «La reivindicación es que me ponga las rodilleras»

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Hay sensibles diferencias. Cuando la abogada de Miguel Frontera, el presunto acosador de Pablo Iglesias e Irene Montero, le pregunta a la ministra de Igualdad que qué diferencia hay entre un escrache de aquellos que tiempo atrás desde Unidas Podemos alentaban y lo que hace su representado en el famoso chalet de Galapagar, Montero lo tiene claro. «En un escrache hay una reivindicación política. En este caso, la reivindicación es que yo me ponga las rodilleras», comentaba la ministra a finales de 2020 en el juicio contra Frontera. En estas imágenes, a las que ha tenido acceso MONCLOA.com, la ministra muestra su enfado y desesperación contra un personaje que se dedica día y noche a atormentarles en su propia casa. Poco le importa que tengan tres niños o que tengan derecho a una vida digna. Miguel Frontera no descansa.

«Se presenta de forma cotidiana». Parece que Frontera no tiene trabajo. Y si lo tiene, debe ser acudir al chalet de Iglesias y Montero a hacerles la vida imposible. Se estudia la zona para hacer el mayor daño posible. Y si tiene que tirar de decibelios, tampoco tiene ningún problema. Pilla un megáfono o unos altavoces y sea la hora que sea se pone a dar caña al candidato de Unidas Podemos y a Irene Montero. Poco le importa que haya niños o el derecho a la intimidad de cada uno. «Es imposible saber cuando va a volver, pero sí que todos los días se suele presentar a las 20.00», comenta la ministra visiblemente desesperada ante la actuación de Frontera. El supuesto escrache de Frontera ha alcanzado otro nivel. Ya no es «jarabe democrático», ahora Montero quiere que se reconozca como acoso y que se le prohiba acercarse a la vivienda.

«Ya hay muchos amigos que no vienen a casa porque si este señor está por ahí graba sus coches», desliza la ministra para ilustrar la desesperación que viven en el chalet. Tiene un buen jardín, sí, pero con el riesgo de que Frontera se ponga a grabar o a insultar. Aunque la vivienda esté vigilada por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, poco le importa a este personaje que incluso ha pedido dinero para proseguir con su acoso. Si tiene un trabajo, le permite mucho tiempo libre. Y si no, parece que está en nómina de alguien que quiere echar de Galapagar a Iglesias y a Montero.

Sobre la cantidad de policías que hay en el chalet, no se detalla. En momentos de riesgo han elevado la cantidad de escoltas y de agentes en el perímetro, aunque ahora solo hay cinco policías en la puerta. Son de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, pero tampoco pueden hacer mucho contra un ciudadano que quiere circular por ahí y poner música que presuntamente no supera los decibelios máximos permitidos. Los agentes le piden que pare, pero no pueden hacer mucho más. Y si tiene la obligación de obedecer, Miguel Frontera se lo suele pasar por el forro, según detalla la ministra en el juzgado de Collado Villalba, donde declararon el pasado 28 de diciembre de 2020.

Montero reconoce que su casa «está protegida por la Policía Nacional o por la Guardia Civil permanentemente», pero esto no frena el presunto acoso de Frontera. De hecho, el profesional de los escraches ha estudiado la zona y ha encontrado una roca pegada al muro de la parcela del candidato a la Comunidad de Madrid Pablo Iglesias y de Irene Montero desde la que se ve parte del interior. Al menos el porche y una zona muy utilizada por la pareja en el jardín. Imagínense lo que es salir al jardín de tu propia casa y encontrarte a Frontera subido a una piedra para grabarte mientras te insulta. Todo muy acogedor y un entorno ideal para los niños, entiéndase la ironía. «Ha llegado a grabar el interior de la vivienda subiéndose a una roca», asegura Montero en la declaración de los juzgados de Collado Villalba.

Irene Montero lo reconoce: «sí, mi casa está protegida. Lo grave es que a pesar de estar protegida a este señor le da igual». Las quejas de Montero vienen motivadas porque Frontera no hace caso a las indicaciones de los agentes. Y alguien que no obedece a la policía por la razón que sea, tiene algo que te inquieta. Al menos es lo que asegura la dirigente de Unidas Podemos al reconocer que la presencia de Miguel Frontera le da miedo.

«Mi actividad como ministra se ha visto perjudicada»

Tal es la obsesión de Frontera con la pareja que no cesa ni tiene horario. Se lo ha tomado como si del trabajo de su vida se tratase. Ha llegado a tal punto que Montero desliza que su cargo no lo puede ejercer como a ella le gustaría porque su «actividad como ministra se ha visto perjudicada», tal y como reconoce Montero.

El resumen es el que comenta la ministra. «Tengo miedo de Miguel Frontera», asegura. Pero donde entra el punto más agresivo e incómodo para la dirigente política es aquel en el que la letrada de Miguel Frontera le intenta hacer ver a Montero lo equivocada que estaba al promover los escraches. Puede que sí, pero en cualquier caso la situación no parece estar justificada, tal y como se puede apreciar en los vídeos grabados por Frontera. Y en cualquier caso, la ministra le responde claro a la letrada. «Son los jueces quienes tienen que determinarlo (la diferencia entre escrache y acoso). Los escraches duran minutos, horas. Esto lleva produciéndose ininterrumpidamente desde el 15 de mayo. En este caso la reivindicación política es que me ponga unas rodilleras», concluye la ministra de Igualdad. Además de otras perlas como que no va a parar «hasta que me vaya a Venezuela».