Iván Redondo evitó dar un golpe de efecto de última hora en la Comunidad de Madrid similar al que arreó el PSOE en Cataluña con Salvador Illa. El spin doctor comprobó que no tenía candidatos de garantías en la recámara, Margarita Robles no lo era, y prefirió lo ‘malo conocido’ con Ángel Gabilondo, que en 2015 logró unos aseados resultados y en 2019 obtuvo una victoria estéril.
Pero el Gabilondo de 2021 no era el de años atrás. Y es que el exministro ha sido duramente criticado por su inmovilismo en la oposición contra Díaz Ayuso en las primeras olas de la pandemia de la COVID19 y en Ferraz lo daban por amortizado ante su inminente nombramiento como Defensor del pueblo.
El adelanto electoral pilló al PSOE en paños menores y Redondo ideó una estrategia basada en que Ángel Gabilondo frenase el crecimiento del Más Madrid de Mónica García con varias incorporaciones femeninas (Pilar Llop, Hana Jalloul, Irene Lozano o la posibilidad de sumar a Reyes Maroto), el de Unidas Podemos con el voto útil («para evitar el Gobierno de la Plaza de Colón») y a Cs mediante un cordón sanitario a Iglesias.
CAMPAÑA FRUSTRANTE
Ángel Gabilondo arrancó la precampaña con acierto irónico («serio, soso y formal»), pero posteriormente no ha sabido hacerse un hueco ante el empuje de Más Madrid y Unidas Podemos. Otro problema es que los sondeos no han detectado trasvase del voto desde el centro-derecha hacia las posiciones progresistas.
Y este hecho obligó a Pedro Sánchez a arremangarse y bajar al ruedo político con la intención de frenar la resurrección del PP mediante un inconestable triunfo que haga desplomarse a Vox (hecho que podría dificultar las expectativas de Santiago Abascal, garantía de la permanencia del PSOE en La Moncloa).
Sánchez tenía un horizonte inmaculado, pero la chapuza murciana firmada por José Luis Ábalos ha destrozado la estabilidad del PSOE (que estaba jugando a arrinconar a Unidas Podemos mediante pactos con el PP, incumplimientos del acuerdo de Gobierno y apuestas por resucitar a Cs vía Murcia).
La debacle murciana ha forzado a Sánchez a lanzarse al abismo mediante una agresiva campaña que ha incluido que el presidente del Gobierno haya verbalizado ante periodistas lo que saben todos los medios: que la Comunidad de Madrid ha jugado con los datos sanitarios. Eso sí, quizás otros gobiernos autonómicos del PSOE hicieron cosas parecidas y el presidente del Gobierno miró hacia otro lado…
‘PLAN B’
Una posible hecatombe del PSOE madrileño puede comprometer a Pedro Sánchez, que podría ver como los medios advierten el triunfo de Ayuso como el principio del fin del socialismo en La Moncloa y como una victoria de la baronesa ‘popular’ frente al presidente del Gobierno.
Ángel Gabilondo, que antes de ser designado como candidato dejó claro que se ponía a la disposición de los socialistas, quizás haga un último acto de servicio en favor del PSOE con una dimisión que evite que los palos mediáticos destrocen a Sánchez.
También es cierto que un triunfo del bloque progresista supondría una hecatombe para el Partido Popular, cortaría la proyección de Isabel Díaz Ayuso y dejaría en mal lugar a Pablo Casado, que no tiene demasiados ases debajo de la manga después de dos años muy complicados a nivel electoral.
Una victoria progresista supondría la apoteósis para el PSOE, que controlaría todos los grandes focos políticos españoles a excepción de cuatro autonomías: Cataluña (donde el PSC puede servir de muleta a ERC), Euskadi (donde los socialistas forman parte del Gobierno liderado por el PNV) y dos baronías ‘populares’ que no son hostiles hacia La Moncloa: Juanma Moreno en Andalucía y Feijóo en Galicia.