Narciso Michavila se convierte en el mejor antídoto contra Iván Redondo

El triunfo de Pablo Casado a lomos de un discurso neoliberal en las primarias del Partido Popular en 2018 provocó que el joven palentino leyese de forma errónea el papel de su formación. El líder de la oposición quiso restaurar el ‘aguirrismo’ y el ‘aznarismo’, felizmente apartados por Mariano Rajoy.

También apostó por el nacionalismo español que cultivaban Vox y Ciudadanos. Y jubiló por las bravas al sociólogo de cabecera de Aznar y Rajoy, Pedro Arriola, que se marchó de Génova 13 con sus encuestas tras treinta años repitiendo la misma exitosa cantinela: España es sociológicamente de izquierdas a causa del franquismo y el PP, si quiere gobernar, tiene que apostar por el centro.

Casado, con la arrogancia que proporciona un triunfo lleno de audacia, desechó su papel y creyó que el error del ‘marianismo’ que él portavoceó fue girar al centro y acomplejarse por la corrupción pretérita. Pero ese sin duda fue su mayor acierto…

NARCISO MICHAVILA ACERTÓ

La extrema derecha mediática arreó en 2019 a Narciso Michavila y lo acusó de «vendido» por pronosticar que el PSOE iba a conseguir el Gobierno a pesar de que desde en las filas conservadoras, crecidas por el «‘¡A por ellos!» contra Cataluña y por la foto de la Plaza de Colón, preveían una victoria segura ante un presidente al que tildaban de «okupa» desde que consiguió de forma legítima el trono tras la moción de censura.

Michavila, el único gurú político que advirtió el triunfo conservador en Andalucía antes de confirmarse, acertó al avanzar que el PP no conseguiría el poder mientras hubiese tres listas electorales estatales con cierta representación.

SPIN DOCTOR

La colección de aciertos de Iván Redondo, que durante tres años prácticamente ha hecho pleno junto a Pedro Sánchez, comenzó a agriarse en la fallida moción de censura murciana y tras la hecatombe progresista en las madrileñas.

Pablo Casado, ayuno de un spin doctor como Redondo, cada día escucha más los consejos de Narciso Michavila. El presidente de GAD3 sostiene que La Moncloa dejó de «escuchar la calle» durante la pandemia. Y quizás el PP lo aproveche.

MODERNIDAD

Michavila ha rescatado el viejo cuaderno arriólico, es por ello que el PP ha levantado el pie con Ceuta. Pero Casado no se abstendrá de participar en la foto de Colón junto a Vox a pesar de que alguna voces en Génova 13 pedían lo contrario.

El presidente de GAD3 también está atento de Iván Redondo, que ha apostado por los indultos en Cataluña y por hablar de la España de 2050 basándose en unas recientes palabras de Pedro Sánchez: «Tenemos un proyecto de presente y renovación para modernizar España, pero para lograrlo, el largo plazo lo es todo. Conseguirlo no será fácil, pero no es imposible».

Redondo quiere evitar la impresión de que Sánchez hace lo que le dice él, que es algo que se ha fijado en el imaginario colectivo, y dice que «el presidente fue muy nítido y ejecutivo como es él: España no solo no podía quedarse atrás en esta carrera hacia el futuro que otras grandes democracias llevan años practicando, sino que debíamos tomar posiciones y situarnos en primera línea de salida, tanto a nivel nacional como internacional».

«Con las ideas muy claras: abandonando toda tentativa cortoplacista o partidista, donde los horizontes temporales se recortan drásticamente y lo urgente tiende siempre a eclipsar lo importante; alejándonos de cualquier estrechez de miras que impide prepararnos para aprovechar oportunidades y superar los obstáculos que nos dificultan competir, por ejemplo, con las economías asiáticas, inspiradas más que la nuestra en el largo plazo; y elevándonos también para no limitarnos, con el deseo inherente de los españoles de avanzar desarrollando todo el potencial real de nuestro país«. asegura el gurú.

Redondo dice que «España se enfrenta hoy a una década de cambios tan vertiginosa y decisiva como la de entonces, precipitados por los efectos disruptivos de la pandemia y la aceleración de grandes desafíos como el cambio climático, la digitalización, el envejecimiento, el reto demográfico, la cohesión social, la igualdad entre hombres y mujeres o las transformaciones del orden global. Nuestro país, al igual que otras democracias de nuestro entorno, afronta tres grandes fragmentaciones que a la vez son retos para nuestra sociedad: la territorial, la generacional y la ideológica».

«No se trata de adivinar el futuro. Nadie tiene, ni en la política ni en la vida, el algoritmo del éxito. Se trata de entender mejor el futuro mediante el análisis riguroso de la evidencia empírica, y de articular los diálogos sociales necesarios para construirlo, unidos desde el rigor y la vocación de acuerdo que requieren todas las políticas de largo plazo en una democracia madura y plena como lo es España», añade.

Redondo dice que «vienen décadas de cambios profundos y acelerados. Si sabemos aprovecharlos, España podría resolver viejos problemas enquistados y alcanzar unas cotas de desarrollo económico y bienestar social que hoy apenas llegamos a vislumbrar. Pero para lograrlo como generación, se necesitará un plan concreto, y tiempo. El tiempo lo es todo en política: tiempo para deliberar y construir acuerdos; tiempo para diseñar, testear e implementar las políticas adecuadas».

Remata con patriotismo la mano derecha de Sánchez: «La comunidad llamada España sigue siendo posible. El nuestro es uno de los países más desarrollados del mundo. Y quienes tenemos el privilegio de habitar en él, lo sabemos. Nace algo nuevo. Hay señal frente al ruido. Ni somos tan pocos, ni estamos tan aislados ni somos tan frágiles. Llegó nuestro momento».