El bróker Javier Biosca volverá a declarar en la Audiencia Nacional el 17 de septiembre como presunto cabecilla de una estafa piramidal con criptomonedas con la que habría conseguido 475 millones de euros de más de 750 perjudicados.
El responsable del Juzgado Central de Instrucción Número 1, Alejandro Abascal, ha citado a Biosca para las 10.00 horas del próximo viernes de forma presencial, por lo que tendrá que ser trasladado desde la cárcel de Alhaurín de la Torre (Málaga) donde se encuentra en prisión provisional desde el pasado 8 de junio.
Biosca está acusado de estafa continuada, apropiación indebida y falsedad en documento público, delitos que habría perpetrado a través de la empresa Algoritmhmics Group captando desde 2019 a inversores particulares que querían obtener altos intereses en el mercado de las criptomonedas.
El pasado 22 de julio, ya compareció ante Abascal para asegurar que su intención no era engañar a los inversores, reivindicando que realmente el negocio que les proponía era muy rentable.
Incluso dijo que estaba dispuesto a colaborar con la Justicia aportando las claves de las cuentas bancarias y otras que sean necesarias para ir pagando a los inversores, si bien expuso al juez que, dado que no recuerda muchas, para ello tendría que ser puesto en libertad.
Su mujer y el hijo de la pareja, Paloma Gallardo y Sergio, están acusados de los mismos delitos que el bróker por su presunto rol de ‘captadores’ de inversores. En su caso, aseveraron al magistrado que no conocían nada de los negocios de su marido y padre. Abascal optó por mantenerlos libres pero sin pasaporte.
EL LUJO COMO CARTA DE PRESENTACIÓN
La Asociación de Afectados por Inversiones en Criptomonedas, que ejerce la acusación en este caso representada por el bufete de Emilia Zaballos, sostiene que todas las afirmaciones realizadas en la querella presentada el pasado mes de mayo contra los Biosca están respaldadas por numerosos testigos.
Según los testimonios recabados por esta asociación y plasmados en un reciente escrito enviado al juzgado, Biosca se presentaban a los potenciales clientes diciendo que «a través de un trabajador que había contratado del Grupo Inditex llegó a controlar un algoritmo matemático con el que (..) conseguía rendimientos increíbles».
Garantizaba una rentabilidad del 20 o 25% semanal, al menos al principio, por lo que se corrió la voz entre familiares y amigos de los primeros clientes y el negocio pasó rápidamente de los 30 inversores a los 500.
Gallardo habría sido la encargada de dar una imagen de plena solvencia a los clientes mostrando la vida de lujo que la familia había conquistado gracias –supuestamente– a ese ‘bot’. Así, de acuerdo con dichos testimonios, les citaba en restaurantes de moda y les invitaba a exclusivas fiestas.
Biosca, cuenta un testigo, hablaba de «comprar un banco en Santo Tomé y Príncipe, que tenía un ‘bullet’ con la Reserva Federal americana, que quería comprar el Dinamo de Bucarest y que tenía en ese momento más de 600 millones de euros» en bancos nacionales y extranjeros.
UNA ESTAFA «COMO UNA CATEDRAL»
En un mes ya habíamos recuperado la inversión, con lo cuál ya estábamos tranquilos y siguió cumpliendo semanalmente hasta febrero de 2020, coincidiendo con la pandemia del COVID», relata otro testigo.
Entonces, el bróker les informó de que pararía el ‘bot’ durante unas semanas para reactivarlo más tarde. Los primeros beneficios servirían para recuperar las pérdidas registradas durante ese barbecho, por lo que inicialmente los rendimientos serían menores pero luego repuntarían, les aseguró.
Uno de los testigos, que tenía nociones contables, admite que siempre sospechó por tratarse de rentabilidades muy altas respecto a lo que ofrecía el mercado en ese momento.
«Cuando fui a verlo (a Biosca) a su mansión en Marbella por primera vez fue cuando realmente me di cuenta de que ‘estábamos perdidos’. Seguridad privada como si fuera un búnker, coches por doquier, dinero a espuertas, cenas en salones privados… Ese ritmo de vida era demencial y me dio mucho miedo», reconoce.
Sus sospechas quedaron confirmadas cuando, por circunstancias, pudo acceder a una de las cuentas gestionadas por los Biosca. «Lo único que veía es que las nuevas inversiones de clientes se dedicaban 100% al pago de rentabilidades atrasadas de clientes, es decir, una pirámide de Ponzi como una catedral», describe.
Los atrasos e impagos empezaron a acumularse y el esquema piramidal acabó estallando en octubre de 2020. La Asociación de Afectados calcula que hay más de 750 perjudicados y que la cantidad estafada alcanzaría los 475 millones de euros.