Dieta de la sopa: el milagro para adelgazar que de verdad funciona

¿Existe una sopa milagrosa que hace que pierdas peso de forma notoria? Eso es lo que propugnan los defensores de la dieta de la sopa que utiliza una sopa quemagrasa para adelgazar. Sin embargo, en 2007, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria alertó del peligro que supone seguir esta dieta. Y es que no es lo mismo la sopa quemagrasa como complemento de otro tipo de dieta a utilizarla como único alimento durante un periodo de tiempo. Y es que hay que tener mucho cuidado con este tipo de dietas milagro que prometen grandes resultados en poco tiempo. ¿En qué consiste? ¿Qué alimentos incluye? ¿Cuáles son sus riesgos?

Este tipo de dietas son peligrosas porque se basan en el consumo exclusivo de un tipo de alimento, reduciendo la ingesta de otros nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del organismo. Así, concretamente con la dieta de la sopa, quien la practica debe alimentarse únicamente con esta sopa durante siete días. El peso que se pierde, en realidad, es una pérdida de músculo y líquidos, y no una dieta específica para quemar grasas, y mucho menos las grasas viscerales, las más difíciles de eliminar. De hecho, este tipo de dietas mediante consomés depurativos pueden incluso provocar trastornos alimenticios.

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OJO A LOS EFECTOS SECUNDARIOS DE LA DIETA

riesgos de la dieta de la sopa

Esta dieta apenas aporta 1000 calorías diarias, por lo que la pérdida de peso que implica la reducción de ingesta de alimentos conlleva una serie de consecuencias. Piensa que la dieta de la sopa se creó para que pacientes con problemas cardíacos y sobrepeso pudieran someterse a cirugía sin riesgo para su salud. En primer lugar, la pérdida de peso en realidad es una pérdida de masa muscular. Al introducir menos calorías de las que el organismo necesita, lo que hace es buscar recursos allí donde encuentra, que es principalmente en la musculatura, por lo que en realidad se pierde masa muscular. Colateralmente, el cuerpo se nota más cansado, debilitado y sin energía. El metabolismo trabaja más lentamente, y con él también la concentración.

Por otra parte, se pierden también los depósitos de glucosa del hígado, por lo que cuando volvemos a la dieta habitual el efecto rebote es inmediato. Además, existe un factor de ansiedad ligado al hambre que se pasa que hace que el cerebro no asimile bien los nutrientes.