La temporada de huracanes en el Atlántico norte se preveía «intensa» y así ha terminado este 30 de noviembre, con el tercer ejercicio más intenso desde que hay registros, solo superado por el año 2020 y por 2005, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
El portavoz de la AEMET, Rubén del Campo, ha explicado que la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), previó que sería intensa ya que daba un 60 por ciento de posibilidades de que fuera más intensa de lo normal, dado que en ese momento la situación de fenómeno meteorológico de Niño o de Niña era «neutro pero con tendencia a desarrollar Niña», que favorece el surgimiento de huracanes.
El segundo factor que desgrana es que la agencia estadounidense pronosticó temperaturas más cálidas de lo normal en el Atlántico, lo cual favorece los vientos alisios subtropicales al Ecuador, lo que ayuda a la formación de La Niña y, por ende, de huracanes. El tercer factor que hacía prever esta intensa temporada era el monzón africano del océano a la parte del África tropical, que alimenta el germen de los ciclones tropicales.
De acuerdo con lo previsto, el portavoz de la AEMET ha informado de que en la temporada recién terminada se han contabilizado 21 ciclones tropicales con nombre (tormenta tropical o huracán) de los que 14 fueron tormenta tropical y 7, huracanes. Asimismo, ha precisado que de los 7 huracanes, 4 alcanzaron nivel III y IV lo que los sitúa en el estamento de ‘huracanes de gran categoría’.
En definitiva, añade que 2021 es ya el segundo año consecutivo en que se termina la lista de nombres –que incluye exactamente 21–. En 2020, el año récord de huracanes, se registraron 30 ciclones tropicales de los que 16 fueron tormentas tropicales y 14, huracanes, de los que 7 fueron de categoría igual o superior a III.
«La de 2021 es la temporada más intensa, solo superada por 2020 y por la de 2005, cuando ocurrió el terrible Katrina», ha apuntado.
Por otro lado, ha comentado que a mitad de la temporada (1 de junio 30 de noviembre), el 12 de septiembre ya se había alcanzado la cifra de 14 ciclones tropicales con nombre, con la llegada Nicholas.
Del Campo añade que las fechas más intensas de la temporada fueron las comprendidas entre mediados de agosto y finales de septiembre, cuando se registraron 14 ciclones tropicales y 6 de los 7 grandes huracanes del año. El otro huracán de gran categoría de este año, fue Elsa, que tuvo lugar en junio.
De todos los acontecidos en esta temporada, el de mayor intensidad fue Sam, que ocupó el puesto número siete del año y que alcanzó categoría IV. Sam amenazó sobre todo a Bermudas, pero su recorrido tuvo lugar «sobre todo» en océano abierto, por lo que no causó grandes daños y se convirtió en borrasca en la latitud a 57º norte, es decir a una latitud muy alta y sus rectos como borrasca llegaron hasta Groenlandia.
Previo a Sam tuvo lugar Ida, de categoría IV, que se formó el 26 y provocó más daños porque afectó a Puerto Rico, Cuba, México y la Costa de Lousiana (EEUU), para seguir después hacia el norte por la costa este del país norteamericano.
Una particularidad de este año es que se ha actualizado el periodo de referencia, del 1981-2010 al 1991-2020, una ligera modificación que para Del Campo «tiene su importancia», dado que en el primero la media de la temporada estaba en 12 ciclones tropicales, de los que 6 se convertían en huracán y tres de ellos superaban la categoría III. Pero ahora, en el periodo 1991-2020, «ha subido el promedio» de 12 a 14 ciclones con nombre, de los que 7 huracanes y de los cuales también tres alcanzan la categoría III.
Esto, apunta que, según la NOAA se debe a dos causas: la mejora de los sistemas de observación y vigilancia, así como al calentamiento de las aguas oceánicas.
No obstante, la NOAA no atribuye únicamente el calentamiento del Atlántico al cambio climático sino a la influencia de un proceso natural conocido como Oscilación Multidecadal del Atlántico (AMO, por sus siglas en inglés) que está en fase positiva, es decir un ciclo natural por la que las aguas están más cálidas y que comenzó a mediados de los años 90 y suele durar unas cuatro décadas.
Por otro lado, el informe del Grupo de Expertos en Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) publicado en agosto ve probable que el cambio climático haya contribuido a aumentar el número de ciclones tropicales de gran categoría en los últimos 40 años, pero también ve posible que estos se estén desplazando de forma más lenta, lo que «incrementa los daños allí por donde pasa, ya que aumenta la cantidad de precipitación», según destaca Del Campo.
Finalmente, el portavoz observa que de cara a las próximas décadas, el IPCC prevé un aumento de lluvias asociadas a huracanes, un aumento de vientos asociados a estos fenómenos y un incremento de número de huracanes de gran categoría. Del Campo añade, asimismo, que según el informe del IPCC el número total de huracanes se puede mantener o incluso reducir, pero serán más intensos.
A nivel nacional, el portavoz ha confirmado que esta temporada «ninguno» se ha acercado a las latitudes españoles desde el Atlántico, pero ha destacado la tormenta mediterránea ‘Blas’ que «no llegó a ser un ‘Medicane’ (huracán en el Mediterráneo) pero que fue extensa, desde el 6 al 18 de noviembre y ha sido «la de más impacto que más tiempo ha durado en España hasta la fecha». Sí pudo llegar a ser medicane ‘Apollo’, que tuvo lugar del 29 de octubre al 2 de noviembre en el sur de Sicilia.