La triste política de fichajes de Sumar solo seduce a Fátima Hamed: el ‘hiyab’ llega al Congreso

El proyecto de Yolanda Díaz se enquista. No parece que esté consiguiendo seducir a todas las personalidades que quiere integrar. De hecho, ha mantenido reuniones discretas con algunas cabezas de lista y no ha conseguido convencer aún a pesos pesados como la diputada de la Asamblea de Madrid Mónica García; pero sí que hay alguna que otra dirigente que no ha tenido problema en decir que sí. La polémica Fátima Hamed, diputada de Ceuta, se ha convertido en una aliada importante de Yolanda Díaz para su proyecto. En un encuentro que mantuvieron Mónica García, Mónica Oltra y Fátima, fue la única que pareció encajar bien en el proyecto de Díaz. El problema es que la oposición de Podemos se le está atragantando más de la cuenta a la vicepresidenta y el fichaje de Hamed no parece gustar demasiado entre quienes pretenden hacer de Sumar una formación ganadora.

Hamed no pasa desapercibida ni es indiferente para nadie. Es costumbre para esta parlamentaria de Ceuta entrar en cualquier polémica aunque le pueda traer complicaciones para el cargo. Entró en cuestiones loables como la prohibición de las corridas de toros en Ceuta mientras hacía la vista gorda con la matanza de corderos, algo denunciado reiteradas veces por PACMA. Pero lo más curioso es que el hiyab pretenda entrar en el Congreso de la mano de Yolanda Díaz, algo que en Unidas Podemos no ven con malos ojos, pero que sí que creen que sería contraproducente llevar en las primeras líneas especialmente por la connotación «machista» que tiene esta prenda.

En cualquier caso, a Yolanda no le salen los planes. Su proceso de escucha y la oposición de Podemos están haciendo de Sumar un partido con más carencias que otra cosa. La vicepresidenta tiene claro que quiere a personas como Mónica García en sus filas. Lo de Mónica Oltra pasó a mejor vida tras su dimisión por la imputación que tanto ha pesado en su carrera, pero la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, tiene una idea de lo que quiere y de a quién quiere.

el rechazo de Mónica García pone en relieve que el propio Íñigo Errejón tiene muchas exigencias para Yolanda si ésta quiere contar con él en las listas

El problema que hay es que esas reuniones discretas de verano no parecen convencer a las dirigentes a las que Yolanda les tira los tejos. Tanto es así, que el rechazo de Mónica García pone en relieve que el propio Íñigo Errejón tiene muchas exigencias para Yolanda si ésta quiere contar con él en las listas. Si a esto le añadimos que a la vicepresidenta primera del Gobierno le está costando más de la cuenta que ese «proceso de escucha» llegue a todos y cada uno de los miembros de Unidas Podemos, el escenario es que de momento Yolanda solo ha convencido a Enrique Santiago y a Fátima Hamed, si tenemos en cuenta políticos de «primera» línea (o más bien, segunda).

El que tras varios meses después de la creación del partido solo haya conseguido que un personaje tan polémico como Fátima se haya sumado a sus filas no es un buen reclamo. La diputada del Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (MDyC), que acostumbra a llevar el hiyab a los actos públicos, no se cortó a la hora de asegurar unos cursos impartidos en Ceuta eran machistas. «La Consejería de Servicios Sociales ha previsto 290 plazas para propuestas como bordado, diseño y confección, sevillanas, gimnasia… incluyamos repostería y algún manual de la buena esposa y así tenéis el lote completo de vuestro concepto de empoderamiento, Gobierno de Ceuta”. Y así todo. Con un perfil así, acostumbrado a comprar polémicas, el efecto reclamo de Sumar se ha quedado algo más corto de lo que Yolanda Díaz esperaba.

El salto de Hamed a la política nacional sería una noticia polémica para quienes creen que el proyecto de Yolanda Díaz ha venido para cambiar las cosas. La idea inicial que más ha removido conciencias a nivel interno en Unidas Podemos es que Sumar venía a no comprar polémicas, como siempre hace Irene Montero desde su Ministerio de Igualdad, y que se trataba de recuperar las grandes banderas de la izquierda sin convertir a los demás parlamentarios en caricaturas de lo que eran, como a juicio de muchos integrantes de Unidas Podemos le ha pasado a Irene Montero o a Pablo Echenique.