Teresa Ribera se convierte en el termómetro de la crisis de Gobierno

Teresa Ribera tiene dos de los cargos más rimbombantes de todo el Ejecutivo, pero no por aglutinar más puestos de trabajo ha conseguido ser un peso pesado dentro del partido. La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico se ha convertido en el termómetro de la crisis de Gobierno. Cuanto más la aislaban desde Moncloa, más se daba por hecho que en enero tendría lugar ese cambio profundo en el Consejo de Ministros. Y cuanto más recupera confianza por parte del Ejecutivo (aunque sea en forma del uso de Twitter), más se aleja la idea de que habrá esa crisis tan esperada. Lo cierto es que Teresa Ribera ya no es la más marginada del equipo de Sánchez. Y el hecho de que la hayan dejado contratar un equipo para que lleve sus redes sociales ha dejado claro que cabe la posibilidad de que se mantenga donde está: como ministra y como vicepresidenta hasta que se celebren las elecciones.

Teresa Ribera era la dirigente más señalada de todo el Gobierno por varias razones. La primera, que era vicepresidenta y ministra y el presidente del Ejecutivo quería un giro de 180 grados con cambios profundos en el Consejo. La segunda, que Teresa Ribera tiene un mal carácter que ha afectado de forma importante a todos los altos cargos de su ministerio, por no hablar de cómo ha erosionado la relación entre el PSOE y otros partidos socios de Gobierno como Unidas Podemos. Y la tercera, y probablemente una de las más importantes, porque ella junto a su marido, Mariano Bacigalupo, consejero hasta hace pocos meses de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, crearon un lobby interno que luchaba por los intereses de ambos al margen de los del Gobierno. Con todo esto, la salida de Teresa Ribera en esta crisis de Gobierno era un secreto a voces, pero ahora se ha convertido en el termómetro de un indeciso Pedro Sánchez que no sabe si montar la crisis o adelantar las elecciones generales a primavera de este año.

Los demás ministros están pendientes de Teresa Ribera. El hecho de que le hayan permitido este otoño revivir sus redes sociales, algo que le prohibieron utilizar después de que ganara su puesto como ministra de Transición Ecológica, ha lanzado un mensaje interno que ha dado esperanzas a los muchos altos cargos del Gobierno que dependen directamente de los ministros que estaban en la rampa de salida, según las quinielas. Ahora, con una Teresa Ribera que incluso se levanta en el Consejo de Ministros para hablar de tú a tú al presidente del Gobierno, el rumor que empieza a coger fuerza en Moncloa habla de que Sánchez no decapitará políticamente a más de un ministro o ministra, sino que tiene otros planes distintos. Y la idea es que el adelanto electoral coge fuerza en lugar de esa escabechina política que se llevaría por delante a cuatro o cinco ministros como mínimo, según pronostican fuentes del PSOE.

La vicepresidenta del Gobierno llegó a un punto en el que Raquel Sánchez le había quitado todas sus competencias. La ministra de Transportes comenzó, por orden de Moncloa, a defender en el Congreso iniciativas que correspondían directamente a la ministra de Transición Ecológica. Este verano ha sido más caliente de lo normal para Teresa Ribera porque se vio fuera en más de una ocasión. Y no es que los suyos en el ministerio no aplaudieran la iniciativa dado el mal ambiente que se creó en Transición Ecológica desde que Ribera entró al juego. De hecho, el mote que tiene dentro del Congreso y de su propio ministerio es el de «ministra de mal ambiente».