¿Por qué cuando algo nos da miedo abrimos los ojos y la boca y dilatamos las alas de la nariz? Según un estudio de la Universidad de Toronto, estos gestos faciales son universales y cumplen una importante función: agudizar nuestros sentidos. Cuando sentimos miedo, los movimientos de nuestro rostro nos permiten ampliar el campo de visión y mover los ojos más rápido, así como detectar objetos alejados que no apreciaríamos en una situación normal. Además, los gestos de terror y de sorpresa aumentan el volumen de aire que inspiramos gracias a un ensanchamiento de los conductos nasales.
Por el contrario, cuando la persona detecta algo que considera repugnante, los ojos se cierran, la boca se contrae en una mueca y se reduce el volumen nasal, todo ello con el fin de reducir la percepción desagradable que tenemos del mundo exterior.